Como gran amante de la estrategia, tanto por turnos como en tiempo real, la saga Age of Empires figura entre mis favoritas. Pero hay un capítulo que nunca me conquistó igual que el resto, probablemente por tener que competir contra Age of Empires II e intentar adelantarse a su tiempo con mecánicas no tan habituales.
Hablamos, cómo no, de Age of Empires III. Un RTS que innovó en el género con la adición de la metrópoli y los puntos de experiencia, lo que propició otro tipo de tácticas y estar al tanto de más factores para obtener la victoria. La duda es saber cómo le ha sentado el paso del tiempo desde su debut en 2005, hace 15 años.
Un adelantado a su tiempo, por varios motivos
Ensemble Studios intentó volver a sus raíces con Age of Empires III tras su escarceo con la mitología más fantasiosa en Age of Mythology (el favorito de muchos, por cierto). Sin embargo, no se ciñó al estilo clásico de aquel Age of Empires II: The Age of Kings del año 1999, sino que mejoró el motor gráfico en 3D que había creado en el otro RTS antes citado de 2002, apodado BANG! Engine.
Sí que suponía un avance lógico en cuanto a las eras, al situarse en la edad de los Descubrimientos, pasando por la Colonial, la de las Fortalezas, la Industrial y rematando con la Imperial. Este cambio repercutía inevitablemente en las unidades, mucho más avanzadas que las de la secuela, al introducir, por ejemplo, armas de fuego: desde los mosqueteros hasta los cañones, pasando por los granaderos. En cierto modo, jugaba en una liga parecida a la de Empire Earth.
Su mayor novedad, como adelantamos al principio, vino de parte de la metrópoli, una urbe a lo Heroes of Might & Magic III (sin la misma profundidad del clásico de New World Computing) que suponía un cambio visual importante de nuestra base. A dicha metrópoli accedíamos, de hecho, desde el centro urbano, para utilizar unas cartas con ventajas especiales. Cartas que dependían de la experiencia obtenida en la partida (cada nivel subido era un punto) y de la edad actual.
Había desde cartas de uso ilimitado (para 300 de comida o madera), hasta otras de un solo uso, siendo las mejores las de edad más avanzada. Era un cambio importante en el grueso jugable de un Age of Empires, pero lo cierto es que abría todo un abanico de posibilidades. Salvando las distancias, a lo que supuso Command & Conquer: Generals en la saga Command & Conquer de EA.
Otro punto llamativo es que esa metrópoli avanzaba con nosotros, no se ceñía única y exclusivamente a una partida, sino que desde el menú principal del juego podíamos ir desbloqueando más cartas y seleccionar una baraja más acorde a nuestro estilo. Y, por supuesto, también había que tener en cuenta los distintos atributos de cada civilización, donde en el juego base de 2005 entraron en liza españoles, británicos, franceses, portugueses, holandeses, rusos, alemanes y otomanos; sin contar los que llegaron después mediante las expansiones The War Chiefs y The Asian Dynasties, entre 2006 y 2007 hasta su Complete Edition.
Age of Empires III destacó por varios añadidos más que chocaron en su momento, especialmente el de las rutas comerciales. Estas nos permitían crear puntos para obtener un flujo constante de recursos (como en el mítico North & South, pero pudiendo escoger el tipo... incluso experiencia), hasta el punto de mejorar la clásica diligencia a caballo hasta una locomotora. Y eran puntos calientes que había que proteger, por supuesto. Sucedía un poco como con los poblados indígenas, que se podían convertir en nuestros aliados si construíamos un puesto comercial sobre su base. Y podíamos entrenar sus unidades después.
El "toque WarCraft III" venía de parte del explorador, ya que era el encargado de reclamar los tesoros que divisábamos por el mapa. Lo llamativo es que esta unidad no podía morir, simplemente agotaba su resistencia y necesitaba un tiempo para recomponerse de nuevo. O bien pagábamos un tributo de plata desde el centro urbano para rescatarlo. Y ojo, lo podíamos llamar como quisiésemos.
Ensemble Studios implementó más mejoras y cambios, como en lo relativo a la gestión de los recursos, sin tener que preocuparnos lo más mínimo de crear edificios de almacenamiento. Cada aldeano que recolectaba comida, talaba árboles o picaba alguna mina de plata, subía automáticamente el recurso sin tener que moverse. Hasta las granjas (con su molino de viento) eran súper cómodas al contar con la posibilidad de tener hasta a diez personas trabajando a la vez.
Age of Empires III tendrá remake este 2020
De la reciente beta cerrada de Age of Empires III: Definitive Edition no podemos decir nada por NDA, salvo que este remake saldrá en un mes por concretar de 2020 y que mejorará significativamente el producto original, tal y como pasó con sendas "ediciones definitivas" de los primeros Age of Empires de 1997 y 1999.
Saber que está tan cerca despertó mi gusanillo por recordarlo, fomentado en parte por revisitar Age of Empires Online en la actualidad, juego que, a su vez, heredó ciertos elementos del clásico de 2005 que fueron revolucionarios en su momento y que, en lo personal, no supieron convencerme del todo. Al menos en su día.
Porque ahora que he vuelto a jugar al Age of Empires III de 2005, lo cierto es que ya he empezado a ver con otros ojos esas decisiones que no habían sido santo de mi devoción, pese a que me siga pareciendo inferior a otros capítulos de la saga. El gusanillo está ahí, desde luego, y sigue siendo un juego que (gustos aparte) ha sabido envejecer bastante bien gracias a su interfaz, con una gestión muy cómoda de las unidades y de las mejoras de todos y cada uno de los edificios.
En mi caso aún conservo la Gold Edition en formato físico (con la primera expansión), pero es sumamente fácil hacerse con la edición entera para Steam por 36,99 euros. Aunque sabiendo que Age of Empires III: Definitive Edition formará parte de Xbox Game Pass for PC, pocos motivos veo yo para decantarse por la edición del servicio de Valve si en Microsoft Store lo vamos a tener de serie...
Habrá que ver, en cualquier caso, la calidad de este remake. A mí al menos me ha servido como excusa para darle otra oportunidad al original de 2005 y redimirme con sus revolucionarios aciertos. Porque el tiempo pone a cada uno en su sitio.
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