Empecé recibiendo una soberana paliza y acabé convertido en el hijo adoptivo de Jackie Chan y John Wick: mis primeras horas con Sifu

Empecé recibiendo una soberana paliza y acabé convertido en el hijo adoptivo de Jackie Chan y John Wick: mis primeras horas con Sifu

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Sifu

Desde que el mundo del cine decidió que las peleas debían rodarse con planos cortos y montajes en los que no te enterases de nada, la pasión por las buenas tollinas empezó a decaer. Por suerte, cintas como Ong-Bak, The Raid o John Wick volvieron a poner sobre la mesa la espectacularidad de una buena coreografía.

Inspirado en esos mismos combates, Sifu quiere trasladarlos al mundo del videojuego con una colección de guantazos, combos y armas de pelea de bar, que no tiene desperdicio. Así han sido nuestras primeras horas con él.

Lo que hay detrás de Sifu

Anonadado por sus vídeos de presentación, debo confesar que los primeros minutos con Sifu fueron algo decepcionantes. Por alguna razón mi cabeza había creado una ilusión en la que los movimientos del personaje estaban específicamente controlados por nosotros, dando así lugar a un sistema de combate increíblemente profundo en el que cada acción se ejecutaba de forma manual.

Podéis imaginar la bajona al comprender que simplemente me había montado una película en la cabeza y que, en realidad, el combate en Sifu no tiene nada de revolucionario. Tienes un botón para los ataques fuertes, otro para los leves y rápidos, uno para esquivar y otro para protegerte o desviar golpes en un parry al que cuesta cogerle el punto.

El resto se reduce a aprovechar el entorno recogiendo botellas del suelo para utilizarlas como arma blanca, empujar sillas del escenario para hacer caer a un enemigo despistado, o saltar sobre obstáculos para reposicionarte y evitar que una aglomeración de matones se te eche demasiado encima.

Entre botones y gatillos te ventilas todas las acciones del protagonista sin tener que recurrir a complejos sistemas de control. Aprenderte los combos y pulsar uno u otro botón en el sitio y momento adecuado es todo lo que necesitas para convertirte en un maestro del kung-fu. Mirándolo con perspectiva, casi prefiero eso a tener que comerme cuatro horas de tutorial.

Sifu

Combates simples pero efectivos

Porque al final la clave está en brindar un buen espectáculo, y de eso Sifu va bien servido. Los golpes son contundentes, las animaciones son una delicia, y las transiciones entre una y otra te hacen creer que todos los guantazos que recibes y entregas estaban previamente preparados de antemano.

Llegar a una sala con tres tíos, soltar al primero un vendaval de golpes rápidos con el combo que acabas de comprar, lanzarle un taburete con el pie al que viene por la derecha y concentrarte en el de la izquierda con una botella que acabas de recoger del suelo.

Para cuando el de la derecha se levante ya tendrás tu especial preparado y, ralentizando momentáneamente el tiempo para elegir con qué acción lo vas a ventilar, optas por la de barrer el suelo con media pierna para devolverlo a la lona.

Sifu es de esos juegos que te parecen dificilísimos durante los dos primeros combates y que, poco a poco, te hacen sentir cada vez más cómodo. No es que sea especialmente complejo o complicado, simplemente te pide temple para entender por dónde te vienen los golpes y saber cómo esquivarlos o frenarlos en el momento exacto.

A partir de ahí es coser y cantar y, por si a alguien se le atraganta algún tramo, desde Sloclap han dado con la forma perfecta de convertirlo en reto sin agobiarte en exceso. De tu habilidad con los golpes no sólo dependerá el llegar hasta el final, sino también en qué condición lo hagas.

Otra forma de plantear un reto

La gran premisa de Sifu -más allá de sus combates- es que cuentas con un talismán capaz de traerte de la muerte. Lo harás siendo más fuerte, pero también minando tu vida y envejeciendo. Si tienes demasiados años a tus espaldas, tal vez el próximo golpe sea el último.

Sifu

Como una suerte de roguelike, cada vez que caes tienes la posibilidad de continuar desde donde lo has dejado mientras vas envejeciendo o, si lo prefieres, empezar desde el principio con tu avatar volviendo a ser joven. Eso sí, todo lo aprendido a base de nuevos combos y acciones también se irá al garete.

Que mi primera vuelta a la demo la terminase siendo un anciano casi decrépito y en la segunda saliese de allí siendo un chaval da buena cuenta de lo accesible que termina siendo cuando le coges el truco y el tempo a los enemigos.

De hecho se me ha pasado volando y me ha dejado con ganas de saber más sobre todo un sistema de investigación y pistas del que sólo he podido rascar la superficie. Queda por ver qué tal se porta Sifu finalmente en todo lo que no sean combates, pero al menos en eso último podemos estar convencidos de que vamos a pasarlo en grande.

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