Es más que sabido el trauma de Sony al ver partir 'Monster Hunter' hacia los brazos de Nintendo. Con la gallina de los huevos de oro en manos de la competencia tocaba intentar llenar el hueco. Lo bueno del asunto es que los títulos desarrollados bajo la premisa original (esa que lleva a entornos más o menos limitados a dar caza a grandes mastodontes) no se han limitado a seguir a pies juntillas lo ya escrito. 'Soul Sacrifice' y 'Freedom Wars' serían el ejemplo perfecto de influencia asimilada, que no copiada. Juegos con personalidad que se distancian lo suficiente del espejo en el que se miran para así volar libres, sin lastres.
'Freedom Wars' ha llegado a nuestro país en formato físico y traducido. Esto, que podría parecer una perogrullada, no es así si recodamos las dudas sobre el título antes de su estreno. Que si salía de Japón, que si se quedaba allí, que si saldría solo en formato digital...
En fin, cuesta a veces comprender las dudas de las compañías con respecto a según qué productos. A la propia Nintendo le pasó con 'Xenoblade', que por falta de confianza llegó muy contadito a Europa y tardó lo suyo en aterrizar en los Estados Unidos. Y ahí lo tienen ahora, convertido en objeto de culto y preparando su puesta de largo en la New 3DS y con su segunda parte en desarrollo como uno de los juegos más hypeados de WiiU. Pero vamos a lo que vamos, el análisis de 'Freedom Wars', un estupendo juego que lleva movimiento al perezoso catálogo de PS Vita.
Freedom Wars, ¿un Monster Hunter con historia?
Imagina que tienes una hogaza de pan... Imagina que se la entregas a dos hombres hambrientos... ¿La comparten? ¿O se pelean para quedársela para ellos solos? Puede comer uno, o ambos, o tal vez ninguno (...) Imagina ahora dos naciones con hambruna sin suficiente trigo para alimentar a sus habitantes. ¿Sabes lo que pasaría? Yo te lo diré.
La crónica del desastre que abre 'Freedom Wars' impresiona, aunque no deja de resultar familiar. El toque diferenciador lo marca el contexto en el que desarrolla la historia y en el que nos vemos inmersos. Estamos en una sociedad increíblemente restrictiva por la escasez reinante. El nivel dictatorial e impositor llega hasta el punto de que te pisotea desde tu misma celda, en la que, permanentemente vigilado por cámaras y por un ser artificial que bloquea la puerta, te pueden caer 20 años de condena simplemente por tumbarte en tu camastro sin haber conquistado todavía ese derecho. ¡Y ya te ha caído un millón de años simplemente por perder la memoria! De eso va 'Freedom Wars', de bajar tan escandalosa cifra a base de realizar peligrosos encargos en busca de recursos. Y es que todo en esta sociedad se considera un recurso, incluso tú mismo. Si pierdes la memoria dejas de ser productivo, de ahí la condena.
Todo esto le da un empaque a 'Freedom Wars' que no tiene 'Monster hunter'. Al caza monstruos de Capcom le basta con una ligerísima frase para poner en marcha su maquinaria. No hace falta más argumento. En 'Freedom Wars' la historia es el motor del juego. Eso quiere decir que hay muchos diálogos, y que las misiones se intentan vertebrar a través de lo que está pasando. El ritmo es pues más pausado, muchas veces incluso desesperante por las ganas que tenemos de que el mundo se abra un poco para poder ser explorado. Pero las misiones llegan con mucha tranquilidad, es lo que tiene un mundo en el que hay que pelear por ganarse el derecho a correr más de cinco segundos seguidos.
El placer de las espinas y el sinsabor del hormigón
El combate, que es la salsa del asunto diluida entre tanta burocracia, resulta la mar de satisfactorio. Y lo es por ese toque diferenciador que da la llamativa muñequera de espinas. Roja, verde o blanca, dependiendo de su carácter más ofensivo, sanador o protector, la maraña de espinas se dispara hacia los balcones de los edificios derruidos para poder atacar desde las alturas, o para disparar pegado a una pared. Podemos amarrar la pierna del monstruo en cuestión en una tensa pulsación del botón circulo que nos permita tumbarlo antes de que nos embista. Encaramarnos en su hombro y golpear su cañón hasta que este se desprenda antes de que un fuerte golpe nos mande con fuerza contra el suelo. Podemos utilizar las espinas como resorte que nos lance disparados para realizar un certero golpe. O para crear un escudo protector, o una trampa inmovilizadora, o una enredadera sanadora...
La contundencia en el combate se ve aderezada, además de por un increíble apartado musical y sonoro, por multitud de armas de corto y largo alcance. Espadas, rifles o lanzagranadas que podemos mejorar en fábricas a las que destinamos los recursos conseguidos en cada misión. Lentamente las opciones se multiplican, poco a poco te das cuenta de que las posibilidades son enormes. Hay en 'Freedom Wars' juego para rato.
El problema es que lo que vemos ante nosotros es de lo más gris y limitado. 'Freedom Wars' juega peligrosamente con nuestras expectativas, con las expectativas de un recluso que está luchando por una vida mejor. Subimos de nivel y se nos dice que hemos ganado el derecho a una celda en un piso superior... que resulta igual de pequeña y triste que la que teníamos. Por fin conseguimos salir de nuestra celda... para darnos cuenta de que lo que nos espera es lo más parecido al patio de una prisión. Aumentamos nuestro estatus una vez más, y una vez más, y una vez más... y todo es una repetición con letras distintas indicando el cambio: nivel 1, nivel 2, nivel 3... Hay una espectacular escena CGI tras unas horas de juego que te hacen prever que por fin cambiará la rutina. Cuando se despeja el humo tras el caos te das cuenta de que todo sigue exactamente igual.
El exterior en el que combatimos no mejora lo visto. Las sosas arenas de combate (solo impresionan la primera vez que las visitas) incluyen ciudades derruidas, fábricas y desiertos de muros invisibles. Y es entonces cuando te acuerdas de los bellos parajes de 'Monster Hunter'. También te acuerdas del juego de Capcom cuando te enfrentas a los enormes enemigos. Lo que allí es una rica fauna de marcada personalidad (ricas rutinas animales que dan la sensación de vida) es aquí bastante más mecánico y predecible.
Freedom Wars, creando puentes entre el offline y el online
El motor gráfico de 'Freedom Wars' es una maravilla que siempre responde con solvencia. Daos cuenta que las misiones las enfrentamos junto a ese molesto mayordomo que no nos deja en ningún momento y acompañados de otros tres compañeros con sus respectivos humanoides de apoyo. Los combates son una locura en la que estamos metidos ocho personajes contra soldados, robots y bichejos enormes.
Resulta curioso, porque tanto si juegas online como offline, siempre te sientes acompañado. Si estás jugando solo y caes en el campo de batalla ves cómo un compañero corre a revivirte. Si el que muerde el polvo es tu humanoide, conviene que le des un chute de vitalidad si no quieres que las estadísticas se vengan abajo. El online tiene ese punto adictivo de organización para, por ejemplo, disparar a la vez varias espinas al monstruo para que sea más rápido el derribo, pero es que offline también puedes organizar distintos sets de órdenes que hagan más llevadero el combate. Si hasta puedes ofrecer recursos para que tu ciudad (país) gane puestos en un ranking mundial, algo que está siempre presente en grandes paneles a lo largo de la aventura (cuando escribo esto Madrid estaba el 21 en una lista donde los asiáticos son intratables desde el podio). Una maravilla, vamos
Conclusiones
'Freedom Wars' dista mucho de ser un juego perfecto, pero lo que hace bien lo hace muy bien. Y eso incluye el combate, la salsa en este tipo de títulos. Muchas veces resulta decepcionante porque sus promesas de mejora quedan aplastadas una y otra vez por los mismos grises escenarios. Por lo demás, las opciones se disparan hacia el infinito en una propuesta que guarda dentro de sí muchísimas horas de juego. Me resisto a decir muchas horas de diversión porque esta se ve lastrada en demasiadas ocasiones por una historia que se toma su tiempo, algo que da muchas veces al traste con el ritmo más frenético que demandamos. A pesar de todo es este un título a tener en cuenta por su adictiva lucha cooperativa (la competitiva está bien, pero cae más en los tópicos de siempre), algo que se da tanto si jugamos con otra gente como, y esto es lo curioso, si lo hacemos en solitario.
,5
A favor
- Su original premisa
- Combate muy dinámico en el que incluso offline nos sentimos acompañados
- Su estupendo trabajo en sonido y banda sonora
En contra
- La historia lastra el ritmo de juego
- Sus entornos son de lo más gris y monótono
- Crea expectativas en el jugador que terminan pasándole factura
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