Análisis de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. Lo mejor de Kojima, pero no el mejor Metal Gear

Análisis de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. Lo mejor de Kojima, pero no el mejor Metal Gear

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Análisis de Metal Gear Solid V: The Phantom Pain. Lo mejor de Kojima, pero no el mejor Metal Gear

Siempre he sido más de carne que de pescado, principalmente porque me gusta más su sabor, pero no es menos cierto que el encontrar espinas capaces de amargar el bocado cada dos por tres tiene gran parte de culpa. Ser pescado y no solomillo acaba consiguiendo que el entusiasmo generado hace unos días cuando empecé con ‘Metal Gear Solid V: The Phantom Pain’ baje un poco de nivel, y es que aunque es innegable que el “created and directed by Hideo Kojima” es el mejor pescado que me he comido en mi vida, más de una espina se me ha quedado atascada en la garganta.

Las ideas planteadas hace unos días se mantienen, ‘Metal Gear Solid V’ es lo mejor que he jugado en mucho tiempo, una de esas obras que calan fuerte en nuestro subconsciente y consigue adueñarse de nuestro cariño para que, dentro de unos años, aún lo recordemos con la nostalgia que desprende el primer ‘Metal Gear Solid’ o, mi entrega favorita, ‘Snake Eater’. Lástima que mi preferencia en esa lista con lo mejor de la familia Snake no haya cambiado, pero la culpa la tiene un desarrollo que no ha querido (o podido) alcanzar el Olimpo.

Larga vida a Venom Snake

Lo dije en su momento y vuelvo a repetirlo ahora a viva voz. ‘Metal Gear Solid V’ es mejor juego que mejor ‘Metal Gear’. Eso consigue que pueda abrirse a otros públicos, por ejemplo con decisiones como abandonar las cinemáticas demasiado extensas o saltando al mundo abierto, pero es inevitable sentir que en ese trámite evolutivo se ha perdido gran parte del espíritu de la franquicia.

No saldrán de mis dedos aporreando el teclado queja alguna sobre su jugabilidad, estamos ante una obra maestra en lo que a diseño se refiere y lo adictivo que puede llegar a ser el hecho de realizar incursiones para recoger materiales o reclutar soldados para nuestra Base Madre no tiene parangón.

Más aún que en otros ‘Metal Gear’, sé a ciencia cierta que quiero quemar este juego y hasta que no tenga todo lo que esconde no voy a parar, desde trajes secretos hasta cada maldita cinta que esté desperdigada por el mapa, es demasiado bueno para dejarlo aparcado a la espera de que llegue el siguiente plato.

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Eso, sumado a las experiencias que relatábamos en nuestro primer contacto, debería ser suficiente para convencer a los que aún no tengan claro qué debería llevarles a jugar ‘Metal Gear Solid V’ antes que a cualquier otro título que puedan encontrar a día de hoy en el mercado, pero de la misma forma que sería injusto no reconocerle todos los méritos que lo han llevado hasta aquí, tampoco sería loable dejar de lado todos los errores que el desarrollo ha acabado plasmando en el juego.

La cara más oscura de Metal Gear Solid V

El principal de todos, esa espina que se clavó en mi garganta tras realizar la última misión disponible en la lista de las principales, es que el juego no está acabado. Tal y como suena. Sí hay un final que deja más o menos claro la clave de la línea principal, pero quedan muchas tramas abiertas y se nota que el juego ha llegado a las tiendas cuando aún le quedaban un puñado de misiones para acabar de cuadrar todo.

Imaginamos que es algo que tendrá bastante que ver con la marcha de Kojima, pero no es algo que podamos relatar sin entrar en spoilers, así que dejaremos ese tema para el texto en el que nos explayamos con eso sin fastidiarle el juego a nadie.

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Simplemente dejar claro que la cara de tonto que se te queda al completar la última misión que aparece en la línea principal y ver que no hay nada más es de chiste. Sin duda lo peor que le podrían haber hecho al juego.

Provocado por esos mismos problemas entre Kojima y Konami también nos vemos obligados a lidiar con una repetición de misiones que no tiene ningún sentido en la trama principal.

Lo haremos en modos más difíciles y en el tramo final del juego, por ejemplo con dificultad extrema, en sigilo absoluto o llegando a la misión sin armas u objetos, que no deja de tener su gracia si no fuese porque tragar con las mismas cinemáticas otra vez mientras estás esperando que la trama avance, es un palo.

Si encima tienes que hacerlo lidiando con la frase de created and directed by Hideo Kojima una vez tras otra, es normal que acabes con un mosqueo monumental. El ego del nipón está por encima de su calidad como creador, y eso lo acaba convirtiendo en un placer culpable en vez de una figura a la que adorar. Es difícil de comprender esa dualidad entre el amor por 'Metal Gear' y las desavenencias con su padre, pero reconozco que no puedo evitarlo.

A medio camino entre el acierto y la incomodidad está el tema de los casetes que van narrando la historia del juego. Conseguidos entre misiones o encontrados por el escenario, estas cintas van desglosando las tramas añadiendo más información mientras evitan que nos quedemos atascados durante varios minutos en una conversación de códec.

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Se agradece por el hecho de seguir jugando, de saber que tienes un buen paseo hasta el siguiente punto de la misión y tienes la opción de ir escuchando la cinta, pero la cosa se tuerce cuando al llegar el momento de entrar en acción tienes que lidiar con los subtítulos y la acción vertiginosa que ocurre en pantalla, o cuando la conversación se corta por una pantalla de carga y luego tienes que volver a ella en vez de que el juego se encargue de tenerlo todo controlado. Es uno de esos puntos en los que falla al intentar plasmar el espíritu de la franquicia manteniendo a todos contentos.

Y pese a ello es un imprescindible

Tener un juego a medio terminar, con misiones de relleno y un exceso con la sexualización de la mujer llevada a puntos de vergüenza ajena deberían ser suficiente para lapidar a 'Metal Gear Solid V' y olvidarnos de Kojima de por vida.

El problema llega cuando, aún con el cabreo a flor de piel, empiezas a recordar lo bien que te lo has pasado con un juego de más de 40 horas en el que aún te queda mucho por hacer, cuando disfrutas las misiones de relleno con nuevas dificultades como si las estuvieses jugando desde cero y cuando un personaje como Quiet, con momentos que avergonzarían a más de un adolescente con su madre sentada al lado, acaba convirtiéndose en una de las mejores cosas que le han pasado a la saga. Y entonces todo lo demás deja de importar.

Es ahí cuando empieza el debate sobre el juego que podría haber sido y el que es, la posibilidad de pasar de juego imprescindible a obra maestra de la historia del videojuego simplemente revisando esos detalles, pero por alguna extraña razón que escapa a nuestra comprensión, la realidad que le ha tocado vivir es esta, y planteándonos si es mejor o peor juego por ello, es más complicado de lo que parece plasmar una decisión unilateral.

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Todo eso choca con las incursiones acompañados de la tonadilla de Quiet mientras vas limpiando el campo de batalla de enemigos dormidos a base de globos Fulton, cuando le cambias la textura al perro por la de un zorro y le pones el cuchillo para que sea la viva imagen del emblema de Foxhound, al conseguir un brazo que sale disparado como un cohete y puedes controlar a distancia para noquear enemigos, interceptando un cargamento de cascos para que los mamones que han aprendido a protegerse porque siempre les revientas la cabeza vuelvan a quedarse a merced de tu rifle de francotirador con silenciador... Mil y un detalles que son la auténtica baza del juego y de una experiencia que, en este ámbito, no tiene rival.

Cómo te permiten ejecutar las misiones de distintas formas, ya sea con sigilo o en plan Rambo, durmiendo a todos los enemigos o aniquilándolos para acabar siendo el demonio en el que debe convertirse Big Boss, y cómo gestiona ese viaje a los infiernos con la creación de tu propio ejército y presentándote los personajes que marcarán la historia de la saga, son la guinda a un plato soberbio con el que no puedo evitar mantener el titular con el que os hablé de las primeras 20 horas con él.

No quiero quedarme sin cosas que hacer, quiero seguir jugando a 'Metal Gear Solid V: The Phantom Pain' durante otras 40 horas y que no acabe nunca, que sea yo el que decida abandonarlo por mero aburrimiento. No está nada mal para un juego que está sin terminar, así que sea o no GOTY o juego de la generación, la medalla de imprescindible no se la quita nadie.

A favor

  • Los detalles de jugabilidad que muestra cada dos pasos
  • La inclusión de los compañeros
  • Los giros de la historia son para enmarcar

En contra

  • Se pasa de lento en ciertos tramos
  • Con las cinemáticas han pasado de un extremo (películas) a otro (cortos)
  • El juego está sin terminar y no sabemos qué pasará con el final definitivo

En VidaExtra | Hablemos alto y claro: Metal Gear Solid V es un juego sin terminar

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