Atropellado a lo Mad Max y hundiendo el Batmovil: las calles de GTA Online son una ristra de fantasía sideral

Atropellado a lo Mad Max y hundiendo el Batmovil: las calles de GTA Online son una ristra de fantasía sideral

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GTA Online

Ha pasado casi un mes desde mi regreso a GTA Online. Las peripecias que he atravesado visitando de nuevo Los Santos tienen un denominador común: la comicidad. Hay otros rasgos como la ineptitud, la inexperiencia y una buena ristra de mala suerte, pero no puedo negar que me he reído bastante durante mis aventuras.

Siempre hay un personaje nuevo a descubrir, un rincón que visitar o una actividad que probar que termina contigo en un funeral robando cocaína. Si bien muchas de estas situaciones se han dado en el contexto de misiones establecidas por Rockstar, el simple hecho de darte un paseo por la ciudad puede derivar en que pases a formar parte del mobiliario urbano.

En esta ocasión, me he dado cuenta de que no hace falta que hagas absolutamente nada para que el caos llegue hasta ti. Estarás tomándote una Pisswasser bien fría en la playa y terminará lloviendo una salva de explosivos en tu cabeza.

Los tiros, mejor acompañados

Y no son en los que estáis pensando, pillines. La semana pasada comentaba cómo Lamar se había empeñado en que propulsase su trasero hasta lo más alto de los suburbios del mapa. Dado que me paga con fajos de billetes, yo no me meto a cuestionar sus absurdas guerras, así que he vuelto a ver qué es lo que me ofrecía.

Sin embargo, esta vez hay un elemento nuevo en la ecuación. Y es que por fin he conseguido un grupillo con el que hacer el mal por GTA Online. Mis camaradas me instruirán en las actualizaciones que me he perdido y ya he tenido una pequeña prueba de lo que me estoy perdiendo.

Seguro que alguna vez habéis visto esas motos voladoras en el juego, las cuales mandan completamente al carajo la poca coherencia interna que le quedaba al título. Mi psicóloga dice que no todas son malas y van a bombardearte, por eso uno de mis nuevos compañeros me ha dejado probar la suya, para disipar dudas.

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Efectivamente, las ha desterrado, pero en el peor sentido. Ese vehículo demoníaco está absurdamente roto. Es rápido, vuela, tiene misiles y turbo. La Oppressor MKII (como si fuese una armadura de Iron Man) vale 3.890.250 dólares, lo cual es un precio no demasiado alto para que Rockstar te permita convertirte en una máquina de destrucción masiva.

Nos hubiese hecho mucha falta en la tarea que nos encomendó Lamar, porque atacar a unos cuantos pandilleros con un arma que se escapa a su concepto de la gravedad nos hubiese dado la victoria instantáneamente. La clave de jugar con otra persona que conoces y con la que puedes hablar es la comunicación.

Por primera vez, el sigilo es fundamental para robar un coche y huir para ser poco más que un recuerdo fugaz. Para ello, mi compañero se pone de francotirador en la azotea y yo voy rodeando una convención del horterismo sobre ruedas. 1, 2 y 3... ¡PUM! Bajas coordinadas, secuenciadas como si fuésemos los SWAT.

Acabamos con la miseria de un fotógrafo que pretendía vivir de hacer sesiones de fotos a un coche con el sistema hidráulico disparado y lo conseguimos. Nos apoderamos de un Chino nada discreto y se lo entregamos a Lamar. Le hemos dado para el pelo a los Ballas.

Pura fantasía galáctica

Mucho disfruté haciéndole un agujero en el cráneo a aquel fotógrafo, pero ahora me veo en su papel. Invertimos roles y me paso al tejado, con una campana extractora delante y un puente tapándome la visión. En esas condiciones tengo que abrir el Snapmatic del móvil para enviar fotos a Lamar de los coches que llegan a la reunión de los Vagos.

Una vez identificados los que nos pide es turno de pasar a la acción. Con todo, queda una vez más patente mi torpeza. No puedo hacer zoom con el francotirador, así que mis tiros son peores que en el Duck Hunt de NES. A parte, tampoco me voy a poner a configurar los controles del mando mientras mi compañero suplica por una cobertura.

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A pesar de mi manifiesta inutilidad, el muchacho se las apaña para salir airoso de la lluvia de plomo. ¿Cómo? Pues con la Viuda Negra y no me refiero a la del UCM. Se trata de una especie de ametralladora del siglo XXXV que escupe más láseres que un concierto de la ruta del Bacalao.

Me dedico a observar semejante rotura de las leyes de la física y pasamos a robar los coches. Se los acabamos entregando a Lamar, no sin antes reconocernos que son lentos, giran mal y que únicamente son bonitos. Bueno, reconozco que en mitad de una persecución me ha sacado una carcajada.

El show del mundo abierto

Tras la retahíla de emociones intensas, vuelvo a estar solo. No pasa nada, de verdad, retomo mis rutinas diarias de promocionar el Black Hole, falsificar documentos y tener el mayor cultivo de marihuana posible. De hecho, introduje una mejora para que el valor de las falsificaciones sea más alto.

El destino me depara un encuentro fortuito con otro jugador un poco peculiar. No soy yo quien juzgue a la gente, pero el no poseer un tronco superior no me hace sentir muy tranquilo. Además, la relación no empezó con muy buen pie, pues me aniquiló sin compasión al intentar llevar mercancía al negocio de hierba verde.

Gta Online Lowriders

Le doy una oportunidad porque me escribe pidiéndome disculpas e incluso ofreciendo una retribución si fuese necesario. Lo rechazo amablemente y a cambio me deja probar sus vehículos, como una moto que haría estallar cualquier radar de la DGT. Entre tanta prueba, me trae la joya de la corona de su garaje.

El maldito Batmovil, el auténtico coche del Caballero de la Noche. En GTA Online recibe el nombre de Vigilante y se aparece ante mí pintado de un azul perfecto para que el Joker te localice de un vistazo, pero es un coche legendario. Mi amigo me había hablado de él como una bestialidad sobre ruedas y no se equivoca.

Tiene una aceleración demencial, turbo asquerosamente largo y no es anfibio. Es un detalle que no puedes obviar tras hundir 3.750.000 de dólares en el mar por un despiste, un pequeño fallo de cálculo por mi parte. Sinceramente, esperaba un acribillamiento masivo al pecho tras salir del agua, pero mi nuevo amigo se lo toma bien. No me extraña, era capaz de hacer desaparecer coches como yo un buen plato de pizza.

Finalmente, esta sí que no me la vi venir. Salgo del Black Hole en mi Mini y, de la nada, estoy en mitad del rodaje de Mad Max. Hace poco se anunció el inicio de la producción de Furiosa, pero yo no he hecho ningún casting. No estoy jugando al mítico Stuntman de la PS2, así que no comprendo por qué un enorme camión azul intenta que sea parte del asfalto.

GTA Online

Es gigante, me parece mucho más grande que los camiones habituales. No solo eso, sino que alcanza unas velocidades estratosféricas tirando del tráiler de la parte de atrás. Igual es un jugador despistado de Euro Truck Simulator 2, pero desde luego se ha equivocado con el DLC que ha instalado.

Viendo la pasión desenfrenada que siente por pasarme por encima, me dedico a hacer de cebo. Me coloco en curvas complicadas de coger y cuando está a punto de pillarme, me muevo un pelín, lo justo para que se estampe contra un muro. Ante tal crecimiento de frustración, se desprende del tráiler y viene a por mí sin compasión.

Al final consigue su objetivo, pero poco importa. Esta vez he aprendido la lección de que en GTA Online nunca estás solo ni queriendo. Por Tutatis, esperemos que no se caiga el cielo sobre mi cabeza para acompañarme.

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