Da gusto terminar un juego con el sabor de boca que me ha dejado Call of the Sea. La cosa pintaba bien tras su anuncio, y las ganas de echarle el guante crecieron aún más tras nuestra entrevista con el equipo de Out of the Blue, pero ni con eso en mente habría imaginado llegar a un final que es tan entrañable y cálido como un abrazo.
Lo que empieza como una aventura de descubrimiento a lo Indiana Jones cierra con una historia de amor capaz de pillarte por sorpresa. De lo fantástico de sus personajes y escenarios, a lo terrenal de unos sentimientos que acaban resonando con más fuerza que cualquier puzle del juego.
Aventura, desafíos y templos perdidos
Consciente de hasta qué punto aquí toca hablar nada y menos de su trama, simplemente diré que nos toca acompañar a Norah, una mujer de los años 30 que viaja a una isla del Pacífico Sur en busca de su pareja.
Al llegar encuentra restos de su expedición y, como en toda buena aventura de tribus indígenas y templos perdidos, tocará ir desentrañando el misterio que esconde cada zona para poder saltar a la siguiente. Un reto que, siempre dependiendo de lo mucho que te atasques -y puede ser fácil que ocurra- puede alargarse durante un par de tardes.
Que más o menos horas se sumen al marcador depende de lo ducho que seas con sus desafíos, pero también de hasta qué punto puedas resistirte a quedarte embobado con alguna de las magníficas postales que cede el juego. Detrás de casi todos sus escenarios hay un gran trabajo de iluminación, color y ambientación que merece la pena detenerse a admirar.
Y no será fácil, ojo, porque resistirse a la tentación de ver por dónde acaba tirando la historia es una de las principales razones para seguir adelante y no rendirse cuando un puzle se te atraganta en exceso. Porque admitámoslo, todo lo que presume de bonito lo tiene también de puñetero.
Un día en la ajetreada vida de Norah
Jugado en primera persona con nada más que las manos de Norah como referencia, los distintos capítulos del juego se suceden de la siguiente forma: llegas a una zona en la que puedes explorar buscando elementos con los que se encontró la expedición desaparecida.
De todos ellos una gran mayoría suelen ser pistas sobre lo sucedido, una forma de ir uniendo piezas para saber qué ocurrió allí. El resto son apuntes que Norah dibujará en su libreta y que, alcanzado el puzle o puzles que harán uso de ellos, podrás consultar a placer para intentar descifrar la solución.
La cosa empieza de forma relativamente fácil, pero camino del final se retuerce y complica hasta el punto de tener que frenarte y coger papel y lápiz para intentar dar con la solución. Confieso que, de hecho, en uno de los puzles estaba tan perdido que acabé resolviéndolo de pura chiripa.
Lamentando únicamente que en algunos de ellos toque ir y venir por largos pasillos -lo suficientemente grandes para que desees poder ponerle a Norah unos patines con cohetes-, lo cierto es que todos están lo suficientemente bien trabajados y protegidos para que, cuando alcanzas ese punto en el que descubres qué debes hacer, la sensación de asombro y logro sea de lo más gratificante.
La opinión de VidaExtra
Call of the Sea va directo al saco de indies a tener en cuenta este año y es una aventura fantástica con la que despedir 2020. Puede que sea uno de esos casos en los que recordar aquello de “lo bueno, si es breve, dos veces bueno” cueste más de lo normal, pero también reconozco que querer devorarlo con ansia es más culpa mía que del propio juego.
Cualquier estudio que se precie desearía un debut como este. Call of the Sea no es sólo un juego en el que da gusto perderse, también es esa tarjeta de visita que guardas en tu cartera durante eones. No porque vayas a olvidar el nombre del juego, sino porque no quieres perderle la pista al estudio que hay detrás.
Call of the Sea
Plataformas | PC, Xbox One y Xbox Series (versión analizada) |
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Multijugador | No |
Desarrollador | Out of the Blue |
Compañía | Raw Fury |
Lanzamiento | 19 de noviembre de 2020 |
Precio | 19,99 euros (incluido con Xbox Game Pass) |
Lo mejor
- Sus escenarios son una auténtica gozada visual
- Una historia fantástica
- Puzles de lo más gratificantes
Lo peor
- Algunos tramos pueden ser especialmente retorcidos
- Los últimos compases parecen algo apresurados
- La velocidad de desplazamiento de Norah puede ser desesperante
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