El eterno retorno y la valentía de romper el bucle: cómo Nietzsche es el culpable del mayor engaño de Signalis

El eterno retorno y la valentía de romper el bucle: cómo Nietzsche es el culpable del mayor engaño de Signalis

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Signalis

Ya avisé en mi análisis de Signalis y todavía perdura el recuerdo en mi mente. Fui engañado por rose-engine, al igual que les sucedió hace 24 años a millones de jugadores en todo el mundo con Metal Gear Solid y la inolvidable batalla con Psycho Mantis. El viaje de Elster no termina donde creíamos.

Sueño de una noche incómoda

A lo largo de las ocho horas que dura el título, tenemos bien claro que el planeta en el que nos encontramos no es precisamente amigable. Androides asesinos, cadáveres por doquier y muchas dudas por resolver. Tras avanzar con el pulso tembloroso, entre la oscuridad y apuntando al frente con la escopeta, llegamos a una zona muy particular.

Todo está recubierto con carne viva, el metal está oxidado y tentáculos enormes campan a sus anchas. Cualquiera diría que hemos cambiado de videojuego y nos encontramos en la dimensión maldita de Silent Hill, pero seguimos en Signalis. Tras resolver puzles de todo tipo, llegamos a una salida cilíndrica con unas escaleras que suben por su interior.

Adler se encuentra al final, siempre manteniéndose como la última barrera antes de llegar a la nave Penrose. Un cuchillo atravesando su ojo no le impide cumplir con su tarea y nada detiene a Elster de seguir adelante, por lo que el destino del primero es fatal. El vacío rojo le espera y se encuentra con cadáveres de ella misma repartidos por el suelo.

La Penrose se alza a pocos metros con Alina aguardando para que cumpla la promesa que han mantenido durante tantos años. Elster sube al casco, intenta abrir la escotilla y termina con un brazo arrancado por el esfuerzo. Sin fuerzas, acaba cayendo al suelo y falleciendo mientras vemos cómo ese característico color rojo de su ojo se desvanece. La energía le ha abandonado. Pantallazo de "fin" y créditos; se ha acabado.

Signalis

¿O no? Lo cierto es que a más de uno os habrá pasado que pensabais que hasta aquí había llegado Signalis. A mí me sucedió hasta el punto de apagar la PS5 y dedicarme a otros menesteres. Con las dudas, volví a iniciar el juego días después para toparme conque no, esto estaba muy lejos de haber llegado a su capítulo final.

Un ciclo sin fin

Tras comenzar de nuevo la partida, veremos los últimos momentos de Elster y Alina en la Penrose, cuando fueron felices en la inmensidad del espacio. Cuando no les importaba si su misión daría sus frutos o no. Un vistazo de un mundo mejor, sin complicaciones, sin el imperio de Eusan molestando y pudiendo tomar sus propias decisiones. Con todo, Elster despierta, se recompone en mitad de la nieve, entra en la Penrose, consigue un nuevo cuerpo y se lanza a por su único cometido.

El salto es difícil de explicar, pues de repente nos topamos en uno de los baños en los que ya estuvimos anteriormente, sin mayor información de lo que ha sucedido. Lo que está claro es que el ciclo se repite y es aquí donde todo apunta a que rose-engine ha tomado el eterno retorno como un postulado básico sobre el que orbita Signalis.

Estamos hablando de un concepto filosófico que nos habla de una repetición continua de la línea de tiempo y cuyo único propósito es morir para reiniciar todo una vez más. Cada acto, cada movimiento, pensamiento, acierto y error se producirán de la misma forma, sin ningún tipo de margen a la especulación.

Signalis

Si bien hay pensadores y autores de todo tipo que la han interpretado -el primero en darle forma fue Kybalión- lo cierto es que la visión más extendida es la que ofreció Friedrich Nietzsche. El filósofo alemán se planteó una cuestión en muchos de sus libros, tales como Así Habló Zaratustra. La pregunta era la siguiente: "Si tuviera que vivir esta vida una y otra vez, ¿Cómo lo haría?"

Nietzsche propone que, en todo caso, debe ser el propio ser humano el que tome las riendas de esa vida valorando en todo momento el presente. Reniega de la postura cristiana de que hay un futuro prometedor que anhelar, por lo que acercarse al carpe diem es mucho más fructífero para la humanidad. El que sea capaz de lograrlo será concebido como un superhombre, el que está por encima del resto, ya que ha logrado que cada momento le resulte maravilloso y lo abrace sin remedio. De esta forma, la hipotética visión de una vida cíclica no le atemoriza, sino que le entusiasma, y siempre escogerá volver a experimentarla.

Es un llamamiento al poder de la voluntad humana para romper con las reglas establecidas y un ejemplo que utilizaba Nietzsche en Así Habló Zaratustra. Solo el superhombre será capaz de aceptar el dolor y la soledad, brillará para construir una nueva moral, destruirá la construida por la cristiandad y será juez y verdugo. Un grito al sí a la vida.

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Para escenificar tal hecho, el filósofo creó una situación en la que un pastor es amenazado por una serpiente. Zaratustra opina que la mejor opción es que muerda la cabeza de la serpiente para acabar con ella, pero el pastor está completamente paralizado por el terror. En un momento dado, se arma de valentía, muerde la cabeza y se libre del reptil. Para Nietzsche, es un ejemplo claro de cómo la voluntad y la decisión humana permite acabar con la opresión del tiempo para vivir con vitalidad.

¿Es el eterno retorno lo que vivimos en Signalis? Difícil de demostrar, pues Yuri Stern ya señaló que muchas interpretaciones tienen cabida sobre lo que está sucediendo. Sin embargo, la Elster que vemos que llega antes del final falso parece dudar, siendo bombardeada por imágenes del cuadro de Arnold Blöckin y fracasa en su misión de cumplir la promesa con Alina.

En la siguiente ocasión, en el nuevo ciclo, volvemos al mismo punto en el que nos encontrábamos. Adler impidiendo el paso y Elster decidida a ir hacia delante. Esta vez, sí que consigue llegar a la Penrose, aunque los finales se escinden como bien sabemos. En uno Elster se queda para siempre con Alina, en otro decide cumplir la promesa y en otro piensa que la mejor opción es nunca haberse acercado allí. Sea lo que sea lo que veamos en pantalla, está claro que Elster actúa por iniciativa propia y termina rompiendo el bucle al que le tiene sometida Alina con sus poderes de biorresonancia. Al final, acabar con todo siempre estuvo en su mano.

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