Los helicópteros de Microsoft Flight Simulator son una gozada, pero no es lo único que he disfrutado de la nueva actualización gratuita

Los helicópteros de Microsoft Flight Simulator son una gozada, pero no es lo único que he disfrutado de la nueva actualización gratuita

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Con motivo del 40 aniversario de la franquicia en Asobo Studios se han embarcado en otra de sus ya habituales actualizaciones gratuitas para Microsoft Flight Simulator, pero en esta ocasión hay mucho más que nuevos aviones, aeropuertos o mejoras visuales. De hecho, su gran baza es que ahora ofrecen una forma completamente distinta de jugar: helicópteros.

Pese a no ser la única novedad que llega en una actualización a la que hay que sumar planeadores, aeropuertos ya desaparecidos y aviones clásicos, sí es de lejos la que más ilusión tenía por ver materializada. Pasear por Microsoft Flight Simulator en helicóptero es una experiencia completamente distinta.

Convirtiendo el reto de la simulación en un juego de exploración

Puede que tú mismo, en calidad de jugador no experto en el mundo de la aviación o los simuladores de vuelo, te hayas encontrado en una situación similar a la siguiente. Tienes tantas ganas de detenerte a ver algo mientras vuelas -un monumento, un paisaje, tu casa-, que o siempre pasas de largo teniendo apenas segundos para poder apreciar los detalles o directamente te estrellas en el proceso por no estar atento a lo que deberías.

La idea de poder controlar un helicóptero, de lejos la aeronave más sencilla de mover en Microsoft Flight Simulator, no sólo supone una nueva excusa para acercarse al juego por primera vez o volver a él después de una larga temporada, es también una nueva forma de abordar la exploración del mapa con fotogrametría de Asobo Studios.

Divertidísimo de controlar con unos sistemas que muchos ya tenemos más que asumidos de otras franquicias como GTA, los nuevos helicópteros se alejan de esa simpleza arcade para ofrecernos algo más desafiante sin pasarse de la raya. Está lejos de ser un arcade, claro, pero sí mantiene una dualidad entre el vuelo relajante y el reto en el control.

En apenas unos minutos empiezas a entender cómo funciona todo. A saber mover las palancas de cabeceo y aceleración con la suavidad suficiente para que fluya como debería. Antes de que te des cuenta estás acercándote a colinas a gran velocidad para aprovechar el flujo del aire chocando contra el suelo mientras el helicóptero se eleva lo suficiente para llevarte hasta lo más alto y luego caer con el morro como si estuvieses cayendo en picado.

No sólo puedo acercarme a visitar monumentos con una tranquilidad que no podía permitirme hasta ahora, también me ha resultado divertidísimo experimentar con los controles y poner las hélices al límite incluso jugando sin ayudas. Es, con mucha diferencia, la mejor puerta de entrada a Microsoft Flight Simulator para quienes no caséis con la idea de un simulador.

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Más trabajo -bastante más- costará acostumbrarse a los nuevos planeadores y aviones clásicos. Vehículos mucho más complejos para el jugador de a pie pero una golosina para quienes quieren llevar el reto un paso más allá, sobre todo de la mano de las nuevas misiones y desafíos que el juego pone a nuestra disposición.

El sueño de ser piloto de aviones

Sin embargo sus helicópteros, las grandes incorporaciones en forma de aeronaves míticas del mundo de la aviación, o la idea de convertir el planeta Tierra de Microsoft Flight Simulator en una suerte de monumento a la preservación empezando por aeropuertos clásicos desaparecidos -la idea de los creadores es que llegue el momento en el que podamos cambiar de época todo el escenario-, no son lo que más he disfrutado de esta prueba de la nueva actualización.

De pequeño tenía una gran fascinación por los aviones y, de entre todas esas profesiones que resuenan en tu cabeza durante esa edad, además de hacer videojuegos o escribir sobre ellos, una de las que más me atraía era la de ser piloto.

No recuerdo con claridad si todo aquello me venía de haber visto Top Gun por la tele o de las réplicas del F-14 y el helicóptero Apache de Micromachines que me llevaba hasta a cagar, pero sí sé que con el tiempo fui abandonando la idea hasta apartarme por completo del mundo de la aviación. Es lo que tiene ser un maldito negado con los números.

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Si todo esto es importante es porque durante la prueba de la nueva actualización del 40 aniversario de Microsoft Flight Simulator no sólo he tenido la oportunidad de probar de primera mano esa mezcla de accesibilidad y simulación de la que hacen gala sus helicópteros y ultraligeros, sino también de haber visto parte de cómo habría sido una versión de mí en un futuro alternativo en la que  sigo siendo un apasionado del mundo de la aviación.

No lo llames juego, llámalo simulador

De la mano de Tuckie10, compañero de prensa que también es piloto de aviación acrobática y drones, he podido asomarme a la otra cara de Microsoft Flight Simulator, la que no sale en los tráilers ni ocupa portadas por ser un nicho demasiado complejo como para siquiera entenderlo gran parte de los mortales: hasta qué punto merece la coletilla de Simulator el juego de Microsoft.

Es fácil caer en que, pese al realismo ampliamente demostrado en varias ocasiones -el de Rami Ismail poniendo a prueba su eficiencia frente a un vuelo real es de mis favoritos-, el lado mainstream abrazado por el juego durante esta última entrega, la más exitosa de su historia en lo que a usuarios se refiere, bien podría asemejarse a lo vivido con otros títulos de renombre que pretenden acercarse al mundo de la simulación.

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En otras palabras, para alguien ajeno a este mundillo es difícil saber si estás ante el equivalente a un Gran Turismo o a un iRacing. La clave para terminar de elegir bando en esa dualidad no tardó demasiado en llegar. De la forma más amable posible me hizo entender hasta qué punto le molestaba que llamasen a Microsoft Flight Simulator un juego.

Las siguientes horas fueron una valiosísima lección de curiosidades y datos ametralladas por boca de una de esas personas que da gusto escuchar por lo mucho que le apasiona lo que está contando, y verlo jugar, como ya habréis podido imaginar, ha sido también un completo espectáculo.

Escucharle hablar de cosas como el viraje del morro de un planeador dependiendo del balanceo de las alas y poco después ver cómo se replica en pantalla ha sido toda una experiencia, y reconozco que mi valoración sobre el trabajo de Asobo pesa ahora aún más de lo que lo hacía cuando lo probé por última vez.

Personalmente seguiré disfrutándolo con todas las ayudas activadas y tengo muchas ganas de volver a volar con unos helicópteros que prometen darnos muchas alegrías a los fans de una exploración más pausada y contemplativa en el mundo de Microsoft Flight Simulator, pero ha sido uno de esos casos en los que te hace feliz ver a otro tipo de público disfrutar tanto de un juego. Perdón, de un simulador.

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