Análisis de Nier: Automata, la mejor mezcla de géneros que se recuerda

Análisis de Nier: Automata, la mejor mezcla de géneros que se recuerda

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Análisis de Nier: Automata, la mejor mezcla de géneros que se recuerda

No tenía demasiado claro qué iba a acabar pensando de ‘Nier: Automata’ cuando empecé a jugarlo. Menos aún cuando la demo de hace unas semanas me dejó bastante frío y no supe entender lo que me esperaba en la versión final.

Quería destacar eso nada más empezar con su análisis por miedo a que tú, como yo hace unos días, estuvieses a punto de obviar a ‘Nier: Automata’ entre la maraña de juegos que llega este mes y, con ello, dejases escapar una de las apuestas más inteligentes y divertidas del año. ¿He dicho ya juego de culto? ¿No? Bueno, probablemente no tarde mucho en hacerlo.

Mucho más que un futuro distópico

El primer miedo que deberías borrar de tu cabeza es el de la secuela. ‘Nier: Automata’ comparte lore con el anterior juego de la franquicia, pero cuenta con su propia historia y personajes, así que lo único que te perderás por no haberlo probado es algún guiño simpático que te saque una sonrisa.

En ella nos encontramos con un futuro distópico en el que la Tierra ha sido arrasada por unos alienígenas con un ejército de máquinas, motivo por el que un reducto de la humanidad tuvo que asentarse en la Luna para seguir atacando desde allí en busca del control del planeta.

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Para ello han creado unos androides especialmente diseñados para poner freno a la conquista de las máquinas. Guerreros de metal y microchips con espadas y aspecto fanservice de colegial japonés que, acompañados de drones que sirven de apoyo balístico y conciencia al más puro estilo Pepito Grillo, tienen como único objetivo recuperar el hogar de los hombres y, como única regla, no tener nunca emociones.

Lo que aparentemente es la vigésima chuminada distópica acaba resultando en una historia que te engancha desde principio a fin y te hace explotar la cabeza en no pocas ocasiones, especialmente cuando, una vez completado el juego, entiendes que deberás pasar por él tres veces más para acabar de profundizar en todos los porqué y motivaciones de los distintos personajes.

Alargarme demasiado ahí sería un error fatal para el que quiera disfrutar de su historia, así que me limitaré a decir que tras superar el juego con la androide protagonista también deberás hacerlo con su compañero, viviendo casi las mismas situaciones desde su punto de vista pero con diferentes habilidades, y otras dos veces más con otros personajes de la historia cuyo camino es radicalmente distinto al que acabas de vivir, siempre manteniendo experiencia y habilidades para que sea una suerte de New Game+ en vez de un reinicio sin más.

Original hasta en sus menús

Más allá de las idas y venidas de su historia, algo no por ello menos recomendable, si hay algo que me ha fascinado de ‘Nier: Automata’ hasta cotas inimaginables es lo orgánico que resulta ser todo. Todo forma parte del juego y de su historia a la vez.

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Incluso los menús, un campo destinado a que te situes en el mapa, elijas tu próxima misión y modifiques las características de tu androide, son parte de la historia hasta el punto de hacer avanzar la trama con trucos de manga que probablemente ya había visto en otros juegos pero que ni de lejos me habían impactado de la forma que lo han hecho aquí.

Una vez más sorpresas que me sabría fatal chafar y que Square Enix ha escondido de forma tan lógica como peligrosa, no dejando ver con su promoción que ‘Nier: Automata’ es, posiblemente, mucho más de lo que tienes ahora rondando en tu cabeza.

Sí me detendré en un tema crucial para mis sensaciones con el juego, la posibilidad de modificar a tu gusto o de forma automática y optimizada los chips de cada androide que controlarás.

Y es que contando con una capacidad limitada que podrás ampliar en algunas tiendas del juego, el uso de distintos chips fusionables entre ellos te permitirá personalizar el estilo de combate de tu avatar, ya sea con elementos que potencien vida o ataque de cara a las luchas con jefes finales, o con otros que te permitan aumentar la tasa de looteo cuando mejorar armas o tu Pod (el dron) requiera un poco de farmeo (nada excesivo a no ser que estés suspirando por algo muy concreto y, como yo, hayas vendido los materiales necesarios una hora atrás).

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El toque Platinum

Pero lleguemos ya a la enjundia del asunto, eso que hace de ‘Nier: Automata’ un firme candidato al podio del hack’n slash por la obra y gracia de Platinum y la herencia de ‘Bayonetta’. Con una lista de combos mucho más escueta pero apoyado en la posibilidad de portar dos armas distintas que podremos intercambiar a golpe de botón en base a los conjuntos que hayamos establecido, luchar en ‘Nier: Automata’ es más un baile que un juego de acción. Buscas más lo bonito de una ejecución bien medida, una en la que el último golpe resulta tan devastador como elegante, que la eficiencia.

Nada realmente sorprendente más allá de ver cómo Platinum ha aprendido a dominar y explotar una técnica, la de los espadazos preciosos con el tiempo bruja como parry, puesto aquí como una esquiva en cualquier dirección desde la que luego podemos asestar un combo o ataque devastador, que parece no tener fin y a la que le sienta bien cualquier tipo de estructura.

Pero sumémosle algo más para que no sea simplemente otro juego de Platinum, tengamos en cuenta ese espíritu shmup con un dron con el que podemos disparar a nuestro antojo para ir mermando la vida de los enemigos y que, en ciertos momentos de la aventura, nos hace cambiar de tercio completamente para estar ante algo más cercano a un ‘Gradius’ que a un juego con lanzas y hachas.

El cambio de cámara y situaciones se encarga precisamente de eso, desplazándonos a una vista cenital o trasera en la que la lucha habitual cede hueco a los disparos y la esquiva de proyectiles. Nunca resulta un reto o tiene una dificultad de arcade de los 90, pero es una buena forma de descansar entre misiones secundarias y luchar con hordas de robots.

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Lástima que para encontrar el verdadero desafío tengamos que esperar a los otros caminos que ofrece el juego y que, por culpa de la cámara, algunos de esos encuentros no acaben de lucir como deberían. Suele ser más un problema de comodidad que un error del juego, pero es innegable que me ha tocado la moral en algunas (contadas) ocasiones.

Un sandbox con alma de RPG

Para acabar de enamorarte de ‘Nier: Automata’ lo único que necesitas saber es que, todo ese berenjenal de mecánicas y opciones están incluidas en un mundo abierto con alma de RPG que, por lo reducido de su tamaño y las posiblidades de viaje rápido que abre más pronto que tarde, nunca resulta incómodo.

Sí hay un problema con sus misiones secundarias, que no han sabido evolucionar como en todos los otros aspectos del juego y se limitan a tenerte de aquí para allí, realizar combates con robots o alguna prueba de velocidad y agilidad, pero nada realmente destacable teniendo en cuenta que son pocos los juegos que han sabido ir un paso más allá.

Tampoco he sufrido con la variedad de enemigos, algo que me daba pavor al ver que siempre eran iguales, pero cada uno suele tener su toque diferenciador y pronto empiezas a ver diseños y esquemas de combate que, aunque similares, te hacen olvidar que estás ante grupos casi clónicos de rivales.

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Que muchos de ellos también sean un mero trámite para que disfrutes del sistema de combate mientras llega el próximo jefe final, y ahí Platinum sí que se corona con propuestas brutales tanto en originalidad como en reto, también ayuda bastante.

La opinión de VidaExtra

Con todo, ‘Nier: Automata’ podría ser uno de esos tapados que probablemente pocos entenderán por no darle una oportunidad más efusiva a seguir avanzando en la historia en busca de sus distintos finales y secretos, uno de esos juegos marca Platinum que, muy a mi pesar, nunca acabarán de explotar por querer ir contracorriente.

Sería una pena, otra más, que ‘Nier: Automata’ no reciba la acalorada bienvenida que merece. Por historia, originalidad y rejugabilidad es uno de esos títulos que valen cada uno de los céntimos invertidos en él, pero entre la fiesta de juegos que está y se espera va a ser fácil, lamentablemente, que al menos en su inicio pase desapercibido.

Si la maldita bola de cristal no falla pasará lo que me huelo, que ‘Nier: Automata’ empezará con paso tímido y sin levantar mucho ruido para que, con el tiempo, acabe convirtiéndose en el juego de culto que es ya desde la cuna. No es perfecto, no es una revolución y no es para cualquier tipo de jugador, pero nada de eso evita que sea una joya imprescindible.

A favor

  • Un pozo de horas enorme
  • Combate muy divertido
  • Profundo tanto en historia como en mecánicas

En contra

  • Que la segunda vuelta sea tan similar
  • Las misiones secundarias no son demasiado originales
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