Bethesda es una de las compañías que más se ha centrado en los FPS este año. En los últimos meses nos ha dejado con juegos como RAGE 2 y dentro de unos meses publicará DOOM Eternal. Entre medias de ambos se ha lanzado recientemente Wolfenstein: Youngblood, una nueva entrega de la conocida serie.
En su momento os dejamos con las impresiones que nos habría generado tras sus primeras horas y nos causó con unas sensaciones muy positivas. Sin embargo, no es la primera vez (y probablemente no será la última) que nos hemos encontrado con casos que, tras probar un título con profundidad, nuestra opinión ha cambiado un giro por completo.
Personalmente he de reconocer que este era de uno de los títulos de este verano que más ganas le tenía, sobre todo tras jugar a Wolfenstein II: The New Colossus, el que fue uno de los mejores FPS, por no decir el mejor, de 2017. Así pues, vamos a contaros en el siguiente análisis qué es lo que hace especial a Wolfenstein: Youngblood y a su vez en lo que ha fallado.
Hermanas de guerra contra los nazis
Al contrario que otros capítulos de la franquicia, esta vez B. J. Blazkowicz no será nuestro protagonista. En su lugar serán sus dos hijas gemelas las que seguirán sus pasos al compartir su enorme odio y desprecio a los nazis, sobre todo tras enterarse que su padre ha desaparecido, lo que les hace pensar que el temible ejército alemán ha tenido algo que ver en todo esto.
Al seguir su rastro irán a parar a un París de los años 80 que ha sido invadido y conquistado por completo por los nazis. Aun así, habrá un grupo de rebeldes dispuesto a plantarles cara y al que nos uniremos. No obstante, podríamos decir que todo el argumento se resume simplemente en esto, porque la verdad es que la trama no da para mucho más.
En todo momento queda relegada a un segundo plano y no nos genera ningún tipo de interés. Seguimos adelante con ella, pero no nos deja con las ganas de saber qué pasará a continuación, sobre todo porque la acción no será lineal, debido a que, una vez superado el primer nivel, seremos totalmente libres de elegir por dónde queremos ir, seleccionando cualquier pantalla desde un mapa para cumplir los distintos objetivos principales y secundarios que nos soliciten.
Tampoco ayuda el hecho de que las cinemáticas son más bien escasas y al final estaremos la mayor parte del tiempo repartiendo tiros a diestro y siniestro que tratando de averiguar qué le ha pasado al padre de nuestras protagonistas. Y hablando de ellas, el carácter de cada una está muy bien definido, la manera como se apoyan mutuamente o la falta de experiencia en el campo de batalla, aunque en seguida se transformarán en unas máquinas de matar.
El juego se enfoca sobre todo en la relación entre ambas y eso se nota en la jugabilidad, ya que el modo cooperativo es el punto más fuerte de este Wolfenstein. No importa que juguemos solos o con un amigo, porque siempre estaremos acompañados por Soph o Jess, dando igual a quien elijamos porque las dos son exactamente iguales, pero la verdad es que, tanto para lo bueno como para lo malo, uno de los aspectos que más nos ha gustado es precisamente su modo para dos personas.
Donde esté un jugador de verdad, que se quite la inteligencia artificial
Tras jugar a fondo a Wolfenstein: Youngblood en solitario y con su cooperativo, me quedo mil veces con este último antes que tener que afrontar los niveles en compañía de la inteligencia artificial. La experiencia cambia por completo y cuando ya llevas un par de horas es cuando te empiezas a dar cuenta de la falta que te hace un compañero de verdad de carne y hueso.
Con esto no queremos decir que sea una inútil y no sepa controlar al segundo personaje. Por suerte sabe defenderse sin problemas y atacar a quien sea necesario. La cuestión es que el juego nos fuerza a tener que trabajar codo con codo con nuestra hermana si queremos machacar a los nazis, porque los encuentros contra ellos supondrán un reto constante, principalmente por la enorme cantidad de enemigos que aparecerán en pantalla simultáneamente.
El no poder establecer una estrategia a seguir es lo que más hemos echado en falta. Algunos nazis llevan equipado un pedazo de armaduras que nos darán más de un dolor de cabeza mientras les cosemos a tiros, porque serán increíblemente resistentes. Esto supone que la única forma de poner fin a su existencia es eligiendo el arma oportuna, porque no todas funcionan igual contra todos los enemigos y algunas son más efectivas contra algunos en concreto.
Pero claro, esto lo sabemos nosotros, la inteligencia artificial no, así que nos sentiremos más solos que la una pegando los balazos que corresponden mientras que nuestra compañera se limitará a disparar con lo primero que pille. Encima tampoco es que lo haga de una manera muy efectiva, así que prepararos para sufrir y mucho tratando de eliminar a estos enemigos acorazados, porque más de uno serán unos auténticos huesos duros de roer. En cualquier caso, nuestra compañera nos apoya, sí, cumple su función, pero tampoco es una ayuda que nos parezca fascinante.
Además, contaremos con unas vidas limitadas que habrá que procurar cuidarlas como es debido. Si nos quitan demasiada salud, nuestro personaje comenzará a desangrarse y será nuestra hermana quien deberá acudir en nuestra ayuda para devolvernos a la normalidad. En cambio, si decidimos desangrarnos para recuperarnos, o si las dos chicas se están desangrando al mismo tiempo, entonces perderemos una de las tres vidas, como máximo, que tendremos.
La cosa es que en la mayoría de ocasiones la inteligencia artificial ha acudido en mi rescate si ha hecho falta, pero también ha habido veces en las que me estaba muriendo delante de sus narices y pasaba de largo. Al final todo esto son detalles que acaban generando un gran malestar y de los que no tienes por qué preocuparte si estas acompañado por un segundo jugador, siempre y cuando no sea un paquete, claro está.
Una de las grandes diferencias entre jugar solo o acompañado por otra persona reside sobre todo en el nivel de dificultad. En el primer caso se vuelve algo más asequible y se sitúa en un nivel estándar, mientras que en el segundo caso aumenta bastante más, de ahí el hecho de que hemos de reiterar que una buena coordinación será indispensable para poder sobrevivir. De todos maneras, este modo será siempre el mejor por hacer la jugabilidad infinitamente más entretenida y divertida.
Un FPS que trata de asemejarse a un RPG
Cuando pienso en Wolfenstein lo primero que me viene a la mente es "un FPS de gran calidad", porque es así, el gunplay de las últimas entregas es brutal, es de lo mejor que te puedes encontrar en este género y por suerte en Youngblood se ha conservado a la perfección. Mantiene intacto ese ritmo tan frenético, el tener que desplazarnos rápidamente o buscar coberturas para no morir en un santiamén y la verdad es que en general es una delicia el manejo de cualquier arma.
Lo que es inexplicable, tal vez por querer probar algo diferente, es el hecho de que esta entrega dé la impresión de querer parecerse a una mezcla de shooter y RPG, porque hay que reconocer que no le ha terminado de sentar demasiado bien la apuesta por esta combinación de géneros. Y es que a medida que vayamos acabando con nuestros enemigos iremos obteniendo puntos de experiencia para ir subiendo de nivel.
Estos servirán para obtener unos puntos que podremos canjear en habilidades especiales o en mejoras para las estadísticas. Eso sí, pese a que en un principio parecerá que no es tan importante subir de nivel, a la larga acabaremos comprobando que será algo obligatorio con tal de sobrevivir a los enemigos más demoledores, porque ellos y los jefes finales sí que tendrán un nivel también. De hecho, el propio juego nos avisará que habrá ciertas zonas (las de las misiones principales) a las que es recomendable no viajar hasta que no tengamos un nivel más alto.
Tampoco es que algunas pantallas vayan a ser un paseo, dado que la inmensa mayoría de los enemigos escalarán su nivel junto con el nuestro, para que así la dificultad siempre se mantenga estable en un punto mínimo. Sin embargo, en todo este asunto es donde nos hemos topado con uno de los grandes inconvenientes del juego, como es el hecho de que no nos quedará más remedio que farmear con tal de avanzar.
Como ya dijimos antes, la trama no será lineal y podremos viajar a las fases que queramos. Esto supone que algunas las deberemos de repetir más de una vez solo para volvernos más poderosos, rompiendo así con el esquema de cualquier Wolfenstein, a lo que hay que sumar que el diseño de los niveles tampoco es ir de un punto A un punto B. En este caso se tratarán de unos escenarios enormes que tendremos libertad para explorarlos como queramos, sobre los que hay que reconocer que también es de lo que más nos ha gustado por su calidad, y en los que deberemos ir cumpliendo las diferentes misiones principales y secundarias.
También hay que decir que el interés por completarlas será mínimo al ser casi todas de relleno. A la larga por lo único motivo que seguiremos jugando realmente será por aumentar nuestro nivel o mejorar las armas. Esto se debe a que por todas partes nos encontraremos con cajas de munición, artículos de coleccionista y monedas, que serán las que emplearemos para aumentar las estadísticas de nuestras armas de fuego y darles efectos secundarios, con una amplia variedad de opciones. Algunas armas se encuentran ocultas, pero una vez nos las agenciemos, el volver a una fase por segunda vez solo será para obtener más experiencia y las susodichas monedas.
Pero dentro de todos estos aspectos positivos y negativos, hay un par de ellos que son los que menos me han gustado con inmensa diferencia: la falta de puntos de control y el repetir las fases desde el principio si mueres. Sí, es así como suena, porque ha habido algunas pantallas en las que me he pasado más de una hora y a causa de su elevada dificultad y la poca ayuda de la inteligencia artificial contra los jefes finales perdí todas las vidas, devolviéndome al juego al principio de la fase en cuestión porque los puntos de control brillan por su ausencia al no haber ni uno. Así que había que repetir todo de nuevo.
La opinión de VidaExtra
En los aspectos técnicos MachineGames lo ha vuelto a bordar. Gráficamente el juego luce estupendamente y el rendimiento es perfecto a 60 fps constantes. Visualmente todo nos ha encantado, mientras que en la banda sonora los temas musicales no destacan especialmente, aunque quedan bien de fondo, y una vez más el título ha venido localizado por completo al castellano con un buen conjunto de voces.
Como FPS es maravilloso, pero en sí es un mal Wolfenstein porque se aleja demasiado a lo que hemos visto en otras entregas, que tampoco es que esté mal por ser algo diferente, pero aquellos que esperen encontrarse una continuación que mantenga la calidad tan impresionante de The New Colossus o The New Order, no lo encontrarán aquí. Al menos nos quedamos con su modo multijugador, que ha resultado una excelente idea y algo que esperemos que se llegue a implementar en futuros capítulos.
Wolfenstein: Youngblood
Plataformas | PC (versión finalizada), PS4 y Xbox One |
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Multijugador | Sí |
Desarrollador | MachineGames |
Compañía | Bethesda Softworks |
Lanzamiento | 26 de julio de 2019 |
Precio | 34,90 euros |
Lo mejor
- Un gunplay excelente.
- El modo multijugador cooperativo para dos jugadores.
- El diseño de los niveles por su tamaño.
Lo peor
- Un argumento insulso y con un peso mínimo.
- El tener que farmear para subir de nivel.
- La inexistencia de puntos de control que te obligan a repetir una fase desde el principio.
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