Soy un criminal de la vieja escuela en GTA Online: me toca renovarme o morir en el caos criminal de Los Santos

Soy un criminal de la vieja escuela en GTA Online: me toca renovarme o morir en el caos criminal de Los Santos

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GTA Online

En una tienda de golosinas, chocolates y toda clase de reclamos para un niño -y no tan niños- existía una legendaria máquina de palomitas recordada por todos los que pasábamos por allí. Tenía un mensaje automatizado muy simpático que decía tal que así: "¿Me has probado? ¡Hago deliciosas palomitas!". Un reclamo con el que más de una vez algún cliente terminaba cayendo.

Evidentemente ese establecimiento necesita recaudar la mayor cantidad de dinero a final de mes y se entiende la insistencia en que devorásemos palomitas. Lo que no comprendo del todo es el bombardeo constante de mensajes que me envía GTA Online a la mínima que ve una oportunidad. Esto es peor que tener activadas las notificaciones de WhatsApp del grupo de padres y madres del colegio.

Déjenme respirar, por favor

Ya recuerdo en su momento, cuando jugaba en PS3, que Los Santos ofrecía una variedad de actividades lo suficientemente amplia como para no aburrir a ningún habitante de sus calles. Carreras de motos, coches, acrobáticas, tiroteos, misiones de reparto, atracos, paracaidismo... la lista es inabarcable y a pesar de que me la conozco, GTA Online se empeña en recordármela constantemente.

"Xchalog37 te invita a una misión preparatoria", misiones con Gerald, Simeon o inserte cualquier otro personaje. Las constantes llamadas de Merryweather o los mensajes de Lamar pidiéndome iniciar algún chanchullo con él. Así todo el día, oiga, y a ello debemos sumar los eventos temporales como recorrer la mayor distancia siendo perseguido, la mayor cantidad de puentes superados o sencillamente intenta buscar a un objetivo aleatorio en el mapa.

¿Puedo no hacer caso omiso a todo lo que aparece en pantalla? Desde luego, pero en mis primeros pasos en la nueva generación me he sentido acorralado, con una sensación de que estoy dejando pasar oportunidades por todos lados. Todavía no tengo claro en qué es mejor invertir el tiempo en GTA Online o si es mejor poner todos los huevos en la misma cesta. He jugado mucho tiempo en el pasado, pero llego tan tarde a algunas actividades que parezco un novato.

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Un enorme negocio para dirigir

Me confieso: pensé que iba ser mucho más fácil comenzar a escalar en el hampa de GTA Online. El club nocturno ha sido mi primer paso, con esa inyección económica que tanto agradezco por parte de Rockstar, pero está claro que no es suficiente. Manejo menos de un millón de dólares, lo que me permite un margen de trabajo sin alardes. Puedo permitirme buenas inversiones, pero con cabeza.

Por ello me he hecho con un club de moteros, imprescindible para comenzar a realizar tráfico de material ilegal. En principio busqué aliarme con alguna organización ya creada, pero la impaciencia me pudo y me dejé 200.000 dólares en un tugurio junto a una gasolinera abandonada. Un chollo en el mercado, por lo visto.

¿Cómo? ¿Que no es suficiente? Está claro que regentar un lugar de mala muerte no reporta beneficios a mis arcas, por lo que ahora le llega el turno a la mandanga de verdad. Sinceramente, no hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que introducirse en el mercado de la droga es muy jugoso. Yo, con mi capital modesto, decido que ¡¡650.000 dólares!! para tener un puesto de falsificación de documentos debe ser suficiente.

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Ya sé donde me estoy metiendo, me basta con ver la descripción en la web de The Open Road que quién traspasa esta clase de locales no era el primero de la clase. Ahora sí, tengo todo dispuesto para comenzar a recibir dinero de forma diaria, unos 50.000 dólares por parte del club nocturno y un pelín más provenientes de la rama de falsificación. Con todo, no puedo entrar en los ordenadores.

Por algún motivo que todavía no me explico, a Rockstar se le ha ocurrido la fantástica idea de que como la sesión de GTA Online en la que te encuentres se haya superado un número máximo de presidentes de clubes de moteros, no puedes usar los ordenadores. Así que, me veo buscando qué hacer mientras espero a que la cola se alivie un poco.

No hay tiempo para aburrirse, porque me pongo en la búsqueda de un tesoro. Imágenes de San Andreas llegan a mi móvil, haciendo turismo para localizar las zonas y llegar a una recompensa final. Lo cierto es que es un buen entretenimiento, que te hace pensar más allá de estar liándote a tiros con el primer conductor de un Zentorno que se te cruce en un desvío.

Consigo el revólver de doble acción y por supuesto que estoy pegando tiros en la cabeza a diestro y siniestro para hacerme con la recompensa de Red Dead Redemption 2. A pesar de todo, sigue saliendo al exterior esa mentalidad de GTA Online en 2015. Me creo que llevarle coches robados a Simeon o descubrir un tesoro perdido son la panacea. El juego ha cambiado y yo debo hacerlo cuanto antes; estoy chapado a la antigua.

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Picar piedra constantemente

Tony me llama y me dice que la popularidad del club nocturno está en caída libre. Ni cinco minutos sin hacer caso a lo que sucede en la sesiones Solomun y parece que todo se está yendo al carajo. Me toca promocionar un poco el Black Hole, así que hago unas cuantas misiones de lanzar folletos en un helicóptero y colocar carteles en diferentes puntos de la ciudad.

Buena estrategia, de no ser porque mi posición es revelada en el mapa para el resto de jugadores y tengo que esquivar algún que otro cohete malintencionado. Otra llamada de Dave me pide que recoja unos vinilos para que pueda pinchar Solomun y allá que voy. No sé si esto va a ser una constante, pero el trabajo es continuo para mantener los negocios en lo más alto.

También me surge un problema con el que no había contado. Me falta una enorme potencia de fuego. Está claro que no puedo pavonearme frente a a un caza o un tanque libremente, pero es que ni siquiera cuento con armas o munición de sobra para enfrentarme a algunos desafíos. Por ejemplo, tuve que llegar hasta un portaaviones en mitad del océano, usando una moto de agua en mitad de la orilla.

Hice lo que pude contra los soldados que allí estaban, recogí todo el cargamento que podía llevar a cuestas y volví pitando al garaje del Black Hole como alma que lleva el diablo. No llegué. Y todo por no tener una lancha adecuada, un avión supersónico o un mecánico al que llame y no me deje el coche aparcado en Sandy Shores.

Menos quejas y más ponerse a currar. A lo largo de esta semana hay bonificaciones especialmente dedicadas para los propietarios de clubes nocturnos. Un buen momento para darle un impulso al negocio. Sin embargo, creo que debo dar un gran golpe. Qué digo uno, varios de los gordos. Tengo que forrarme y pienso conseguirlo sea como sea.

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