Castlevania: Harmony of Dissonance, o cuando Game Boy Advance quiso su propio Castlevania: Symphony of the Night portátil

Castlevania: Harmony of Dissonance, o cuando Game Boy Advance quiso su propio Castlevania: Symphony of the Night portátil

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Castlevania: Harmony of Dissonance

A raíz del reciente registro de Castlevania Advance Collection en el organismo de clasificación por edades australiano (el equivalente a nuestro PEGI), me ha apetecido recordar Castlevania: Harmony of Dissonance. Porque es probable que si hay una colección en camino de los Castlevania de GBA, no pueden faltar Aria of Sorrow, Circle of the Moon, ni tampoco el que nos sitúa ahora, al ser los únicos.

Sí, la fantástica Game Boy Advance tan solo tuvo tres entregas de esta legendaria saga de Konami, hasta que Nintendo DS tomó el relevo con Castlevania: Dawn of Sorrow, secuela precisamente del citado Aria of Sorrow. Su etapa en GBA duró tan solo tres años, saliendo primero Circle of Moon en 2001 y ya el último en 2003. Castlevania: Harmony of Dissonance fue el del medio y el gran incomprendido.

Las comparaciones son odiosas. Y más con SOTN

Castlevania

Que esta aventura de Juste Belmont no brilló tanto como la primera de Nathan Graves o la última de Soma Cruz en dicha portátil tuvo una fácil explicación, en cualquier caso. Su productor y guionista, el mismísimo Koji Igarashi, quería crear un juego parecido al icónico Castlevania: Symphony of the Night para Game Boy Advance. Y claro, las comparaciones fueron odiosas debido a sus limitaciones.

Pese a que a nivel visual fuese un portento para dicha portátil, había cosas contra las que no podía competir frente al clásico de PlayStation y Saturn, como los botones disponibles. El ejemplo más claro lo tenemos en la forma que usaba para cambiar entre el objeto en uso (hacha, agua sagrada... todos los que consumen corazones) y los hechizos (que consumen la barra de PM), teniendo que pulsar abajo+L+R. También se podía hacer desde el menú, pero el proceso era tedioso.

Como Castlevania era consistente pero le faltaba chispa. Se notó ese deseo por copiar una fórmula. Y ya sabemos qué sucede con esas cosas. Desde el propio protagonista, con una apariencia similar a Alucard, hasta el hecho de contar con dos versiones del mismo castillo, eran numerosas las similitudes... y muchos los desaciertos. Porque el diseño del mapa no fue el más óptimo, obligando a dar muchas vueltas y con los peores puntos de guardado que recuerde. O lo que es peor para un Castlevania: contó con una banda sonora de lo más aburrida.

Es curioso, porque la saga siempre ha destacado por su BSO pero hay unanimidad con este capítulo, el peor para muchos en ese apartado... y eso que la mismísima Michiru Yamane fue una de las artífices de su música. Es el apartado en el que quedó muy por debajo de Castlevania: Symphony of the Night, al igual que en la falta de mimo con el entorno, sin detalles curiosos o relevantes o con pasillos en los que literalmente no había enemigos. Tal vez con más tiempo de desarrollo...

Sea como fuere, sí que supuso un salto técnico respecto al anterior Circle of the Moon de Game Boy Advance, no solamente en el aspecto visual, sino por lo fluido que resultaba el control con Juste, siendo un personaje que destacaba por el movimiento dash a ambos lados de la pantalla: con L esquivábamos hacia la izquierda y con R hacia la derecha. Y esto lógicamente servía para desplazarnos (con impulsos) de modo más rápido, lo cuál se agradecía al estar de inicio.

Por otro lado, Juste Belmont sorprendió por ser un Belmont que podía usar el icónico látigo de la saga (Vampire Killer) junto con hechizos. De hecho, el ataque con látigo en salto respetaba el estilo de los primeros Castlevania, en el sentido de no poder corregir la dirección tan pronto pulsábamos el botón de atacar. En cierto modo fue un juego que caminó entre dos mundos: clásico y metroidvania.

Harmony of Dissonance, el Castlevania de relleno

Castlevania

Ambientado cronológicamente cerca de 50 años después de que el legendario Simon Belmont ganase la batalla contra el Drácula, Castlevania: Harmony of Dissonance no logró ni por un instante que su historia fuese un déjà vu constante, siendo de lo más previsible todo lo relacionado con el compañero de Juste, Maxim Kischine. Sin ir más lejos, había tres finales posibles a desbloquear y giraba en torno a su figura, la del citado Drácula y la de la amiga en apuros, Lydie Erlanger.

Pecó de ser demasiado SOTN, aunque eso para la gente con una Game Boy Advance que no hubiese jugado al clásico de 1997 fue todo un puntazo, desde luego. Ahora bien, lo que es innegable es que el uso de las versiones A y B del mismo castillo fueron menos acertadas que el sorprendente castillo invertido con Alucard. Porque con Juste la navegación fue menos divertida y el uso de ciertos elementos del escenario que modificaban el camino de la otra versión no fueron igual de brillantes. Incluso el mercader fue poco menos que un adorno aquí.

Si de algo puede estar orgulloso Castlevania: Harmony of Dissonance es de la fusión de hechizos. A medida que íbamos desbloqueando los diferentes libros (fuego, hielo, relámpago, viento e invocación) se abría la posibilidad de combinar dichos hechizos con los objetos clásicos (cuchillo, hacha, cruz, agua bendita, libro sagrado y puño sagrado) gastando la barra de magia. Y el cambio era brutal, puesto que estos hechizos eran altamente poderosos en según qué casos, facilitando la tarea contra ciertos jefes de modo muy notorio. Todo era cuestión de experimentar y consultar el bestiario para descubrir las debilidades del enemigo. Y ojo, porque también podíamos conseguir distintos tipos de látigos muy útiles.

A modo de anécdota quedaría esa sala que podíamos rellenar con muebles que íbamos encontrando desperdigados por todo el mapa, a modo de coleccionables. Una forma de meter relleno en una aventura que gozaba de la típica duración media del género y con los desbloqueables habituales, como controlar a Maxim, el mismísimo Simon Belmont con su aspecto de NES o el socorrido Boss Rush.

Lo cierto es que guardaba mejor recuerdo de este juego de 2002 y, pese a que siga sin parecerme malo en absoluto, el paso del tiempo ha demostrado que fue cumplidor, sin más, para cubrir una necesidad en GBA hasta la llegada del imprescindible Castlevania: Aria of Sorrow, que sí fue revolucionario. No en vano su aplaudido sistema de almas lo rescató Bloodstained: Ritual of the Night.

Si te apetece jugarlo, lo tienes en la eShop de Wii U por 6,99 euros.

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