Los Tazos de Pokémon: de nacer en el Japón del 1600 hasta morir en manos de los T-Tazos porno

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Tazos Pokémon

Con la llegada a las tiendas de Pokémon Escarlata y Púrpura homenajeando nuestro país, hemos querido recuperar una de las mayores y más recordadas fiebres que se vivieron en España y Latinoamérica en relación a la mítica franquicia de Nintendo: los Tazos Pokémon.

Convertidos en toda una revolución para quienes nos criamos con ellos, los Tazos, y especialmente los de Pokémon, siempre ocuparán un lugar especial en nuestro corazón. Esta es la historia de cómo se crearon, hasta dónde llegaron y qué fue lo que provocó su caída hasta hacerlos desaparecer. Este es el curioso origen de los Tazos de Pokémon.

El origen de los Tazos

Aunque ejemplos de juegos similares tenemos a puñados alrededor del globo, desde el Ddakji coreano que aparecía en El Juego del Calamar hasta el Patacó que se jugaba en Cataluña con naipes modificados, todo parece apuntar a que fue en Japón donde nació la idea por primera vez.

Allá por el 1600 empezó a popularizarse el Menko, un juego para todas las edades pero principalmente abrazado por los más pequeños en el que un jugador ponía en el suelo una pieza rectangular o redonda de cartón en el suelo y el rival debía lanzar otra similar con la intención de darle la vuelta.

Sin embargo, para encontrar el origen más atado a los Tazos que luego llegarían a nuestro país, toca viajar hasta la isla de Maui, en Hawaii, alrededor del 1927. Allí, mediante una estrategia similar, se aprovechaban las tapas de cartón de las botellas de leche de cristal para crear pilas de estas tapas que debían ser derribadas por el resto de jugadores.

POG

Al llevar distintos dibujos y logos promocionales, las tapas no tardaron en convertirse también en un objeto de coleccionista, lo que motivó que con la llegada de las botellas de plástico y el cambio a tapones de rosca, algunas compañías de distribución de bebidas recogiesen el testigo de la idea añadiendo tapas como las antiguas bajo el tapón para que la fiebre no decayese.

La que mejor supo aprovechar la oportunidad, haciéndose famosa por ello, fue una bebida a base de frutas de fruta de la pasión, naranja y guayaba que, por sus siglas en inglés (passionfruit, orange y guava) llegó al mercado bajo el nombre de POG. Por el éxito de sus peculiares tapas, a aquél juego primigenio iniciado por tapas de botellas de leche se le acabó conociendo como POG.

Con el éxito de la idea, la bebida empezó a popularizarse también en otras islas y, con la intención de aprovechar el juego al que jugaba de niña, una maestra empezó a aprovechar los POG para enseñar matemáticas a sus alumnos mientras fomentaba una actividad menos agresiva que otros deportes de la época.

De los POG a los Tazos

A principios de 1990, el juego de los POGs era ya un habitual de la región y, con la apertura de los productos de la isla a tierra firme, Estados Unidos empezó a abrazar la misma fiebre. La promoción de la bebida era, en parte, también la promoción del juego y sus tapas coleccionables, así que el negocio no tardó en explotar.

Parémonos a pensar por un momento en lo que eso supuso. Tenemos un producto que los críos adoran, con un coste de fabricación ridículo y lo suficientemente simple para que cualquiera pueda acceder a ello con ideas propias, así que los responsables de POG no tardaron en intentar rentabilizar la idea presentándola en ferias internacionales.

Es aquí cuando entra en juego el mexicano Pedro Padierna, que andaba en busca de nuevas ideas para promocionar sus bolsas de patatas Sabritas, una marca adquirida por PepsiCo 30 años antes para convertirse en el equivalente a sus Frito-Lay en México. Apoyado por la nostalgia de los cromos de fútbol y la fiebre que supuso coleccionarlos, Padierna llegó a un acuerdo para llevar los POG a su país.

Para diferenciarse de los originales, acudió a una agencia de publicidad que aprovecharía otro mítico juego callejero de la región para darle nombre, un juego en el que patear tapas de botella para ver quién las lanzaba más lejos llamado taconazo. Y de acortar ese término, nació la palabra Tazo.

Aprovechando la figura de los Tiny Tunes por ser llamativa para niñas y niños por igual, en 1995 Sabritas lanzó sus Tazos con un rotundo éxito y, sorprendidos por el filón de la idea, en PepsiCo decidieron que detenerse ahí era estúpido. Un año después, los Tazos ya estaban en las bolsas de patatas de la mayoría de marcas locales, desde las Lays estadounidenses hasta las Walkers inglesas y, por descontado, también en las de Matutano.

A los Tazos de los Tiny Tunes le siguieron los de Chester de las bolsas de Cheetos, los de Los Simpson, los de la serie Taz-Mania, los de Dragon Ball, los de Chiquito de la Calzada… Había tazos casi de cualquier producto audiovisual que pudiese resultar llamativo para los niños, especialmente en las bolsas de Sabritas mexicanas donde las colecciones no dejaron de renovarse.

La explosión de los Tazos Pokémon

Cuando el agotamiento de la idea parecía no tener solución, el Tazo vivió un renacimiento de la mano de otro de los productos más populares de la época. Meses después del lanzamiento de los videojuegos Pokémon Rojo y Pokémon Azul en nuestro país, coincidiendo también con la llegada de la serie de televisión a Europa, nacieron los Tazos Pokémon.

Durante casi 10 años, los Tazos de Pokémon no dejaron de llegar al mercado recogiendo nuevos Pokémon, evoluciones y tipos de tazo, desde los holográficos hasta los que incluían una pegatina adicional. Las bolsas de patatas no tardaron en quedarse cortas y los Tazos también saltaron a chicles, bollería e incluso coleccionables de quiosco como si fuesen una colección de cromos más.

Nox, Rollers, Pickers, Roks… La perversión de la idea no se detendría mientras hubiese nuevas formas de vender productos a los críos y, conscientes del pelotazo que aquello estaba suponiendo, hubo quienes quisieron llevar la idea varios pasos más allá. Tal vez demasiados.

Junto a la polémica que arrastraban las peleas en los recreos de todo el mundo entre niños que habían perdido sus preciados tazos, y la consecuente relación que se hizo del conflicto con los juegos de apuestas, la POG original, cansada de que todo el mundo sacase POGs falsos, lanzó al mercado una máquina con la que cualquiera podía hacerse sus propios Tazos a base de recortes de revistas o cómics.

Lo que ocurrió después es lo que siempre suele suceder cuando a cualquier hijo de vecino le das la opción de explotar su creatividad. Si hay penes dibujados hasta en Sonic Frontiers, imagínate en los Tazos. El escándalo estaba servido y, con él, los POG entraron en decadencia.

En España, en cambio, incluso vimos a algunos fabricantes de golosinas ir más allá, siendo los que más ruido hicieron en la época los de los chicles Bikini Baby. En ellos, con la compra de seis unidades, se regalaban una suerte de Tazos con mujeres en bikini que, una vez chupados o frotados, hacían desaparecer el sujetador de la fotografía. En un alarde de originalidad los llamaron T-Tazas.

Entre las polémicas generadas, el agotamiento de la explotación y la llegada de nuevas modas, los Tazos fueron desapareciendo en nuestro país en favor de otras colecciones e ideas. En México, en cambio, siguen teniendo la suerte de poder disfrutar de nuevos Tazos constantemente adoptando series como Naruto y películas como Harry Potter. Os envidiamos, compañeros.

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