AVISO: esta publicación contiene spoilers sobre la misión secundaria Operación Siembra Estela de Starfield.
Bethesda ha conseguido hacerme pasar momentos incómodos, malrolleros y traumáticos con la saga Fallout. Nunca olvidaré la primera vez que encontré Tranquility Lane en el Refugio 112 de Fallout 3. El lugar se esfuerza por transmitir tranquilidad y alegría, pero comienzas a ver cosas raras a medida que avanzas en la misión. La historia es digna de una película de suspense.
He vuelto a tener una sensación similar mientras jugaba a Starfield. Tras mi gran aventura pirata, me propuse explorar sistemas perdidos y uno de los que me llamó la atención fue Caribdis... porque suena un poco a Caribú y me hace mucha gracia cómo suena esa palabra. Así funciono. No me juzguéis.
Una vez en el sistema, sondeo todos los planetas para obtener información hasta llegar a Caribdis III. Veo que hay una localización llamada El Crisol y mi imaginación comienza a volar: una sociedad que todavía usa Coliseos y habrá un modo horda para sacar mucho dinero. Una vez más, no me juzguéis. Marco el destino y viajo con mi nave.
Salta un mensaje en el comunicador al llegar a Caribdis III: un robot me pide "materiales clave para mantener la Misión". Se activa la misión secundaria "Operación Siembra Estelar". Me resulta especialmente interesante porque los subtítulos de los diálogos han escrito "Misión" con mayúscula, lo que quiere decir que es un nombre propio y no una misión cualquiera.
Otro Tranquility Lane... pero con clones de figuras históricas y facciones
Aterrizo mi nave en El Crisol y me recibe un robot llamado Tobias. Tras impedirme el paso, dice que necesita 150 unidades de cobre para realizar un mantenimiento y que me dará una compensación por ello. Una humana llamada Ada le interrumpe para darme la bienvenida, me dice que el lugar es secreto y que está dividido en tres facciones llamadas Sociedades, y me envía a hablar con un tal Franklin.
Resulta que el tal Franklin es el mismísimo Franklin D. Roosevelt, conocido por ser el 32.º presidente de los Estados Unidos (1933-1945). Me cuenta que no es el Roosevelt de la tierra, sino un clon que mantiene sus recuerdos... aunque admite no sentirse identificado con la persona original. También me cuenta que hay tres facciones que se disputan el poder: Creyentes, Pragmáticos y Renegados. Roosevelt es el líder de los segundos. Me insta a hablar con el resto de líderes.
Amanirenas es la líder de los Creyentes y es la clon de su homónima, una kandake o reina nubia del Reino de Kush (40 a.C.-10 a.C). Pasó a la historia por su lucha contra la invasión de los ejércitos romanos en Egipto. Aunque logró victorias, fue derrotada y expulsada de su tierra por los invasores.
Me cuenta que es consciente de sus logros y que cree (a diferencia de Roosevelt) ser la propia Amanirenas reencarnada, la elegida para continuar con la Misión. La trato con el respeto que merece una emperatriz, pero no comulgo con son sus ideales basados en la fe y el belicismo contra quienes no la comparten. Trata de reclutarme para que decante la balanza hacia los Creyentes... pero no me convence.
El líder de los Renegados es el mismísimo Gengis Kan, guerrero y primer Gran Kan del Imperio mongol, considerado el imperio más grande de la historia. Es uno de los mayores conquistadores de todos los tiempos... pero también un sanguinario. Sus conquistas supusieron la destrucción total de muchas localizaciones y poblaciones con exterminios masivos mediante la hambruna, entre otros métodos. Las estimaciones atribuyen a sus campañas un costo de entre cuatro a sesenta millones de vidas humanas, según diferentes estudios.
También conozco a Amelia Earhart, una clon neutral cuyo único sueño es escapar de ese planeta y vivir aventuras en el espacio a bordo de una nave espacial. Y tiene su gracia porque en la realidad fue una escritora y pionera de la aviación estadounidense. Entre sus récords está ser la primera aviadora en volar sola a través del Océano Atlántico. Desapareció 2 de julio de 1937 durante su travesía alrededor del mundo y fue declarada muerta el 5 de enero de 1939. El propio Roosevelt autorizó una operación de búsqueda de 4 millones de dólares aprox.
El misterio de El Crisol
Los líderes de las tres facciones mencionan unas instalaciones lejanas de las que dependen para renacer como clones, alimentarse y protegerse de todas las hostilidades del planeta. Resulta que las preocupaciones son fundadas: están inoperativas, destruidas en algunas zonas e invadidas por los animales alienígenas autóctonos. Al parecer, uno de los Gengis Kan lideró una revuelta para liberarse de aquella prisión y del yugo de los robots... sin saber que el planeta era muy hostil y que no podían alejarse demasiado sin morir.
Les informo de la situación y menciono una puerta cerrada que me bloquea el paso a la zona restringida. Roosevelt me ayuda a desentrañar el misterio: una nave hermana a la original puede que tenga el acceso que necesito. ¡Y así es! La encuentro en el Sistema Zelazny. Resulta que tuvieron un accidente y que toda la Misión corrió peligro, así que decidieron que la primera nave estableciese toda la operación en el primer planeta que pudiesen, Caribdis III.
Consigo el acceso y vuelvo con los líderes. Ya habían dejado caer sus intenciones de reclutarme para su causa, pero ahora lo dicen abiertamente. Las luchas políticas son bastante complejas, así os hago un resumen muy resumido de lo que entendí que quería cada uno:
- Roosevelt: busca reiniciar y hacerse con el control del sistema para que los clones (y no los científicos) sean quienes controlen todo. Todo esto con el fin de ser autosuficientes y prosperar por sí mismos, aunque eso pueda incluir la muerte real. En definitiva, formar una sociedad.
- Amanirenas: la reina tiene fe ciega en la Misión. No creo que nunca llegase a comprender del todo que se trataba de un experimento biológico de clonación llevado por científicos. Me pide que restaure el sistema y que todo continúe como debería, fiel a las tradiciones. Era la favorita y la gran esperanza de los científicos, según recogieron en los registros de la nave hermana.
- Gengis Kan: el conquistador busca destruir el sistema y liberarse de todas las ataduras para ser verdaderamente libre. Ironías del destino que este emperador termine siendo un revolucionario. Su actitud es ciertamente beligerante, pero se preocupa a su modo por el resto de facciones. Quiere liberarlas, quieran o no.
Las posturas son claras. Mis experiencias e ideales personales me hacen descartar por completo a Amanirenas y dudar de Roosevelt. Si bien no me convencen los métodos revolucionarios de Gengis Kan, ciertamente es el único que se ha mostrado genuinamente sincero y del que no he encontrado contradicciones. Acepta sus logros y fracasos, desde la liberación de los clones hasta la muerte de muchos por no conocer las hostilidades de los planetas.
La clonación: moralidad y límites
Mi recorrido por la zona restringida de las instalaciones es un paseo dantesco a las habitaciones más amorales y asquerosas de la humanidad. La Misión no es otra cosa que experimentos biológicos y sociales con clones de diferentes figuras históricas. Las instalaciones están protegidas por clones de una sola persona y defensas robóticas, y llenas hasta los topes de cadáveres de clones... fruto de experimentos elaborados a lo largo de los años, tanto activos como automatizados.
La clonación es un tema que me pilla especialmente cerca: fue bastante recurrente en mis trabajos y debates durante mi paso por la carrera de Filosofía. Sin querer dar la chapa ni aburrir a nadie, partimos de la premisa de que creo que un clon se vuelve un individuo o ser totalmente diferente al original en el momento que cuenta con experiencias (recuerdos) diferentes al ser clonado. Al fin y al cabo, ¿qué somos y qué nos da forma sino el cúmulo de nuestras experiencias?
Teniendo en cuenta esto, entenderéis por qué un experimento con clones que son tratados como copias de una fotocopiadora me parece algo absolutamente atroz y un escalafón especialmente bajo de la humanidad. Todos los cuerpos que hay apilados en fosas y en cintas transportadoras no son copias meramente, sino individuos que han formado sus personalidades (más o menos diferentes) según las experiencias que han vivido... aunque sean los horrores de ese lugar.
No creo que haya que defender todas las vidas a cualquier precio, pero eso no es pie para rebasar los límites de la forma que veo en la instalación. Tras esta reflexión, me encuentro en la decisión final: otorgar el control a uno de los líderes o destruir las instalaciones. Decido reiniciarlas y dar el control a Roosevelt por varias razones:
- Es el único que ha propuesto una opción no beligerante y constructiva.
- Está dispuesto a pactar con los Renegados para que estos tenga su libertad, siempre que dejen a los Pragmáticos vivir su vida. Gengis Kan acepta estas condiciones, aunque sigue queriendo que destruya las instalaciones.
- No soy quién para tomar decisiones por nadie. Amanirenas y Gengis Kan son libres de tener sus creencias, pero pierden toda la razón cuando fuerzan al resto a seguir su camino... aunque una parte de mí apoye a Gengis.
- Es el mejor punto medio entre las tres ideologías.
Vuelvo al campamento y doy la noticia. Las instalaciones no están destruidas, tal y como querían Roosevelt y Amanirenas, y los clones son libres de hacer su vida, tal y como querían Gengis Kan y Roosevelt. No soy tonto y sé perfectamente lo que va a ocurrir: Amanirenas se alza en armas por no haber seguido sus instrucciones, mientras que Gengis Kan me agradece su libertad, al mismo tiempo que me recrimina que las instalaciones no han sido destruidas.
La guerra se desata entre los Creyentes y Renegados, mientras que los Pragmáticos se esconden en sus casas. La reina Amanirenas muere en el asalto. Gengis Kan gana su guerra y decide que es el momento de disfrutar de su libertad. Finalmente, Roosevelt me agradece mi participación y me honra con un lugar en El Crisol siempre que quiera. ¿He obrado bien?, ¿mal?, ¿pude hacerlo mejor?, ¿tenía la suficiente información para tomar una decisión? No lo sé, pero esta vez se ha impuesto la prosperidad... y eso es decir mucho.
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