No pasó de aquél 5 de agosto de 2020. Vi jugar a mis críos un par de veces y me detuve en algún streaming, pero más allá de eso no he vuelto a tocar Fall Guys hasta el día de hoy. La llegada del juego al formato free-to-play con una versión gratis para casi cada plataforma era la excusa perfecta para volver.
Lo hice en Epic Games Store, superada la fiebre inicial que hizo que la caída de los servidores nos hiciera temer lo peor. No tuve problemas con la conexión más allá de un par de intentos para conseguir alcanzar el menú, pero las dos horas siguientes me transportaron a aquél 5 de agosto de 2020 con todo lo bueno y lo malo que eso supone.
Una estrategia extraña a más no poder
Con el pase de batalla demuestran haber entendido a la perfección la jugada de los trajes, herencia directa de las skins de Fortnite que antes de la compra de Epic ya jugaba un gran papel en los planes de Mediatonic.
Incluso en aquellas skins que se alejan de un Godzilla o un Assassin’s Creed, la mejoría en los diseños es más que notable. Nada que ver el dinosaurio que podías ganar en el lanzamiento del juego con el cocodrilo que está disponible ahora. Con esos disfraces para nuestro alubión apetece engancharse en busca de una victoria más, pero el problema es que todo lo demás te sigue empujando en otra dirección.
Lo que ya nació con un espíritu de free-to-play ha tardado casi dos años en completar su transformación y, consciente del tiempo que supone eso y el número de temporadas que lleva a sus espaldas, las primeras partidas casi me hacen tirarme de unos pelos que no tengo.
Todo el rato los mismos mapas. Una y otra vez durante más de 30 rondas, según marcaban los desafíos en ese momento. A punto estuve de abandonar, cansado y aburrido de hacer todo el rato lo mismo, pero justo antes de darlo por perdido me crucé con un comentario que salvó la papeleta.
Afirmaba que esas primeras partidas eran contra bots y, por extraño que parezca, cosas de la dificultad según dicen, realmente las partidas eran así a conciencia. Había que seguir jugando para que empezase a emparejarte en condiciones y poder jugar otros niveles.
Divertido, pero con carencias
No me excederé en valorar hasta qué punto la idea me parece una catástrofe de proporciones épicas que se va a llevar por delante a buena parte de los nuevos jugadores que lleguen gracias al formato free-to-play. De no ser por este texto, y visualizarlo cada vez que me entraban ganas de saltar a otra cosa, habría dejado de jugar mucho antes de llegar a lo bueno.
Hay que reconocer que para entonces la cosa cambia. No es que haya ideas revolucionarias detrás de cada nuevo nivel, pero sigue siendo igual de divertido y, a falta de quemar todas esas otras fases también, podría imaginarme jugando a esto con amigos o los críos alguna tarde que otra.
Sin embargo dudo que lo haga por una sencilla razón: el ritmo de Fall Guys me resulta excesivamente lento. No por lo paticorto de sus personajes, ojo, sino por la velocidad a la que se mueve todo desde que inicias el juego hasta que empiezas a disfrutarlo.
Buscar partida, cargar pantalla, presentación a cámara lenta, jugar, cámara de rezagados, valoración final y vuelta a empezar. Si has tenido suerte, desde el paso número 2, si no, vuelta al menú y desde el principio. Demasiadas cosas entre tan poco jugar, y es un problema que, además, en ciertas pruebas sigue enquistándose en exceso.
La gente se adapta a su dificultad muy rápido y, lo que debía ser un reto que terminar en nada y menos, acaba siendo una lucha por ver quién aguanta más que podría alargarse durante horas esperando a que alguien dé un paso en falso y se acabe la partida. Suerte que el crono, casi siempre más largo que un día sin pan, se encarga de evitarlo.
Entiendo todo lo que ha traído a Fall Guys hasta aquí, qué le hace especial y qué ven de divertido en él toda esa masa que dos años después sigue atenta a novedades, skins y pases de temporada. Lo entiendo a la perfección. Pero en mi caso, mal que me pese, todo lo malo tarda en ensombrecer a lo bueno lo que dure el juego sin repetirme otra vez el mismo nivel. Un palo que llega mucho antes de lo que desearía.
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