Monster Hunter World tiene todos los números para convertirse en el juego que me enganche a la saga

Monster Hunter World tiene todos los números para convertirse en el juego que me enganche a la saga

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Monster Hunter World tiene todos los números para convertirse en el juego que me enganche a la saga

He pasado por la saga ‘Monster Hunter’ bastante de puntillas. Recuerdo vagamente haber probado alguno en PSP y haber dedicado más tiempo a las entregas de Wii U y 3DS, especialmente esta última por tener a mano más amigos con los que jugar y aprender. Siempre he tenido ganas de profundizar más en ella, pero imagino que estaba esperando al momento adecuado.

‘Monster Hunter World’ tiene todos los números para convertirse en esa oportunidad. Ya me llamaba mucho la atención el salto a los graficazos, pero probar la versión de PS4 me ha animado más aún, y no precisamente por lo bien que puede llegarse a ver ahora que abandona de una vez por todas los dientes de sierra de personajes y escenarios.

Monster Hunter llega a la nueva generación

Si algo consiguió despertar mi atención durante las dos misiones que estuve probando fue lo vivo que resultaba el mundo. Dinosaurios y demás bicharracos comiendo, paseándose tranquilamente o persiguiéndose unos a otros, te hace sentir que estás moviéndote por un mundo vivo. Uno a tu entera disposición para cazar solo o en compañía.

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Para los que nunca se haya acercado a la saga, eso es precisamente lo que haces aquí. Acabar con un bicho gigantes siempre resulta apetecible, pero más aún cuando las recompensas te van a permitir forjar nuevas armas o equipamiento. Todo lo necesario para prepararte para otro dinosaurio aún más grande y cabreado. Así, entras en una rueda en la que las mejoras de loot te permiten ir cada vez más lejos, y entras en ese círculo vicioso en el que siempre quieres ir más allá.

La que probablemente sea la gran diferencia de esta entrega es que, si antes te movías por secciones, con sus correspondientes tiempos de carga, ‘Monster Hunter World’ abraza la idea del mundo abierto para entregarte un territorio enorme en el que explorar y cazar. Y no sabéis el gustito que supone poder ir de aquí para allá sin tener que lidiar con pantallas de carga.

Cómo se juega a Monster Hunter World

Las misiones que probé funcionaron más o menos así. Empiezas en tu base, donde puedes alimentarte para recibir mejoras de estadísticas o equiparte con armas y objetos que dependerán del monstruo al que te vayas a enfrentar. Una vez recibido el contrato, lo siguiente que debes hacer es conocer mejor al bicho, por lo que vas recogiendo huellas, marcas o cadáveres que haya dejado a su paso para encontrar su posición.

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Cuando tienes los puntos necesarios, las luciérnagas que te han ido indicando por dónde buscar las pistas te dirigen hacia la bestia en cuestión, en este caso una especie de iguana gigante. No hubo hueco para jugar con trampas, algo que sí podremos hacer en el juego final, incluso aprovechando el entorno a base de dejar caer piedras suspendidas o haciendo que los monstruos se enreden con la maraña de los árboles, así que tocó ir a pecho descubierto.

Lo hago con un espadón capaz de transformarse cada vez que pulso R2, pasando así a convertirse en un hacha que consigue que mis ataques sean más poderosos y más lentos. Jugar con las distintas combinaciones es crucial, lo que demanda cierta estrategia para cada ocasión. Atacar rápido y moverme con agilidad cuando el bicho está en todo su esplendor. Darle más duro cuando consigo tirarlo al suelo o empieza a desfallecer.

Las sorpresas de Monster Hunter World

El siguiente monstruo a cazar resulta ser una suerte de tiranosaurio bastante más ágil y letal que su compañero, así que cambio de armas y opto por llevar dos espadas. Estas no se transforman, pero me permiten rodear mejor al bicho mientras suelta coletazos y coces. Cuando cae fruto de mis ataques en sus piernas, pulso R2 y el personaje entra en un modo furia que, una vez cargado a base de mandobles, me permite ejecutar un devastador ataque especial.

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Tras varios minutos dándole lo suyo con bastante más facilidad de la que suponía, el bicho da la batalla por perdida y se escapa. Lo hace arrasando con todo, incluso abriendo huecos en las piedras que dan paso a cuevas que ni sabía que estaban ahí. Ese tipo de situaciones da para sorpresas, pero la mejor estaba por llegar.

El monstruo no tarda mucho en pararse e imagino que va a darse la vuelta para volver a por mí, pero tiene otras cosas entre manos. Una iguana como la que acababa de matar en la otra misión entra en escena y, ante mis ojos atónitos, ambos empiezan a pelear a bocados y coletazos como si de una escena del King Kong de Peter Jackson se tratase.

No puedo evitar quedarme unos segundos ensimismado con el espectáculo que me están brindando, pero pronto dejo atrás mi trance y aprovecho la distracción para seguir atacando a mi presa principal hasta que cae rendida a mis pies. Hueco para recoger mi trofeo antes de que la misión se dé por finalizada y el contador de tiempo me mande hasta la base.

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Muchas ganas de ver hasta dónde puede llegar

No hubo hueco para muchas quejas en toda la prueba. Puede que el tema de las luciérnagas haga demasiado fácil un rastreo que, en compañía, puede ser bastante más divertido si se enfoca a la exploración, pero más allá de eso, el único punto flaco que conseguí verle fue que la fijación sobre objetivos, para que la acción se centre siempre en ellos, falla más veces de la cuenta al haber cambios bruscos de cámara.

Por lo demás, bien por los gráficos, que pese a no ser ninguna maravilla suponen un salto de calidad enorme, pero sobre todo por cómo el ecosistema que han creado sea precisamente eso, un bosque en el que animales puedan ofrecer auténticos momentazos frente a los que es imposible no distraerte.

Tal vez he tardado mucho en pensar esto, pero ‘Monster Hunter World’ ha conseguido que tenga muchas ganas de que una nueva entrega de esta saga acabe cayendo en mis manos. Toca esperar hasta enero y, con suerte, hacer más agradable la espera con las novedades que se vayan mostrando los próximos meses. Seguro que aún hay mucho por descubrir.

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