Análisis de Bayonetta 3: puro exceso, pura demencia, puro videojuego

Análisis de Bayonetta 3: puro exceso, pura demencia, puro videojuego

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Bayonetta 3

Era fácil caer en el error de que con Bayonetta 3 no habría sorpresa, al fin y al cabo ya sabíamos a lo que veníamos, pero lo cierto es que ha sido mayúscula. Por lo profundo de sus mecánicas, lo divertido de su propuesta y cómo convierte la secuelitis del "más y mejor" en un "todo y perfecto", Bayonetta 3 es el mayor exponente de lo que significa ser un videojuego.

Puede que su historia no guste a todos por igual y que a nivel técnico esté pidiendo a gritos un salto a una máquina de más posibilidades, pero si hay algo que no se le puede echar en cara a Bayonetta 3 es su amor por el medio.

No sólo por sus encadenadas referencias y homenajes, sino por cómo consigue sacar el polvo allí donde huele a cerrado, y rebaja hasta convertir en kalimotxo a todos los vinos de 80 euros a los que le sobran aires de grandeza. Bayonetta de mi vida, qué bueno que volviste.

Bayonetta 3 es puro exceso

Hace unos días hablábamos sobre los tipos de secuela a los que nos tiene acostumbrados el medio para separarlos entre el que se queda corto, el que se limita al más y mejor, y el que busca un salto evolutivo. Bayonetta 3 introduce una cuarta variante, el de la saga que no sabe si vivirá lo suficiente para ver otro día y, lejos de guardarse alguna idea para lo que pueda estar por venir, decide ir con todo lo que se le ocurra.

Bayonetta 3 se excede de lo que cualquier otro videojuego podría considerar como normal, pero también de lo que la propia saga entendía como tal. Son apabullantes tanto su número de armas disponibles como los combos que puedes perpetrar con ellas.

Pero no contentos con esa cifra doblan las posibilidades permitiéndote realizar invocaciones, e incluso transformarte en una de ellas, para que el mero hecho de calcular cuántas opciones tienes en un mismo combo sea capaz de quemar los circuitos de un ordenador cuántico.

Pudiendo cambiar a placer entre tres invocaciones distintas de entre las muchas disponibles, aquí la gran baza está en ver bailar a Bayonetta en una esquina mientras nuestros habituales puñetazos y patadas se traducen en golpes, agarres y combos que realiza el monstruo gigante que ahora ocupa la pantalla bajo nuestro control. Cambiar entre puñetazos de otro mundo, disparos con los pies y la aparición breve o prolongada de estos mastodontes es, como podría esperar y desear cualquier fan de esta saga, una delicia.

Bayonetta 3

Podría ser uno de esos casos en los que la suma de capas sobre capas termina convirtiendo la experiencia en un absoluto sindiós en el que no sabes ni de dónde te vienen las hostias ni hacia dónde las diriges tú, pero como vuelve a ser habitual en Platinum Games, las acciones vuelven a ser cosa de apenas tres botones, simplificando al máximo su uso y permitiendo que profundices en él sólo hasta donde tú quieras llegar. Eso sí, ya te adelanto que la madriguera del conejo no tiene final.

Frente al miedo de no poder toquetear la diferencia entre las armas que llevamos en las manos y las que adornan nuestros taconazos, Bayonetta 3 demuestra con apenas un par de minutos que todo miedo que pudiésemos tener era infundado.

La gloria de jugar a esto bien, de aprenderte los combos de tus armas favoritas e ir combinándolos con la aparición de un araña gigante y un perro infernal que pille a un kaiju por el gaznate, es tan excesivo como satisfactorio.

Unos combates demenciales

Agarrándose a la opción de los monstruos gigantes, y limitándose sólo en un puñado de angostos pasillos, los escenarios, la exploración y las secuencias de acción crecen aquí a un nivel demencial. Bayonetta 3 necesita todo el espacio posible para que la invocación de una rana gigante se deje caer sobre el sitio mientras tú te transformas en un tren endemoniado que recorre la zona aniquilando enemigos con tus ruedas dentadas.

Bayonetta 3

Es un juego de no creérselo, de no jugar sólo por diversión sino por ver también qué nueva locura tiene guardada bajo la manga para el siguiente acto. Y no se le acaban.

Al miedo sobre por dónde tiraría su historia se sumaba también la aparición del personaje de Viola y, tal vez incluso llegando a provocar cierta humedad en los ojos, en ambos lados hay razones más que suficientes para salir en su defensa.

De lo primero ni debo ni quiero hablar -os va a encantar-, pero de lo segundo sí parece un buen momento para romper una lanza a su favor. Nada que ver con el insufrible y repelente Loki de Bayonetta 2, Viola gana aquí mucho más protagonismo y, aunque no cuenta ni con el carisma de la bruja ni con su peso jugable, es uno de esos continuos cambios destinados a cortocircuitar el cerebro invitándote a jugar de otra forma que tan bien le sientan a la franquicia.

Bayonetta 3

La clave está en que, a diferencia de la bruja, es su parry el que activa el tiempo brujo, demandando una precisión más exquisita pero entregando algunos segundos más para desatar el caos a base de combos.

Junto a ello, la invocación que se esconde en su espada no deja a Viola bailando e indefensa como en el caso de Bayonetta, sino que puedes hincharte a soltar puñetazos mientras un gato gigante controlado por la IA hace lo suyo.

En comparación son pocas sus apariciones y en cierto sentido hacia el final acabas deseando quitártela de encima para poder probar las nuevas armas e invocaciones que acabas de desbloquear en el capítulo anterior para Bayonetta, pero entre sus espadazos -y su musicote- no es menos cierto que esas secuencias se acaban pasando en un suspiro. ¿Un cambio al que cuesta acostumbrarse? Desde luego. ¿Uno que aprendes a valorar y disfrutar? Por supuesto.

La demostración de lo que significa ser un gran videojuego

Midiendo a la perfección la mezcla de nuevas armas, nuevas invocaciones, nuevas transformaciones, y cambios en lo jugable en forma de fases controlables más palomiteras u otras que sirven de homenaje a clásicos del videojuego, Bayonetta 3 es el típico juego con el que es imposible atragantarse.

Bayonetta 3

Es una cucharada de miel tras otra destinada a convertir tu gaznate en el tobogán más resbaladizo del mundo. ¿Qué nueva locura me quieres colar? ¿Esto? Pues para dentro.

La magia de la bruja no está en eso, claro, eso puede hacerlo cualquiera, pero lo que es más difícil es conseguir que ninguna de esas cucharadas resulte empalagosa o se te haga pesada. Estás tan abierto a lo que pueda llegar, disfrutando tanto de lo que supone tener un mando en las manos mientras juegas a Bayonetta 3, que cualquier novedad o cambio es siempre bien recibido.

No esperaba yo, sin ir más lejos, alargar en la exploración de escenarios las poco más de diez horas que te va a durar la primera vuelta -ya sabéis de qué va esto, pasárselo la primera vez es sólo el tutorial de todo lo que está por venir-.

Bayonetta 3

Habíamos venido a pegar guantazos como catedrales, aquí literalmente, así que verme alejado de lo que huele a una nueva y épica batalla para acercarme a desafíos de combate ocultos, o siendo distraído por simpáticos mini retos como caminar por la lava en forma de araña, a resultado ser una grata sorpresa.

Con uno de los sistemas de movilidad más satisfactorios y divertidos que ha pasado por mis manos en mucho tiempo -lo de balancearme como araña es de un gustico completamente inesperado-, moverme de aquí para allá no tiene sólo la intencionalidad de llegar cuanto antes al siguiente reparto de tortas, es una parte más de ese continuo homenaje que hace Bayonetta 3 a la idea de ser un videojuego y elevar hasta la extenuación todo lo que puede llegar a caber en él.

Descubrir dónde pretende meter mano otra vez, sea en Metal Gear Solid o en Ikaruga, es siempre un motivo de celebración no sólo por el guiño en sí, sino por atreverse a arriesgar y romper moldes para demostrar que Bayonetta 3, como suele ser la mejor cara de Platinum cuando está en estado de gracia -y vaya si aquí lo está-, es algo completamente distinto a lo que nos tiene acostumbrados el medio hoy en día. Es, sencillamente, otra cosa. Algo mejor.

La opinión de VidaExtra

Reconozco haber perdido la esperanza y las ganas de gritar al mundo del videojuego hasta qué punto hay que fijar la vista sobre Bayonetta, desde aquél primer juego de 2010 hasta hoy, en todo lo que hace y en cómo lo hace.

No es que no lo merezca, y en Bayonetta 3 demuestra aún más hasta qué punto sus defensores seguimos teniendo razón, es sólo que he aprendido a convivir con la idea de que este espíritu arcade en un triple A, esa frase haciendo referencia a que esto podría ser un juego de Dreamcast, parece cada vez más tener los días contados. Ya sólo quiero gozarlos con calma.

Me conformo con haber visto nacer esta franquicia y haberla acompañado hasta un capítulo que, a falta de milagro en ventas o braguetazo de Platinum, sabe un poco a despedida. Me alegra sobremanera haber asistido a este espectáculo, a esta celebración de lo que significa ser un videojuego, sentado en primera línea. Si quieres sentarte a mi lado, hay sitio para otro más. Qué milagro es Bayonetta 3 y qué feliz me hace que, por fin, vayáis a poder disfrutarlo.

Imprescindible

Bayonetta 3

Bayonetta 3

Plataformas Nintendo Switch
Multijugador No
Desarrollador Platinum Games
Compañía Nintendo
Lanzamiento 28 de octubre de 2022

Lo mejor

  • Una demencial cantidad de armas, invocaciones y combos.
  • Escenarios más grandes para combates más épicos.
  • La exploración y sus desafíos ocultos.
  • Puedes pasártelo 3 veces y que siga oliendo a nuevo.

Lo peor

  • A nivel técnico Nintendo Switch no da para más.

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