Lo creas o no, Gandalf, Sauron y los Balrogs de Tolkien pertenecen a la misma especie

Lo creas o no, Gandalf, Sauron y los Balrogs de Tolkien pertenecen a la misma especie

Qué relación hay entre los demonios y los magos en El Señor de los Anillos

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Balrog Gandalf

La Tierra Media imaginada de J. R. R. Tolkien es un crisol de pueblos y culturas en el que los Humanos como tú y como yo coexisten en un mundo de fantasía con los Orcos, los Enanos, los Trolls, los Hobbits y los Elfos, entre otros. Distinguirlos a simple vista es relativamente simple y, aunque Tolkien jamás dejó claro en El Señor de los Anillos si los últimos tenían las orejas puntiagudas, su aura y su presencia resolvía cualquier duda. Precísamente por eso resulta tan curioso y llamativo que el mago Gandalf y los demoníacos Balrogs como el que habitaba en Moria pertenezcan a la misma especie.

¿Eso significa que un Balrog fue un humano corrompido por la oscuridad como ocurrió con los Nazgul? En absoluto, aunque la idea no va muy desencaminada. Su existencia, de hecho, es anterior la de los Elfos, a la misma creación del mundo y posiblemente al propio tiempo. Porque antes de ser demonios de poder (el significado de su nombre en lengua sindarin), eran Ainur. Más concretamente, espíritus Maiar. Y esto también se aplica tanto a Gandalf como al mismísimo Sauron, el señor de la oscuridad.

Qué es un Maiar y cuál es su papel en la Tierra Media de Tolkien

Todo parte del Silmarillion, el libro que noveliza la creación y el destino de la Tierra Media. Éste se basa en los escritos y anotaciones de  J. R. R. Tolkien, autor de El Hobbit y El Señor de los Anillos. Fue publicado por su hijo Christopher, a través de un único volumen recopilatorio que, de hecho, arranca con el génesis del mundo de fantasía de Tolkien por voluntad de Ilúvatar, lo cual equivale a la deidad suprema y omnipotente de su legendarium.

Contado de manera sencilla, el origen de la Tierra Media nace de una canción interpretada por los Anuir. Más concretamente los espíritus Valar al servicio de Ilúvatar. Algunos tocaron de manera armoniosa y otros discordante. Como resultado, se decidió dar vida a aquella melodía creando un mundo desde el caos y la nada. Una tierra fértil que, posteriormente, fue criada y cuidada por estos espíritus Valar junto con otros semejantes, pero de menor rango: los Maiar.

"Con los valar vinieron otros espíritus que fueron también antes que el mundo, del mismo orden de los valar, pero de menor jerarquía. Son éstos los maiar, el pueblo sometido a los valar, y sus servidores y asistentes."
Screenshot 5135 Sauron en El Señor de los Anillos: relatos de la Tierra Media

¿Cuantos Maiar hay en la Tierra Media y qué forma tienen originalmente? Ni siquiera las razas más antiguas del universo de fantasía de Tolkien tienen un registro ya que, por lo general, no se manifiestan presencialmente. Si es que decidían abandonar el plano espiritual, claro.

"El número de estos espíritus no es conocido de los elfos y pocos tienen nombre en las lenguas de los hijos de Ilúvatar; porque aunque no ha sido así en Aman, en la Tierra Media los maiar rara vez se han aparecido en forma visible a los elfos y los hombres."

Dicho lo cual, toca establecer la pregunta principal: ¿por qué al manifestarse  algunos que parecen demonios de fuego y otros humanos de edad muy avanzada? La respuesta viene desde la canción original de los Valar. En concreto, de aquella voz discordante.

La presencia de Sauron y la creación de los Balrogs

Según el Silmarillion, no todos los Valar cantaron al unísono antes la creación del mundo. Morgoth, también conocido como Melkor, quien era el más poderoso entre sus iguales, decidió romper la armonía y superponer varias veces su propia voz a la del resto. Así, cuando la Tierra Media fue creada, Morgoth se estableció en ella con el propósito de dominarla y reclamarla para sí.

Morgoth fue el único Valar que decidió establecerse en el nuevo mundo por separado y sin relacionarse con los de su mismo rango, pero no estaba solo: otros Maiar le siguieron intrigados por sus mentiras y ambición, como Sauron, quien será su mano derecha en este periodo de conquista; mientras otros acabaron profundamente corrompidos. Siendo éstos últimos los que, imbuidos en la oscuridad y el poder, acabarían siendo los Valaraukar. O, como se los conoce por su nombre en sindarin, los Balrogs.

Screenshot 5133 El Barlog y Gandalf en El Señor de los Anillos: relatos de la Tierra Media

Los Balrogs de Tolkien son seres de formas y siluetas demoníacas. Pueden  controlar el poder del fuego y desatarlo a latigazos, dominaban la oscuridad y, puestos a comparar su capacidad de sembrar el caos y la destrucción, rivalizan con los mismísimos dragones. Siendo una manifestación del mismísimo mal.

"Sus corazones eran de fuego; pero un manto de tinieblas los cubría, y el terror iba delante de ellos; tenían látigos de llamas. Balrogs se los llamó en la Tierra Media en días posteriores."

Sobra decir que Morgoth falló en su ambición, pero se aseguró de plantar la semilla de la discordia en la Tierra Media. Cuando nacieron los Elfos, los primeros nacidos, se aseguró de corromper y mutilar a muchos de ellos, lo cual derivó en el origen de la raza de los orcos, de piel oscura y semblante y hábitos desagradables y mezquinos. Una muestra de sus incontables actos de maldad tanto por el mundo creado como con los seres de la existencia.

Al final fue cuestión de tiempo que Morgoth se enfrentase a la cólera y la justicia de los otros Valar, quienes uniendo fuerzas a los Maiar justos, los Elfos y los Humanos, lograron reducirlo y desterrarlo al Vacío Intemporal hasta el final de los tiempos. Pero su semilla del mal todavía germinaba en la Tierra Media a manos de un nuevo Señor Oscuro: el Maia llamado Sauron. Y es entonces, ante su amenaza, cuando aparecerán los cinco Istari.

Gandalf y los otros cuatro grandes magos de la Tierra Media

Screenshot 5134 Gandalf en El Señor de los Anillos: relatos de la Tierra Media

Al comenzar la Tercera Edad del Sol los Valar enviaron varios Maiar para combatir la influencia de Sauron en la Tierra Media. Aquellos enviados formarán la Orden de los Istari y cada uno de ellos era del mismo rango que el propio Señor oscuro. Sin embargo, y a diferencia de éste, no parecían bellos a los ojos de los habitantes de la Tierra Media o intimidantes señores de la guerra, sino que lucían como humanos muy entrados en edad. Estos Maiar serán conocidos popularmente entre los elfos y los mortales como los magos.

Se desconoce cuántos magos fueron enviados en total a la Tierra Media, pero sí se sabe que había una jerarquía entre ellos en la que el Mago Blanco ejercía la mayor autoridad. Y también que todos, en mayor o menor medida, se desviaron de su misión de acabar con Sauron seducidos por los encantos del mundo.

  • El Maia llamado Curumo fue el líder original de los Istari y adoptó el nombre de Saruman. Fracasó al ser corrompido por el poder.
  • Aiwendil fue el nombre Maia de Radagast el pardo, quien se dedicó de manera casi exclusiva a cuidar de la naturaleza y la fauna en lugar de cumplir su cometido.
  • Se sabe que hubo dos magos azules llamados Morinehtar (Alatar) y Rómestámo (Pallando). Ambos Maiar viajaron al este de la Tierra Media y jamás regresaron.
  • ¿Y qué pasa con Gandalf? El mago gris, cuyo nombre en Maiar es Olórin, disfrutaba de las gentes y las aventuras de los mortales y los elfos. Demasiado. Tanto que -por casualidad- gracias a una de sus múltiples aventuras fue cómo logró encauzar su causa original.
Saruman Saruman en El Señor de los Anillos: relatos de la Tierra Media

Durante los acontecimientos de la Guerra del Anillo, Gandalf se enfrentó y venció a varios Maiar. Al Balrog de Moria, al mismísimo Saruman y, de manera indirecta, a un emergente Sauron. En el proceso, fue ascendido a líder de la Orden de los Istari y, ya durante la Cuarta Edad de la Tierra Media, emprenderá un último viaje rumbo a las Tierras Imperecederas.

Porque, quizás, el Maia Ólorin no pareciese un poderoso guerrero o un demonio bañado en oscuridad y llamas. Es más, se pasó años viajando aparentemente sin rumbo como un humilde viejo vestido con gastados trapos grises. Pero como dijo el propio Tolkien, no es oro todo lo reluce, ni todo el errante anda perdido.

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