No deja de sorprenderme que tras años pidiendo un Netflix de videojuegos, la llegada de Xbox Game Pass haya pasado más desapercibida que los debates sobre este o ese otro juego. Que se le haya dedicado tan pocas líneas a un servicio que podría llegar a cambiar la forma en la que consumimos videojuegos.
Ahora, tras probarlo concienzudamente, ya no quedan más excusas. Microsoft se ha sacado de la manga una idea que, pese a existir ya en otros formatos, aquí se quita de encima cualquier pero. No sé si es el revulsivo que necesitaba Xbox One, pero sin duda es el servicio que todos deseábamos.
El Netflix de videojuegos
Xbox Game Pass es la clara evolución de lo que en su día intentaron OnLive, Gaikai y posteriormente PS Now, un servicio de suscripción en el que, por 10 euros al mes, puedes acceder a un catálogo de 100 juegos que se irá actualizando a una velocidad aún por determinar.
La diferencia entre aquellos y lo que ahora propone Microsoft es que no dependemos de una red potente para jugar en condiciones. Basta con descargar el juego y podremos acceder a él hasta que desaparezca del catálogo, nos demos de baja del servicio o lo desinstalemos.
¿Hay algún juego en concreto que te gustaría mantener pero no quieres seguir pagando por Xbox Game Pass? Entonces puedes adquirirlo con un descuento especial para miembros y olvidarte de la idea de no poder volverlo a jugar.
Lo mejor de todo es que todo ese proceso se realiza de una forma tan simple que parece haber estado ahí desde que existen las consolas. Entrando en la aplicación de Xbox Game Pass se nos muestran los juegos más especiales del catálogo actual y, bajo ellos, la lista completa de 100 juegos a los que echarle el guante, desde títulos triple A hasta indies.
Un sistema que aún debe crecer
La sensación de "a qué voy a jugar hoy" es fantástica. Incluso en mi caso, que voy probando casi todo lo grande que va saliendo, he podido encontrar una excusa para poner a descargar un título de renombre y entretenerme con otros dos más pequeños mientras espero a que acabe de instalar el primero. Más o menos como cuando te plantas en el sofá a ver Netflix u otra plataforma similar y te pones a mirar qué puedes ver.
Al menos a día de hoy, la gran diferencia entre el gigante de vídeo y lo que ofrece Microsoft está en la calidad del catálogo, mucho más centrado en juegos de Xbox 360 que en títulos de One, pero una situación entendible dado el flujo de títulos de la última consola de los de Redmond.
Podríamos decir que su éxito dependerá de cómo Microsoft sepa darle la vuelta a esa controvertida tortilla, pero lo cierto es que sólo hay un tipo de público al que eso le supondrá un problema, el jugador de toda la vida con ansia de novedades.
El resto, probablemente el público objetivo del servicio, lo que tiene es una enorme cantidad de títulos a los que ir jugando mientras espera a que lleguen más. Es decir, está enfocado a un público concreto que muy probablemente consuma videojuegos en ese formato de aquí en adelante.
Xbox Game Pass es un salto hacia adelante
Pongámoslo desde otra perspectiva. ¿Recuerdas cuando compraste tu última película? Cambia ahí lo que quieras, añade libro, cómic o, si apuramos, incluso juego de Steam que no procediese de un Humble Bundle o unas rebajas demenciales.
Lo que está claro es que hay un mercado que puede querer consumir videojuegos de la forma en la que muchos de nosotros lo hacemos ahora con las películas. ¿Significa que teniendo Netflix vas a dejar de ir al cine o comprarte una edición especial de una película o serie que te encanta? No, pero el grueso de tu consumo ha saltado a otro nivel.
Con eso en mente Microsoft ha dado vida a un formato inteligente, justo y muy satisfactorio que, no lo olvidemos, puede no estar enfocado a todo tipo de jugadores. Lo que es innegable es que hay un mercado que, si no soñaba con serlo, va a convertirse en fan de esta o las propuestas que deriven de ella. El Netflix de videojuegos ya ha llegado. Celebrémoslo como se merece.
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