¿Por qué mis consolas viejas tienen este color tan asqueroso? ¿Puedo solucionarlo fácil y rápido?

¿Por qué mis consolas viejas tienen este color tan asqueroso? ¿Puedo solucionarlo fácil y rápido?

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Gameboy

No me considero la personas más ordenada del mundo, la verdad, pero dentro de mi caos controlado sí reconozco ser bastante maniático con cuidar las cosas. Si no lo quisiera no estaría ahí, al fin y al cabo, así que qué menos que no ver esa Super Nintendo como si llevase 20 años con un fumador compulsivo echándole nicotina encima.

Hoy toca hablar sobre por qué las consolas viejas se ponen amarillentas con el tiempo, y qué podemos hacer tanto para evitarlo como para solucionarlo si ya se nos ha ido completamente de las manos. No es coser y cantar, pero es más fácil de lo que esperaba, francamente.

El culpable de que tus consolas se vuelvan amarillas

Es realmente asqueroso ver cómo las viejas consolas empiezan a ponerse amarillentas con el paso del tiempo, especialmente cuando zonas concretas cambian de color y el resto parecen como nuevas. El tema ya te deja bastante claro que aquí está ocurriendo algo raro, pero la explicación es además una de esas curiosidades que merece la pena conocer.

El culpable de esto es el mismo que probablemente ha hecho que el exprimidor de tu abuela o alguna pieza de tu coche acabe con un color similar, un tipo de plástico muy resistente que ganó cierta fama en los 90 llamado acrilonitrilo butadieno estireno. ABS para los amigos.

Hasta aquí todo bien, el fascinante mundo del plástico, pero la particularidad de este material es que utiliza bromo -a diferencia de mí, deberías conocerlo porque sale en la tabla periódica-, un elemento químico que se utiliza como retardante del fuego, por aquello de evitar que la máquina se caliente más de la cuenta y salga ardiendo.

El problema viene cuando, al ser expuesto a una luz ultravioleta como la del Sol, el bromo se oxida y da lugar a un cambio de color que, especialmente en plásticos blancos o grises, termina tomando ese tono amarillento tan asquerosete. La buena noticia es que, por suerte, tiene solución.

Cómo evitar y quitar el color amarillo de las consolas viejas

Si tienes por ahí una NES, una PlayStation, una Dreamcast o una Game Boy que quieras conservar como oro en paño, para evitar la oxidación del bromo deberías protegerlas como al pan de molde y guardarlas en un lugar seco, sin excesos de calor y alejado de la luz del Sol.

Si ya es demasiado tarde para ellas y quieres seguir disfrutándolas, exponiéndolas, o te hace ilusión dejarlas como nuevas antes de donarlas a asociaciones como Juegaterapia donde tal vez algún niño pueda sacarle más partido en vez de relegarlas al mero exhibicionismo de cacharros, entonces prepárate para desmontar.

Trabajar sobre la carcasa sin dañar los componentes va a ser complicado, así que lo ideal es desmontar la carcasa y actuar sobre ella con limpiadores multiusos como los de baño o quitagrasas.

La idea es que los agentes blanqueadores de este tipo de productos actúen sobre el bromo y lo eliminen del plástico, evitando así que el desagradable color vuelva a aparecer. Como suele ser habitual en estos casos, hay opciones aún más profesionales y elaboradas como la de este vídeo, ahí ya cada uno con sus posibilidades y tiempo libre.

Y si por algún casual quisieras complicarte aún menos la vida, seguro que con un poco de agua oxigenada y un paño con el que frotar empiezas a ver resultados. Eso sí, sigue las recomendaciones de los fabricantes, procura usar guantes y evita que los productos se lleven por delante el tinte de otras partes de la máquina como los nombres.

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