No esperaba en absoluto lo que Spiritfarer me tenía preparado. Habiendo visto poco más que dibujos rebonicos y líneas de diálogo, la idea me llamaba más por lo visual y lo que podía suponer su guión que por cómo se jugaba a los mandos. Poco después descubrí que en realidad estábamos ante un juego de gestión y, claro, ahí poco puede hacer un adicto al género como yo.
Con sus más y sus menos en todos los aspectos -menos el visual- lo que no podía llegar a prever era la enganchada de infinitas horas que me han tenido pegado a la silla durante los últimos días. Spiritfarer es uno de esos juegos indie que aspiran a algo más, que entregan sorpresa tras sorpresa incluso cuando ya parece tener todo el pescado vendido y que, al final del camino, te gana por el mimo y atención al detalle que pone en todas ellas.
La muerte desde una visión distinta pero igualmente dura
En Spiritfarer nos ponemos en la piel del barquero de la muerte, el ente a las órdenes de Hades que debía encargarse de transportar las almas hasta el inframundo según la mitología grecoromana. Sin embargo el juego abandona toda iconografía conocida, rasgando las túnicas roídas y arrojando por el desagüe la idea de un río Aqueronte de aguas oscuras y tenebrosas.
Con el color y la vitalidad por bandera, nuestro personaje es sólo una dulce y atenta niña que debe acompañar a las almas perdidas durante sus últimos días en este mundo. Personajes que, en forma de animales antropomórficos pintados y animados con una exquisitez que invita al aplauso, deben resolver sus últimos asuntos y preocupaciones antes de dar el salto a la otra vida.
La barquichuela típica cargando muertos con monedas en los ojos cede paso aquí a un barco al que sólo le faltan las piscinas con toboganes y las orquestas nocturnas para ser un crucero Disney. Nuestro cometido no es sólo encontrar a esos pobres diablos con las horas contadas, sino también acomodarlos y acompañarlos en el proceso de despedida.
Para sus últimos instantes quieren, como todo hijo de vecino, un sitio en el que sentirse como en casa, su plato preferido encima de la mesa y, como en todo juego con una buena dosis de diálogos y viajes, también un recadero que les ayude con sus últimos cabos sueltos.
Exploración, crafteo y plataformas al servicio de una buena historia
Con un barco que va creciendo en tamaño y posibilidades, el ciclo que propone Spiritfarer parte de explorar para conseguir recursos y almas perdidas, mejorar la estructura del barco añadiendo estancias y herramientas, cumplir los deseos de nuestros pasajeros y acceder a más tamaño y posibilidades que nos permita acceder a más zonas para mantener girando la rueda.
Gratamente sorprendido por el inmenso tamaño del mapa, lo que empieza como un paseo por el Mediterraneo pronto se torna en un viaje por el mundo cuando podemos navegar por zonas con niebla o romper el hielo que separa un mar de otro. A las terracitas de puerto costero de estética victoriana pronto le siguen las grandes urbes en decadencia, las islas niponas y los pueblitos noruegos.
Entre unas y otras un puñado de islas en las que recoger recursos -nada que se haga pesado, especialmente gracias a las soberbias animaciones que atesora-, y una serie de eventos en forma de minijuegos o islas especiales que nos permiten acceder a materiales más raros. Recolección de recursos breve, ágil y entretenida en una aventura que siempre parece tener un techo a la vuelta de la esquina y se saca de la manga más materiales y mejoras antes de que lo alcances.
Hay mucha tela que cortar en todo ello, desde los ingredientes para los distintos platos con los que debes encandilar a tus huéspedes hasta los minerales que pueden ser manipulados, procesados y triturados. Un bucle en el que es muy fácil caer y tremendamente difícil salir. Uno de aquellos que entienden más de partidas hasta la madrugada que de sesiones cortas.
Una empatía que no siempre entra igual de bien
De ese intento de ser mucho más grande de lo que parece a simple vista no sale siempre indemne. Funciona a las mil maravillas la constante mejora y expansión del barco, las cucamonadas como las recetas de cocina o el resto de coleccionables, e incluso una exploración que por momentos parece más lenta de lo que querrías.
Donde más palidece es precisamente en lo que desde el primer minuto parece tener bien atado. En esa ristra de personajes -con problemas que poco o nada tienen que ver con su aspecto de dibujo animado y que ceden hueco a la demencia, el abuso infantil, las relaciones tóxicas o la soberbia- Spiritfarer empieza su andadura con un ritmo que invita a tener cerca la caja de pañuelos, pero se derrumba conforme van apareciendo nuevas almas que salvar.
No diría que pierden el rumbo por falta de carisma o guión, pero sí se vuelven menos entrañables por culpa de personalidades más ásperas, rozando o sobrepasando el insulto hacia la protagonista y quedando en ese terreno en el que la duración del juego y la falta de empatía empiezan a hacer mella.
No ayuda que llegados a ese punto sus misiones sean poco más que un trámite insulso. Ya no porque tu barco esté hasta los topes y no te quede nada en el mapa por descubrir -que también-, sino porque la falta de originalidad en las misiones, los paseos innecesarios y los recados de “consígueme 100 zanahorias” emborronan todo lo bueno vivido hasta el momento.
La opinión de VidaExtra
Nada me molestaría más que dejar al interesado en Spiritfarer con un mal sabor de boca. Pese a sus más y sus menos la viciada con decenas de horas a mis espaldas está indudablemente ahí, y el cariño a una buena parte de sus personajes, escenarios y mecánicas, también.
Los fans de los juegos de gestión y recolección de coleccionables van a encontrar aquí más de una buena razón para que los primeros rayos de sol les pillen jugando. Los que gozan de leer entre líneas en las conversaciones y se enternecen acompañando a una anciana hasta su cama, van a pasarlo mal con alguna que otra despedida.
Spiritfarer es uno de esos juegos que pretende brillar con sus ideas sin olvidar todo lo que puede dar de sí el medio. Puedes venir por la historia y quedarás contento, hacerlo por la gestión y la exploración y salir con una sonrisa de oreja oreja, o tener la intención de disfrutarlo por igual a todos los niveles y que se convierta en uno de esos títulos a los que sigues dándole vueltas incluso semanas después de haberlo terminado.
Spiritfarer
Plataformas | PC, PS4, Switch y Xbox One (versión analizada) |
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Multijugador | Local |
Desarrollador | Thunder Lotus Games |
Compañía | Thunder Lotus Games |
Lanzamiento | Ya disponible |
Precio | 24,99 euros (disponible con Xbox Game Pass) |
Lo mejor
- Una historia entrañable
- Buena mezcla de exploración, construcción y crafteo
- Una golosina para los completistas
Lo peor
- Pierde ritmo hacia el final
- Los viajes iniciales pueden hacerse un poco cuesta arriba
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