Análisis de The Touryst, unas vacaciones de ensueño en forma de videojuego voxelado

Análisis de The Touryst, unas vacaciones de ensueño en forma de videojuego voxelado

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The Touryst

Xbox Game Pass es un servicio excelente, no solamente por incluir de serie los trabajos de Xbox Game Studios o de forma periódica los mayores bombazos de third-parties, sino porque también nos sorprende cada mes con otras novedades, como Blazing Chrome, Streets of Rage 4, Moving Out o en este caso The Touryst, un indie que me llamó mucho la atención desde que se presentó hace un tiempo.

Dentro de un universo voxelado, encarnamos a un turista que explora una serie de islas mientras va resolviendo una serie de misterios asociados a monumentos. El resultado es una aventura que atrapa desde el primer segundo con genialidad y buenas ideas, pese a no resultar tan redonda como nos habría gustado de inicio. Y ahora, tras su paso por Nintendo Switch, lo tenemos en Xbox One y Windows 10.

Esto son vacaciones y lo demás son tonterías

The Touryst

Uno sabe que va a tener unas vacaciones distintas al resto de la gente cuando al poco de llegar a una isla y colarse por lo alto de un monumento, aparece un centinela que parece de procedencia alienígena. Ahí queda claro que a The Touryst le mola la ciencia ficción, pese a que intente hacernos creer que somos unos meros turistas en una isla paradisíaca. Nada más lejos de la realidad, vaya.

El estudio Shin'en, conocido por Nano Assault, Art of Balance y otros juegos, en su mayoría para consolas Nintendo, supo crear la típica aventura que capta nuestra atención al instante y ante la que no querremos soltar el mando hasta ver qué pasa cuando localizamos todos los monumentos y recuperamos cada una de las cuatro piezas de su interior. Y lo hizo, además, con un gran sentido del humor.

Ya por las pintas del protagonista de The Touryst debería quedar claro, pero es que esta aventura nos toparemos con un buen puñado de personajes secundarios que nos pedirán todo tipo de cosas, algunas bastante ridículas o inocentes, para que la travesía por cada una de las islas no deje de sorprendernos nunca.

Cada isla, además, es un guiño a islas reales, como Hawaii, Fiji o Ibiza, variando su tamaño y paisaje completamente para que siempre apetezca explorar sus rincones para entablar conversación con otras personas, completar toda la retahíla de misiones secundarias o buscar monedas u otro tipo de secretos.

Destaca especialmente con la frescura que desprenden la mayoría de sus puzles dentro de las mazmorras, pese a que por momentos el control con el salto o la cámara nos jueguen más de una mala pasada hasta cabrearnos. Esos puzles nos plantean todo tipo de mecánicas, a cada cuál más original, quedando reservada una parte de intuición y de fijarnos en los detalles del escenario para saber cómo resolverlos. Hasta para entrar en un monumento siguiendo un patrón de vibración.

The Touryst tiene misterio y muchas aventuras

The Touryst

The Touryst va mostrando sus capas poco a poco, a base de investigar cada una de las islas, las cuáles vamos desbloqueando progresivamente cumpliendo misiones, gastando dinero en la tienda o, cómo no, reuniendo una serie de botellas en el mar. Es como un sandbox, pero a pequeña escala y estética muy retro.

Gráficamente resulta bastante más vistoso que Riverbond, por ejemplo, a lo que ayuda también la cámara (y la propia cámara del juego, para hacer fotos; requisito indispensable para varias misiones secundarias), con unos planos que podremos controlar casi a placer. Y decimos "casi", porque a veces se comporta de modo caprichoso impidiendo que veamos zonas elevadas, salvo que tiremos de cámara de fotos. Ahora bien, en zonas de interior se reducirá a la mínima expresión.

Y es que aquí hay que diferenciar las partes dentro de los monumentos o las minas, de las del resto de la aventura. Las primeras son cerradas y con un objetivo claro, donde hay que aprovechar el entorno para resolver puzles, esquivar o incluso atacar usando lo que nos rodea. Porque el protagonista no ataca como tal, salvo por cierta embestida (muy alocada) que desbloqueará a mitad de camino.

Cada monumento es temático, haciendo uso de unos patrones totalmente diferenciados a los del resto, tanto para entrar como para avanzar por cada prueba hasta el enfrentamiento contra el centinela de turno. Lo bueno es que no hay que preocuparse por las vidas, y lo decimos como algo positivo por lo expuesto anteriormente sobre ese aspecto mejorable con el control y la cámara en ciertas situaciones. Se carga el último punto de control y a seguir intentándolo.

Aparte del misterio que entrañan esos monumentos, con una sorpresa final bastante chula que deja la puerta abierta para algo más grande, luego está ese contraste con cada persona a la que podemos ayudar, con misiones de toda índole para pasar unas vacaciones divertidas, lejos de la monotonía en casa.

Los múltiples minijuegos son todo un puntazo

The Touryst

The Touryst también destaca por la ingente cantidad de minijuegos, más allá de los típicos chorras, como un sucedáneo más limitado del mítico Taiko no Tatsujin, emulando un tambor. Lo decimos, principalmente, por su gran salón recreativo.

Grande, no por tamaño, sino por las tres joyas a las que homenajea: desde un Bomb Jack mucho más divertido que el original de Tecmo de 1984, hasta el mítico Arkanoid de Taito. Y donde no falta un F-Zero más pixelado que en la SNES.

Pero es que hay sorpresas en otras islas, como una en la que, llevando la indumentaria de surfero (sí, el protagonista podrá cambiar su ropa y con eso acceder a otras misiones o lugares), podremos revivir la prueba de surf del inolvidable California Games. O emular a Diego Maradona... Hay casi de todo.

A simple vista, pueden parecer distracciones de relleno, igual que buena parte del resto de misiones, pero lo cierto es que es importante no desatender esa lista de TO-DO (cosas por hacer) de cara a la sorpresa final. Lo bueno es que si nos queda algo, como acceder a lo más profundo de la mina, lo podemos hacer tras ver los créditos sin ningún problema. Aunque tampoco es un juego muy largo, en realidad.

Yo me lo tomé con calma, en distintas sesiones a lo largo de estos días, para reposar a fuego lento, por lo que le dediqué unas cuatro horas, más o menos. Se disfruta de principio a fin y la banda sonora ayuda a esa sensación tan positiva.

La opinión de VidaExtra

En definitiva, para toda persona a la que se le haya pasado The Touryst a finales de 2019 en Nintendo Switch, tiene la excusa perfecta con su llegada a Xbox Game Pass. Una aventura bastante recomendable que nos hace fantasear con unas vacaciones así de vistosas, o en su defecto, que veamos algún día una secuela.

The Touryst

The Touryst

Plataformas Nintendo Switch, PC y Xbox One (versión analizada)
Multijugador No
Desarrollador Shin'en Multimedia
Compañía Shin'en Multimedia
Lanzamiento 21 de noviembre de 2019 (eShop) | 30 de julio de 2020 (PC y Xbox)
Precio 19,99 euros

Lo mejor

  • Lo variada y pintoresca que resulta cada isla
  • La historia y las misiones secundarias
  • Hay minijuegos muy chulos

Lo peor

  • A veces el control nos juega malas pasadas
  • La cámara tendría que ser más versátil

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