Tras jugar a Nobody Saves the World queda patente que los creadores de Guacamelee tan solo saben hacer juegos buenos y divertidos

Tras jugar a Nobody Saves the World queda patente que los creadores de Guacamelee tan solo saben hacer juegos buenos y divertidos

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Nobody Saves the World

Es francamente difícil ser constante, sobre todo a la hora de que esa constancia signifique crear productos de gran calidad. Pero es justo lo que lleva haciendo el estudio canadiense DrinkBox desde su fundación en 2008: no saben hacer juegos malos. Todo lo que desarrollan es original y divertido, como demuestran sendas secuelas de Tales from Space y Guacamelee!, sin olvidar el fantástico dungeon-crawler Severed, uno de los mejores videojuegos surgidos en PlayStation Vita.

Su próxima obra se llama Nobody Saves the World y su lanzamiento está a la vuelta de la esquina, con el aliciente de saber que vendrá de serie con Xbox Game Pass. Y tras jugar varias horas a su demo te contamos qué nos ha parecido, aunque ya te puedas imaginar el resultado: otra colorida maravilla 100% DrinkBox.

El poder de las transformaciones (casi) sin límites

Nobody Saves the World

Como no podía ser de otra manera, no estamos ante el típico juego de aventuras y acción con leves dosis de RPG y pinceladas de roguelike en puntos concretos del mapa. Bueno, de entrada ya es difícil clasificarlo, por lo que se puede ver al tocar varios palos. Su mundo exterior es fijo, por ejemplo, mientras que las mazmorras sí van modificando su diseño cada vez que entramos como cualquier roguelike.

Pero la gracia de Nobody Saves the World radica en sus transformaciones. En concreto, esa capacidad para mutar en otros seres por parte del protagonista, un personaje totalmente pálido y casi sin alma, salvo por esa curiosa habilidad.

La versión completa tendrá en torno a 15 transformaciones diferentes, viendo en su demo una buena toma de contacto al pasar de rata a caballo, arquera, caballero o incluso una babosa. Sí, para el protagonista da igual humano que animal, que se transforma al instante... tan pronto haya desbloqueado dicho ser en base a unos objetivos. Porque el proceso sigue unas reglas que habrá que cumplir a rajatabla.

Es parte del acierto de Nobody Saves the World. Esa progresión que sirve tanto para conocer los ataques estándar y habilidades especiales de cada ser, a la vez que vamos perfeccionándolos cumpliendo una serie de tareas hasta que se van habilitando accesos a más transformaciones. Por ejemplo, para la babosa hace falta que la arquera alcance el rango C. Y eso significa subir un par de niveles.

Cada transformación nueva parte del nivel F y para alcanzar el siguiente (D) con un par de objetivos del ser en cuestión será suficiente. Aquí no hay barra de experiencia por el método tradicional, sino que la delimitan precisamente los objetivos de personaje... pero tanto de cada criatura, como de modo global para el protagonista principal. Y esto nos pica a que vayamos haciendo esas tareas.

Un buen ejemplo de ello sería la babosa, capaz de ralentizar y provocar críticos sobre el enemigo que haya pisado la sustancia viscosa que suelta al caminar. A priori no parece un enemigo poderoso debido a su lentitud de movimientos y a lo que tarda en empezar a disparar, pero en niveles superiores es un personaje duro de roer que gana enteros si gastamos tokens de mejora para cada habilidad.

El variopinto universo de Nobody Saves the World

Nobody Saves the World

Si de entrada llama la atención por esa capacidad de transformarse en distintos seres, a cada cuál más opuesto (poder, velocidad, aspecto...), tarda poco en cobrar sentido por el gran abanico de posibilidades que abre esta habilidad: hay zonas del mapa a las que tan solo podemos acceder con un ser en concreto, bien sea para habilitar una entrada o colarnos por un hueco estrecho. Y si bien la demo está limitada a pocos personajes, en la versión completa no podremos llevar a todos a la vez dentro de la rueda de transformaciones (para acceso rápido, vamos), por lo que habrá que trazar una táctica al entrar en las mazmorras.

De hecho, ese "abanico" llega a su cénit al ver una diferencia entre cada ser: los distintos tipos de ataque de los que dispone. O más bien, el efecto que suscitan. Y es que en la última mazmorra nos toparemos con enemigos invulnerables a ciertos tipos de ataque. ¿Que no se les puede dañar con cortes? Entonces el caballero tendrá que usar su porrazo contra el suelo. ¿Que sufren con los de tipo oscuro? Entonces el veneno de la rata vendrá muy bien. Porque es ahí cuando Nobody Saves the World muestra sus verdaderas armas, al obligarnos a intercambiar rápida y constantemente entre cada ser en base al tipo de ataque.

Además, bajo ese inconfundible toque DrinkBox, con un estilo del humor tan palpable y un apartado visual bastante llamativo, como todas sus producciones hasta la fecha. Tan solo le puedo poner una pega por ahora y es a la hora de dirigir los ataques, por ser un tanto rústico y rígido: cuatro direcciones y sin opción a usar el segundo stick para una mayor maniobrabilidad. Esto último se compensa, en parte, al fijar la posición de dos formas distintas al mantener pulsado el botón de ataque o el gatillo. Pero no deja de ser raro al controlar al caballo, por ejemplo... especialmente por ver que sus ataques son hacia atrás con sus patas traseras.

Cada personaje nos obliga a cambiar el chip, lo que es un punto a su favor. Es como si en el Diablo de turno tuviésemos que alternar a la fuerza entre todos sus personajes, un poco en la línea del maravilloso Children of Morta, salvo que en Nobody Saves the World el cambio se produce constantemente en combates de nivel avanzado o a la hora de explorar el mapa, puesto que no faltan sus secretos, como hadas que amplían nuestro tope de magia, entre otro tipo de curiosidades.

Dentro de una semana saldrá al mercado para PC, Xbox Series y Xbox One, con el incentivo ya expuesto de Xbox Game Pass. Así que habrá tiempo para perderse y verlo más a fondo. Pero las sensaciones son por ahora muy positivas, en especial por lo originales y coloridas que son todas y cada una de sus transformaciones.

Tendrá modo cooperativo, pero tan solo online; nada de partida local. Eso sí, al menos habrá juego cruzado entre consolas Xbox, Steam y Microsoft Store.
Nobody Saves the World
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