Análisis de Werewolf: The Apocalypse - Earthblood: la esencia del doble A se viste de colmillos, desmembramientos y lobos hippies

Análisis de Werewolf: The Apocalypse - Earthblood: la esencia del doble A se viste de colmillos, desmembramientos y lobos hippies

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Me cuesta horrores diferenciar qué pesa más en Werewolf: The Apocalypse - Earthblood, si unos evidentes fallos para los que la experiencia de Cyanide no tiene excusa, el ineludible sabor a espíritu de doble A de generaciones anteriores -no necesariamente las más cercanas-, o el hecho de habérmelo pasado divinamente.

Acción y sigilo se dan la mano en un juego que, por fin, nos permite ponernos a los mandos de un hombre lobo mientras desatamos nuestra rabia y luchamos contra soldados, exoesqueletos y monstruos mutantes. Werewolf: The Apocalypse - Earthblood es la prueba fehaciente de todo lo bueno y lo malo que implica darle alas al doble A.

Una peli noventera hecha videojuego

Lejos de encarar el análisis hacia el debate de esa clase de producto que no entra ni en el terreno de los indies pequeñitos ni en el de las grandes superproducciones -algo que ya hicimos, por ejemplo, con Destroy All Humans-, lo cierto es que el mero hecho de ir desgranando Werewolf: The Apocalypse - Earthblood ya da buena cuenta de sus bondades y limitaciones.

La de cierta libertad creativa a medio camino entre el sudar de todas las modas y un poco de olor a naftalina está precisamente en su historia y personajes. Aquí nos encontramos con Cahal, un hombre lobo que poco o nada casa con los cánones de héroe actuales.

¿Recuerdas la última vez que viste una de esas camisetas con la cara de un lobo y pensaste quién narices se pondría eso? Pues bien, es este tío.

Un héroe de acción de los 90 parte hombre, parte lobo y parte guardián del bosque, cuyas aventuras de hippie antisistema le llevan a luchar en modo terrorista de guerrilla contra una megacorporación que está destruyendo el ecosistema de su tribu.

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A partir de ahí el bueno de Cahal vivirá una serie de previsibles inconvenientes que le llegarán a perseguir al jefe de dicha compañía hasta un enfrentamiento final que, como no podía ser de otra forma en una historia de sabor añejo, tiene muertes por doquier y un monstruo final gigante con tentáculos.

El hermano de Vampire: The Masquerade

A una historia con un planteamiento así no le pides demasiado y, aunque Werewolf: The Apocalypse - Earthblood se esfuerza por mantener vivo el lore a base conversaciones, cinemáticas y una serie de papeles desperdigados por ahí que van ampliando la historia, no tomársela en serie parece parte del contrato que estableces con él.

No sé hasta qué punto quedarán conformes con ello los que, a diferencia de mí, vengan aquí por ser fanáticos del juego de rol de Mark Rein-Hagen -otro brazo más de la franquicia a la que también pertenece Vampire: The Masquerade-, pero en realidad el juego no se olvida de sus orígenes.

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Lo hace a través de secciones más centradas en la historia en las que las conversaciones nos permitirán elegir qué queremos decir, las situaciones nos invitarán a escoger qué hacer o un final que se bifurca para darnos dos alternativas en las que es difícil no optar por la del caos, la destrucción y la venganza.

Una dualidad  con un camino constantemente más obvio que, en realidad, se apodera del juego casi desde el principio para no volverlo a soltar. ¿Quieres pasar por esta sala plagada de enemigos realizando eliminaciones de forma silenciosa o transformarte en hombre lobo y dejar todas las paredes manchadas de sangre con el desmembramiento de tus víctimas? Bueno, está claro ¿no?

Hombre lobo en Washington

En total Cahal tiene cinco transformaciones distintas. Su modo básico, el que utiliza para eliminar enemigos sin hacer ruido y accionar botones que abran puertas o desactiven cámaras de seguridad, es el que nos tiene de aquí para allá en modo humano.

Compatible con ese mismo está el modo de lobo, mi preferido para moverme a mayor velocidad por sus escenarios y el que te permite pasar más desapercibido en las zonas de sigilo, crear distracciones a base de ladridos o colarte por conductos de ventilación.

Siempre que llegas a una sala lo harás en una de esas dos formas y tocará decidir qué camino tomas. Puedes dedicarte a eliminar enemigos sin hacer ruido, a base de golpes o disparos de ballesta, o puedes pegarle un par de lingotazos a tu petaca y transformarte en hombre lobo con todas las barras de poder activadas.

Si bien el sigilo está más o menos resuelto, incluso con secciones que puedes superar sin víctimas, es ese tipo de jugabilidad que personalmente se me hace tremendamente cuesta arriba. Para qué narices iba a esperar yo a que ese se mueva de aquí a allí cuando puedo arrancarle la cabeza de un bocado.

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Hemos venido a romper cosas

Transformado en hombre lobo llega el caos y la destrucción. Las piezas del escenario salen volando a tu paso y los enemigos quedan a tu merced para que aproveches la última habilidad aprendida en el árbol de progreso del personaje.

¿Un golpe desde arriba en plan bomba? Lo tiene. ¿El de lanzarse de un salto a la otra punta del escenario? También. ¿Golpes fuertes, flojos y esquiva? Obviamente. Werewolf: The Apocalypse - Earthblood es uno de esos juegos que, con un par de imágenes y vídeos, ya sabes muy bien cómo van a ser.

Con la posibilidad de cambiar entre un modo ágil o uno tanque a placer, cada uno con sus cuatro poderes especiales, nuestro principal objetivo será hacer crecer nuestra barra de rabia a base de atacar y realizar ejecuciones a los muñecos que hayamos pillado con nuestras zarpas.

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Una vez conseguido eso llega la última transformación, en la que nuestro hombre lobo se convierte en una bestia aún más peligrosa que, poder de Gaia mediante pero sin convertirse en invencible, pega unas hostias como panes de esas que dan un tremendo gustico.

Variedad limitada

La posibilidad de mandar a tomar viento el sigilo en todo momento -u optar por todo lo contrario- acaba resultando ser una auténtica gozada. Los combates, especialmente cuando hay jefes finales implicados, acaban siendo de lo más divertidos y exigentes.

Lo malo de Werewolf: The Apocalypse - Earthblood es que le cuesta horrores mantener el ritmo de novedades salvo para ir introduciendo enemigos. Un problema que hereda de un árbol de habilidades con pocas sorpresas y una mecha muy corta, especialmente si te decantas por un estilo de combate en concreto y pasas del sigilo, y una muy evidente falta de originalidad a la hora de vestir sus escenarios.

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Da igual si es en un bosque de Washington o una reserva india de Arizona, puedes tener cristalino que te acabarás metiendo en una fábrica con pocas variaciones entre la sala anterior y la contigua. Sin embargo aquí has venido a repartir estopa, así que es fácil pasárselo por alto.

Menos esquivables son las balas de errores de diseño que implican estar repitiendo siempre lo mismo o que, tras morir en un combate, te teletransportan a un checkpoint en el que toca utilizar un ascensor y lidiar con una cinemática antes de volverlo a intentar.

Si es una maniobra intencionada para generar un castigo por haber perdido, felicidades, habéis conseguido vuestro objetivo, pero es un truco tan viejo como los doble A de PS2.

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La opinión de VidaExtra

Werewolf: The Apocalypse - Earthblood no intenta en ningún momento esconder lo evidente. Esto es un juego menor, de factura humilde y tropiezos tan básicos como previsibles, pero también una de esas experiencias que te meriendas la mar de a gusto en un fin de semana.

Pese a lo repetitivo de su propuesta, la acción nunca decae y sus combates resultan de lo más gratificantes. Queda muy lejos de ser un juego a recomendar encarecidamente pero, a pesar de que no seré yo el que te diga que te lances a él como lobo a la yugular de su presa, tampoco puedo negarte que me lo he pasado la mar de bien jugándolo.

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Werewolf: The Apocalypse -Earthblood

Plataformas PS4, Xbox One, Xbox Series, PC y PS5 (versión analizada)
Multijugador No
Desarrollador Cyanide Studio
Compañía Nacon
Lanzamiento 4 de febrero de 2021
Precio 49 euros

Lo mejor

  • Ser un hombre lobo siempre va a ser divertido
  • Combates finales tan exigentes como entretenidos
  • Un doble A descafeinado que cumple con lo que promete

Lo peor

  • Poca variedad de situaciones
  • Las sorpresas se acaban pronto

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