Si tantas ganas tenéis de Wolverine, dadle una oportunidad al mejor juego del personaje: el que creó la Raven Software de Call of Duty

Si tantas ganas tenéis de Wolverine, dadle una oportunidad al mejor juego del personaje: el que creó la Raven Software de Call of Duty

X-Men Origins: Wolverine es el juego de Lobezno que consiguió ser mejor que la película en la que se basaba

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X Men Wolverine

Ya que la obsesión por el Wolverine de Insomniac está llevando a algunos a instalar archivos de dudosa procedencia, me gustaría poder calmar vuestras ansias con un bocado que puede parecer que sabe a poco, pero que en realidad es una joya olvidada.

Procedente de una época en la que los juegos basados en películas eran un cagarro como un coco, X-Men Origins: Wolverine era el típico título que desde fuera podría considerarse un sacacuartos, pero que en realidad no tardó en convertirse en un juego de culto por cómo consiguió cambiar las tornas.

El Wolverine que ya deberías haber probado

Creado por Raven Software, ahora más conocidos por encargarse de los mejores multijugador de la saga Call of Duty, pero una desarrolladora con muchos juegos a tener en cuenta (Singularity, te estoy mirando a ti), X-Men Origins: Wolverine consiguió romper con lo que habitualmente entendíamos por un juego basado en una película.

No es que en este caso fuese realmente bueno -tampoco os va a cambiar la vida, no flipemos, pero ahora vamos a ello-, sino que además tiene el alucinante hito de tener mejores puntuaciones y críticas que la película en la que estaba inspirado.

Si la cinta de orígenes de Lobezno era otro chicle más esperando a ser estirado, el juego era una sobredosis de acción y gore que inevitablemente nos recordaba a otra joya de aquella época muy en boca de algunos recientemente: la antigua God of War.

Si Kratos tenía sus espadas, Wolverine tenía sus garras, y como en el caso del mito griego del videojuego, no necesitaba más que un puñado de combos y ataques brutales para conseguir mantenernos enganchados durante las algo menos de 10 horas que duraba la aventura.

Con el gore por bandera

X-Men Origins: Wolverine era un juego sobre el exceso, uno en el que saltar de barco en barco gracias a un ataque automatizado en el que abalanzarte sobre un enemigo con tus garras, empalarlo contra una torreta ametralladora, que la torreta te reviente el pecho con sus disparos y que partas la pierna al que dispara mientras ves cómo el cuerpo dañado se va regenerando poco a poco.

Tan al límite quería correr que, en esa representación del poder de Lobezno, a menudo íbamos caminando como si fuésemos un maldito esqueleto ensangrentado, pegando arañazos y recibiendo balazos en una de esas experiencias que pide constantemente atacar primero y preguntar después.

Wolverine

De la mano de una nutrida colección de combos y de unos espectaculares ataques finales que terminaban de hacernos comprender por qué fue baneado en algunas de sus versiones (frente a una película que se rebajó hasta mayores de 13 para contentar al público USA), X-Men Origins: Wolverine es una joya de otra época.

Lamentablemente hacerse con él en digital a día de hoy es misión imposible, aunque en físico puedes encontrarlo en algunas tiendas de segunda mano y, si quieres optar por la importación, en algunas cadenas anglosajonas aún quedan copias. Si no lo hiciste en su día y eres fan de los juegos de superhéroes, te aseguro que es uno de esos títulos que debes probar algún día.

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