He jugado a Final Fantasy XVI por la historia, pero no esperaba encontrar batallas tan épicas como en God of War

He jugado a Final Fantasy XVI por la historia, pero no esperaba encontrar batallas tan épicas como en God of War

Las luchas contra Titán y Bahamut no tienen nada que envidiarle a God of War

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Final Fantasy XVI

Los últimos coletazos de mi viaje por Valisthea se aproximan. Ya he invertido más de 25 horas jugando a Final Fantasy XVI y, aunque todavía no he visto los créditos finales, creo que ya me encuentro en disposición de aseverar unas cuantas opiniones sobre el trabajo de Square Enix. En otra ocasión llegará el turno a los guantazos para la compañía japonesa, pero si algo han sabido bordar son las batallas entre Eikon.

Los cañonazos, porrazos y disparos mágicos entre seres colosales se antojaban espectaculares en todos los tráilers previos del juego, pero con unas cuantas escaramuzas a mis espaldas, no puedo hacer otra cosa más que aplaudir. Todo el equipo de desarrollo ha conseguido crear lo más difícil en un videojuego: una secuencia que se quede grabada en la retina para siempre.

Aviso: esta publicación contiene importantes spoilers sobre la trama de Final Fantasy XVI.

Los tejemanejes del caos

He de confesar que entiendo la rabia que siente Hugo Kupka tras la muerte de su querida Benedikta Harman. La dichosa Dominante de Garuda ya es agua pasada, por lo que el mandamás de Dhalmekia solo quiere arrancarme el cráneo para clavarlo en una estaca. Lo curioso es que únicamente sabe que fue Cid el responsable de tal tragedia y, tras la trágica muerte de Cidolfus, ahora es Clive el que asume su nombre en pos de liberar a los Portadores de la opresión de la sociedad.

Creí que no habría más saltos temporales en Final Fantasy XVI, pues el tablero de juego estaba más que dispuesto para que la guerra se desatase sin control alguno. Cinco años pasan desde la destrucción de la Cabeza del Dragón y ahora toca volver a Rosalith, ya que Kupka está golpeando donde más le duele a Clive: atacando a su reino. Pisotear las cenizas de un bastión caído no es muy honorable, por lo que el ajusticiamiento del protagonista es más que lógico; tú atacas mi casa y yo te corto las dos manos.

Final Fantasy XVI

Había visto algún que otro meme por redes sociales con bromas al respecto de las manos de Kupka, pero ahora ya puedo decir: ¡JÁ!. La batalla contra el musculado tirano es intensa, con mucha acción y una transformación a caballo entre su forma normal y Titán, por lo que estaba claro que tocaba un asalto más donde partirnos los dientes convertidos cada uno en nuestro respectivo Eikon.

No me encanta el desierto de Dhalmekia. Calor, mucha arena y poca gente en kilómetros a la redonda, lo cual convierte a la región en el lugar idóneo para desatar la furia incontrolable de Kupka. El firme propósito de Clive y Jill es acabar con los Cristales Madre, por lo que el siguiente objetivo en la mira es asestar un duro golpe en el corazón del Colmillo del Dragón. Allí se encuentra Kupka, quien ha perdido totalmente el juicio mientras es persuadido en el castillo Dazbog por Ultima, por lo que desata su poder como Titán.

Final Fantasy XVI

Aquí es donde comienzan las piñas a lo Kratos más furioso, porque cualquiera que haya jugado al título de Santa Monica Studio no puede evitar recordar la lucha inicial de God of War III contra Poseidón. Son muchas las fases las que posee el combate contra Titán y en todas ellas se respira un nivel de epicidad que solo iguala el Olimpo griego. El papel fundamental de la banda sonora en estos tramos, ya sea contra Ifrit, Garuda o Bahamut es brillante gracias a la melodía de temas como To Sail Forbidden Seas o Find the Flame.

A cualquiera se le eriza el pelo al momento en el que Ifrit corre por los tentáculos de Titán, contemplando cómo es poco menos que una hormiga para la borrachera de poder que despliega el Eikon. De la misma forma, la caída eterna al vacío o los puñetazos sin contemplaciones son absolutamente brutales. No se ha escatimado en recursos visuales para convertir a estas luchas en un motivo capital para jugar a Final Fantasy XVI y, a pesar de que son muy cinemáticas y guiadas en muchos tramos, valen muchísimo la pena vivirlas.

La caída de Sanbreque

Una vez que Kupka muerde el polvo para siempre, todo apuntaba a que la batalla final se libraría en Oriflamme. No es para menos, pues a pesar de que las amenazas y bravuconadas del regidor de Dhalmekia iban muy en serio, la trama había dibujado un panorama muy claro en el que Sylvestre Lesage se tornaba como uno de los grandes villanos. Sí, no me puedo olvidar de Waloed y Barnabás, pero la crueldad con la que dirige su reino Lesage es demencial.

Final Fantasy XVI

Un tipo que se cree en contacto con los dioses, casado con la tipeja con menos escrúpulos de Valisthea y con un hijo que no parece que tenga ganas de vivir. El único que tiene dos dedos de frente es el admirable Dion Lesage, el cual cuenta con un poder nada desdeñable como el de ser el Dominante de Bahamut. Gracias a la charla con Joshua en el palacio de la capital, es convencido para rebelarse ante su padre y poner fin a sus artimañas injustas. Sin embargo, vemos a través de Clive y Jill que ha perdido la cordura por completo y ataca sin compasión a sus compatriotas.

No sabría decir qué lucha contra un Eikon es la más apoteósica, pero la del dragón podría llevarse la palma perfectamente. Es tan larga y destructiva que es necesario que tanto el Fénix como Ifrit hagan equipo para poder tumbarlo. La batalla nos lleva fuera de la atmósfera en lo que parece una pelea entre Goku y Beerus en Dragon Ball Super. No sé qué me puede quedar de aquí al final de Final Fantasy XVI, pero diría que es casi imposible colocarme en una situación más alucinante.

Final Fantasy XVI

Con los ojos como platos sí que me he quedado en el instante en el que Dion atravesó a su padre con su acero por accidente. El desgraciado de Olivier Lesage se rebela como una encarnación de Ultima que nubló el juicio del rey de toda una nación. La tragedia de los Lesage es terrible, pues todos mueren en la misma noche, incluida la consorte Isabella que está completamente desquiciada. Ni siquiera pudo procesar la aparición de su hijo Joshua y termina por quitarse la vida frente a sus vástagos. Un final triste para un personaje realmente detestable.

Sin ninguna duda, tanto la historia como las batallas entre Eikon son los dos puntos más destacables de Final Fantasy XVI y brillan con luz propia. El trabajo de Square Enix tiene problemas a otros niveles, pero al César lo que es del César: va a pasar mucho tiempo hasta que disfrute de guantazos más inolvidables.

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