No recuerdo la última vez que me emocioné por el lanzamiento de un nuevo juego de Goku, y a tenor de toda la expectación que ha creado ‘Dragon Ball FighterZ’, creo que no soy el único. Tras varios días con el juego, me veo en la obligación de ser una de las voces que borren vuestros posibles miedos, pero que también llamen a la calma.
‘Dragon Ball FighterZ’ no es un juego redondo, pero lo bueno es siempre mucho mejor que cualquier pega que le podamos poner y, las que tiene, nunca están estrechamente relacionadas con las dos grandes bazas que nos han enamorado del juego hasta ahora: jugabilidad y espectáculo visual.
Un gran juego, funcionen sus servidores o no
Hemos hablado tanto del juego que probablemente queden pocas cosas que decir sobre él. Sí, sabemos que luce de maravilla en movimiento y que también convence a la hora de ponernos a los mandos. Hasta ahora la única nota negativa que podríamos ponerle es la experiencia online de la beta, una prueba que inevitablemente debe trasladarse a este análisis por la imposición de no poder probar los servidores hasta el día de lanzamiento.
Es decir, lo único que he visto de su modo online es lo que muchos de vosotros también habéis catado, unos servidores que están lejos de funcionar como deberían y que, con algo de suerte, estarán más que arreglados cuando llegue la hora de que todos nos sumemos a su multijugador.
La cuestión es que, sabiendo eso y a riesgo de que los primeros días de su multijugador sean un desastre, mi opinión sobre ‘Dragon Ball FighterZ’ no variaría demasiado. Puede que los errores vayan y vengan dependiendo de la situación, pero la esencia del juego seguirá siendo la misma, y sus combates permanecerán igual de divertidos.
Puede que la clave de esa decisión es que no me ha hecho falta ponerme a prueba contra algún usuario aleatorio para ver hasta dónde es capaz de llegar el juego, me ha bastado con los modos para un jugador para comprobar que la máquina también puede ponerme las cosas muy difíciles. Y por muy difíciles me refiero a darme varias palizas en las que no tenía ni idea de dónde me venían los guantazos.
La profundidad de Dragon Ball FighterZ
Los modos historia, práctica, arcade y local me han servido para entender cómo funciona la propuesta de Arc System Works. Hace unos días mi compañero Jarkendia se enfurruñaba con la falta de opciones por culpa de casualizar la experiencia, pero mi opinión difiere bastante. No es que vea falta de razón en la idea de poder contar con más mecánicas, es que las que ofrece son más que suficientes para desplegar un espectáculo sin parangón.
Y no, no hablo de combos automáticos o ataques especiales que se sucedan sin ton ni son, hablo de la necesidad de pararle los pies a una inteligencia artificial que lee tus movimientos con una facilidad pasmosa y, en consonancia, te obliga a ser lo menos predecible y más ajustado posible. Una situación que, por culpa de una curva de dificultad más beligerante de lo que esperaba, demanda mucho más control y entendimiento de lo que cualquier jugador machacabotones podría desear.
Pega, esquiva, rompe la guardia, lanza al oponente, inicia un combo que continuará una asistencia y rematará la llegada de otro personaje. Juega como ‘Dragon Ball FighterZ’ quiere que juegues o estás muerto. Sin paños calientes. ¿Quieres un juego accesible? Lo tienes en el modo práctica o en la historia, y ahí con ciertos matices. ¿Quieres sacarle el máximo partido y completar cada uno de sus retos? Ponte a entrenar.
Dominarlo no supone un reto por la cantidad de acciones que tienes a tu disposición, lo es porque lo que acaban dando de sí cada una de ellas ofrece escenarios, situaciones y desenlaces completamente distintos a los que habías previsto durante las primeras partidas. Llegar al nivel de la IA no es un camino fácil, pero alcanzar el reto de colocarte a su altura es tremendamente satisfactorio.
Una historia para olvidar
Sabiendo lo que funciona y siendo muy conscientes del magnífico aspecto que ha demostrado en cada uno de sus vídeos de presentación, lo que más miedo me daba era su historia. Con una idea original de Toriyama, en ella nos pondremos a perseguir a un nuevo enemigo, la Androide Nº 21.
Lo haremos, además, desde una óptica muy distinta a la habitual, como un espíritu que se va vinculando con cada uno de los personajes para hacerlos luchar. Es decir, los jugadores somos un personaje más de la historia, uno que controla cada golpe y patada que ofrecen Goku y compañía para acabar con el último monstruo que quiere acabar aniquilar a los superguerreros.
Si alguno de vosotros aún no conocía el dato, es normal que ahora mismo estéis arqueando la ceja. No sólo eso, es normal y acertado, porque la historia es un drama que deja al capítulo de la autoescuela en muy buena posición. Puede que al final los tres arcos argumentales que tendremos disponibles arrojen algo de luz a semajante desaguisado, pero podéis estar convencidos de que la historia de ‘Dragon Ball FighterZ’ no pasará a los anales de la saga.
Bastante incomprensible que, habiendo trabajado en distintos ataques especiales que rememoran los momentos más importantes de Dragon Ball Z, hayan decidido tirar por un invento de clones maléficos y espíritus sin voz en vez de dar forma a un modo historia que se apoye en la nostalgia de los fans.
Peleas para aburrir
Su historia ni funciona por lo que cuenta ni por cómo lo hace, con varios capítulos que, a modo de juego de mesa, te tienen paseando por distintas casillas para cruzarte con combates normales, combates con tutorial, combates que te permiten desbloquear otros personajes, combates especiales que entregan más experiencia y batallas contra el jefe final de cada zona.
Unas dos horas y media por escenario, con tres distintos disponibles, que te tendrán suplicando por empezar la siguiente lucha más pronto que tarde. Lo que sea por empezar a disfrutar de lo que el juego sabe hacer mejor y obviar esas interminables secuencias y pérdidas de tiempo entre pantallas de carga. Deseando que te haga partícipe del espectáculo que supone subir al tercer nivel de superguerrero y achicharrar con un Kame al pequeño Bu con una onda expansiva que destruya media ciudad.
Afortunadamente, una vez superado el trámite (y desbloqueado a Nº 21), puedes dedicarte a eso mismo desde el modo Arcade, una opción que ya desde el principio acerca su dificultad a los combates más duros del modo historia para que empieces a tomarte en serio todo lo que has estado aprendiendo durante las últimas horas.
No me avergüenza decir que he sudado sangre con algunos encuentros y, de hecho, creo que es lo mejor que se podría decir del juego y su vida útil más allá de lo básico. Se agradece que luchar contra usuarios experimentados no sea la única opción que te ofrece ‘Dragon Ball FighterZ’ para disfrutarlo como se merece.
La opinión de VidaExtra
Pese a que ‘Dragon Ball FighterZ’ nunca será recordado por ser el juego que mantuvo el excelente nivel de la época del anime a la que hace referencia, sí lo hará por ser uno de sus mejores juegos de lucha. A día de hoy, y a falta de probar en profundidad su modo online, tiene todo lo que un fan de la obra de Toriyama podría desear.
Es cierto que, por pedir, no habría estado mal tener más luchadores o mayor variedad de ataques especiales para los que ya hay disponibles (¿dónde está mi Puño del Dragón?), pero es algo que los seguidores acérrimos podrán solventar con el pase de temporada (cuando caiga de precio, que lo hará) y un buen margen de mejora de cara a una más que probable segunda entrega.
Por muchos peros que alguien quiera ponerle, ‘Dragon Ball FighterZ’ es el juego que llevábamos años esperando o, como mínimo, la primera piedra en un camino que se antoja muy prometedor para los que nos criamos con las peleas de Goku. Con todo lo bueno y lo malo que pueda decirse de él, no se me ocurre ninguna razón para no decirle a mi yo del pasado que no se preocupe, que al final tendrá en sus manos un juego de Dragon Ball con unos combates a la altura de la serie.
A favor
- Un espectáculo visual
- Un buen saco de horas de juego entre distintos modos
- Accesible, pero también un reto para los más exigentes
En contra
- Su historia no es nada del otro mundo
- Algunos tiempos de carga entre combates deberían aligerarse
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