Hemos jugado a Darksburg: una mezcla entre Diablo y Left 4 Dead que juega con el medievo fantástico con el que soñábamos de críos

Hemos jugado a Darksburg: una mezcla entre Diablo y Left 4 Dead que juega con el medievo fantástico con el que soñábamos de críos

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¿Un juego con un hombre lobo con una puerta como escudo que parece sacado de un cómic de Madureira? Por supuesto que quiero probarlo. Es innegable que a Darksburg he llegado por su estética, esa combinación de escenarios medievales y monstruos que muchos grabateábamos en la libreta en vez de atender en clase.

Más importante es que me haya quedado en él por lo bien parido que está. Una combinación exquisita de la vista y mecánicas de Diablo con la exploración y supervivencia frente a hordas de zombis y monstruos de Left 4 Dead. Uno de esos juegos que nacen con la intención de ofrecer lo justo hoy, para convertirse en un mastodonte mañana.

Una pizca de exploración, un puñado de héroes y muchas hordas

Con uno de esos accesos anticipados que invitan a quedarse junto al fuego a ver qué nuevas historias se cuentan cada noche, la promesa de ampliar el número de personajes, jefes y mapas en los próximos meses es su gran apuesta de futuro. 

Reconozco que es difícil entrar a un juego que está a medio cocer, pero Darksburg apunta a ser uno de esos títulos que merece la pena ver evolucionar de cerca.

Cuatro personajes y un puñado de mapas dan forma a su estrategia inicial. Para ellos, dos modos: uno en el que jugar en cooperativo o en solitario contra la máquina y otro que permite a un equipo contrario hacerse con el control de los personajes enemigos.

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En ambos un mismo sistema. Los buenos tienen que llegar del punto A al punto B para superar el escenario. Por el camino el cóctel de exploración para conseguir oro y objetos curativos, pequeñas tareas en forma de “recógeme eso de allí, tráemelo aquí” e incesantes hordas de enemigos. Una fórmula demostrada que tan buenos resultados ha dado en incontables ocasiones.

Un estilo que por momentos recuerda al de un MOBA por aquello de ir eliminando minions en equipo, completar objetivos y, de vez en cuando, verte las caras con enemigos algo más duros que requieren de la colaboración de tus compañeros a base de poderes. 

El que se lanza como un elefante en una chatarrería, el que crea un círculo de curación, el que empieza a girar para ventilar enjambres a mayor velocidad… Lo de efectivo le viene que ni pintado a Darksburg.

Lo que es inevitable echar de menos

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Con una comunidad que se ha volcado en el juego desde el principio, encontrar partidas acaba siendo tan fácil como tirarte tú mismo a la piscina acompañado por la IA.

Con esa misma facilidad con la que el juego te gana, el exceso puede echarte para atrás por la falta de contenido.

Si bien es cierto que el oro ganado en las partidas te ayuda a hacer crecer tu monstruo o tu monja con yelmo a base de nuevos perks o mini objetivos que hagan la partida más accesible, el sistema de progreso y la falta de un árbol que te mantenga enganchado durante semanas es, al menos por ahora, su talón de Aquiles.

Sin embargo, que sus creadores hayan demostrado con Northgard hasta qué punto son capaces de comprometerse con un juego y hacerlo crecer durante años, debería ser suficiente para poner de nuestra parte en esa fe ciega que llame a la paciencia. Al fin y al cabo la base ya es increíblemente buena, así que es sólo cuestión de esperar.

En el roadmap programado entre febrero y septiembre se añadirán tres nuevos personajes, tres nuevos mapas, un jefe y más enemigos. Junto a ellos, más modos y mejoras que naveguen entre ampliar y mantener lo que ya ofrece Darksburg. Por nuestra parte, muchas ganas de ver cómo sigue adelante y se convierte en lo que ya apunta a ser un juegazo muy recomendable.

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