Hitler y Lenin lo adoraron, su autor nunca lo explicó: la siniestra historia detrás del cuadro de la isla de Signalis

Hitler y Lenin lo adoraron, su autor nunca lo explicó: la siniestra historia detrás del cuadro de la isla de Signalis

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Signalis Scorn

La vida de Arnold Blöckin no fue nada sencilla. Perder a ocho de tus catorce hijos es un golpe durísimo para cualquier padre de familia, pero nada de eso le impidió seguir dedicándose a su gran pasión: la pintura. El artista suizo siguió entregándose en cuerpo y alma a la profesión con la que creó uno de sus cuadros más crípticos como Isla de los Muertos.

Un paraje singular que cuenta con hasta cinco versiones diferentes que reprodujo desde 1880 -año de creación del primer cuadro- hasta 1886, quince años antes de su fallecimiento. Un grabado que ha estado no solo en los despachos de Adolf Hitler o Sigmun Freud y encima de la cama de Lenin, sino que su aparición se ha extendido a casi todo el mundo, incluido H.R. Giger, padre del estilo visual de Scorn. Por ello, los creadores de Signalis decidieron usarlo como un símbolo más de la compleja historia que esconde el survival horror.

Una historia turbia

Atención, spoilers: a partir de este punto se tratará el argumento de Signalis junto con interpretaciones de la trama.

rose-engine es un estudio de nuevo cuño, afincado en Hamburgo, una de las regiones más conocidas de Alemania. La pareja formada por Yuri Stern y Barbara Wittmann decidió rendir homenaje a los grandes títulos del género como Resident Evil, Silent Hill y hasta retazos de Dead Space. Una obra colosal que se erige entre lo mejor del año.

La trama nos lanza a un viaje en el espacio que termina de la peor forma posible. Elster, una unidad Replika diseñada para acompañar a los seres humanos y asistirlos, y Ariane, una exploradora espacial, terminan con un destino fatal. Varadas en mitad de un planeta, tendrán que intentar sobrevivir a toda costa.

Un planteamiento que de buenas a primeras parece sencillo, pero comenzará a enrevesarse de una forma difícil de digerir. Signalis no es precisamente explícito y es algo absolutamente intencional. "Tengo mucha curiosidad por cómo diferentes personas interpretarán el juego. Mientras escribía, incorporé muchos elementos muy personales en el juego, por lo que será interesante cómo lo perciben los jugadores de diferentes orígenes", explica Stern en una entrevista.

Evidentemente cada uno tendrá su propia teoría y visión sobre lo que está sucediendo, pero que el título cuente con varios finales abre todavía más el abanico de posibilidades. Sin embargo, uno de los elementos comunes a todos ellos es la Isla de los Muertos. Así es, durante muchas escenas, momentos de introspección e interacciones con el escenario, nos toparemos con el arte de Blöckin.

Como ya mencioné anteriormente, hablamos de cinco versiones, pero la que ha tomado rose-engine para la ocasión es la realizada en 1883. El artista suizo creó esta versión para Fritz Gurlitt, uno de sus marchantes y hoy en día se puede encontrar en el Altio Nationgalerie de Berlín. Antes, pasó por las manos de Hitler en 1933 tras ponerse a subasta y que fue tan popular que se aseguró que toda casa de Berlín contaba con una.

El deseo de Blöckin

Es momento de inspeccionar el cuadro a fondo y tener claro qué pretendía representar Blöckin con él. En primer lugar, no está nada claro, pues el autor sencillamente otorgó como explicación que se trata de "una imagen de ensueño: debe producir tal quietud que uno se asombraría si llamaran a la puerta". Y no es para menos esa última frase.

Arnold Bocklin

A partir de la segunda versión, Blöckin añadió un ataúd y una figura femenina en el bote de remos vacío que había en un principio. Este cambio fue tan relevante para él que lo incorporó a la pieza original y su inclusión se debió a Marie Berna, viuda de Greorg von Berna, reputado financiero de Alemania. Fascinada por la primera Isla de los Muertos, pidió a Blöckin una segunda unidad, pero con los detalles mencionados en referencia a su marido fallecido por difteria.

Así se hizo y esta es la representación escogida para Signalis, pero todavía hay más. El nombre del cuadro no es ese, ya que Blöckin nunca le dio un título. Se le ha atribuido Isla de los Muertos a raíz del comerciante Fritz Gurlitt en 1883 con motivo de una carta enviada tres años antes, por parte de Blöckin a él, donde se incluía esas palabras en una frase. En cualquier caso, hay una relación más que evidente con la muerte, ya que se cree que el origen de la inspiración que tomó el artista radica en Florencia, Italia.

Concretamente en el Cementerio Inglés de la región, lugar donde tenía uno de sus estudios Blöckin y enclave en el que decidió enterrar a su hija María. La referencia parte de los espigados cipreses que se encuentran en mitad del cuadro y que también podemos ver entre los sepulcros reales. No es la única seña hacia el fin de todo, pues unos portales funerarios se alzan desde las esquinas.

Retazos de un sueño

Una vez con las cartas encima de la mesa, toca interpretar qué es lo que sucede exactamente en Signalis con este cuadro. La particularidad que diferencia la Isla de los Muertos original con la representación del videojuego es que la mujer tapada de blanco ahora es una mancha roja.

Partiendo de la base de que el juego pretende confundir todo el rato sobre si lo que sucede es real o no, tendremos secciones en la que nos encontraremos en mitad de una playa. Uno de esos tramos en primera persona donde estaremos rodeados de calaveras y una barca con una luz roja aparecerá en la orilla.

Signalis Ariane

El final de Signalis nos muestra que Elster ha tenido que atravesar muchísimas penurias y ha acabado con numerosas Replikas. Ariane se encuentra criogenizada tras recibir el mensaje de que no se ha alcanzado a descubrir ningún planeta habitable, por lo que su único destino es la muerte. Resistiendo hasta el final, decide congelarse y hace prometer a Elster que acabará con ella si realmente no hay ninguna esperanza.

La androide despierta tras una fuga de radiación y debe tomar un camino en el que la eutanasia a la persona que la amó es un tema central. La mala fortuna provoca que la radiación comience a dañar a Ariane, una biorresonante capaz de introducir su voluntad en los demás. Pero la tortura tan solo ha comenzado.

Un organismo alienígena comienza a devorar la nave y llega hasta Ariane, la cual es consumida para mantenerse activa durante muchísimos años. Tiempo después, el Imperio de Eusan también llega al planeta, pero tras comenzar una excavación minera, son atacados por este alienígena, el cual está infectado por los poderes de Ariane.

Ella afecta a las Replikas de la planta subterránea, desencadenando que muchas de ellas adquieran el anhelo de llegar hasta Ariane. Aquí es donde aparece la figura de Adler, un modelo de Replika altamente evolucionado y que se dedica a tomar registro de todo lo que sucede. Un cronista excepcional que ha resistido parte del influjo de Ariane y se presenta como la última barrera antes de llegar a ella.

Signalis Gate

No queda claro por qué lo hace. Quizás represente a los retazos de preservación de Ariane, la cual no quiere que su mundo se derrumbe. Un mundo en el que infinidad de Replikas han intentado acudir a ella y eso es realmente atractivo.

El viaje a la isla representa a Elster acudiendo a la llamada final y que Adler se encuentre en lo alto de uno de los portales funerarios presagia que tras él hay un vacío inexplorado. Ninguna Replika había llegado tan lejos y cuando lo logramos, en base a diferentes eventos del juego, se producen los consecuentes finales.

Es el fin, la representación de que nos aproximamos a la muerte y la luz roja no es más que Elster acercándose al punto final de su viaje. Siempre pasa por encima de Adler para conseguirlo, pero no siempre tendrá las agallas para hacer lo que prometió, la promesa que realizó a Ariane. Quizás un futuro con ella a su lado sea mejor. Falso, sí, pero eterno.

Hay cinco versiones de la Isla de los Muertos, pero hay un cuadro radicalmente distinto. Pintado en 1888, Blöckin le dio la vuelta a la tortilla con la Isla de la vida, abandonando los elementos funerarios y recurriendo a la alegría por estar vivos. Esa con la que Ariane y Elster soñaron durante décadas.

Signalis
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