La demo de King of Seas me ha ofrecido la mezcla de conceptos que tanto esperaba sobre los piratas. Y con pizca de roguelite

La demo de King of Seas me ha ofrecido la mezcla de conceptos que tanto esperaba sobre los piratas. Y con pizca de roguelite

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King of Seas

Hoy por hoy es inevitable pensar en juegos con ambientación pirata donde podemos manejar un barco y que no salga a flote en primer lugar el nombre de Sea of Thieves. Sería de ilusos decir lo contrario sabiendo lo mucho que se ha esforzado RARE estos últimos años para maquear esa idea tan bien parida.

Pero juegos sobre piratas ha habido unos cuantos, como el Pirates! de Sid Meier de un inolvidable 1987, o, por supuesto, el mítico The Secret of Monkey Island de un 1990 de lo más memorable. Ahora bien, está claro que la tendencia por los barcos piratas resucitó a raíz de Assassin's Creed IV: Black Flag en 2013, hasta su culminación a lo grande con Sea of Thieves. Y de cara al futuro hay dos títulos que ahondarán en ese espíritu de los bucaneros: el más próximo lo tenemos en este King of Seas que saldrá en mayo; el segundo, el Skull & Bones de Ubisoft.

Una mezcla entre Overboard! y Sea of Thieves

King of Seas

Si tuviese que hacer una comparación para resumir las sensaciones que me ha producido la demo de una hora de King of Seas (disponible en Steam), creo que diciendo que estamos ante una mezcla de Overboard! y Sea of Thieves puede ser la más acertada, porque usa la perspectiva y mecánicas del clásico a reinvindicar de Psygnosis, pero con la profundidad del segundo aderezada con toques de rol.

La publicidad del juego no está siendo la más acertada, al meter demasiadas escenas con vista en tercera persona a ras del mar, lo que puede llevar a pensar a mucha gente que estamos ante un sucedáneo del juego de RARE, pero no. La vista es desde arriba, eso para empezar. Y controlamos tan solo el barco. Es por ello que en esa parte recuerde al juego de Psygnosis de 1997. Ya en relación a su mundo, generado procedimentalmente, contamos con un mapa enorme a explorar.

Hay, a su vez, una historia detrás, viendo cómo se nos acusa de asesinato (de nuestro padre, para más inri) al poco de comenzar la aventura, y con los que formaban parte de nuestra familia matándonos sin ningún miramiento. Suerte que un barco pirata nos rescata y cambia nuestra suerte, con otra vida por delante.

En King of Seas hay que controlar la posición del viento para poder navegar, siempre y cuando tengamos las velas desplegadas, por supuesto. Tenemos un botón dedicado para los cañones situados a babor y otro para los situados a estribor. Y hay otra serie de comandos básicos que son esenciales en alta mar, pero que aquí resultan bastante intuitivos y muy directos, sin ser un simulador.

Aquí hay libertad total de exploración, pero con misiones a seguir (si queremos, claro), tanto para las que se centran en la historia como las que se enfocan en trivialidades de recadero o escolta. Todo al final suma de cara a mejorar nuestro equipo, al obtener más experiencia, dinero y botín. Pero claro, dependiendo del nivel de dificultad escogido, se suma a la ecuación la tensión de perder todo el botín si hunden nuestro barco. Después de todo, no deja de ser un roguelite.

Una hora de juego no da para mucho, pero sí para disipar las primeras dudas sobre este nuevo trabajo de los italianos 3DClouds, que sorprenden con este cambio de registro al dejar de lado la velocidad tras All-Star Fruit Racing y Xenon Racer. Con cambio de ciclo entre noche y día, ir descubriendo el mapa resulta ameno, al no saber con qué nos podemos topar más adelante. Lo curioso es que el juego no tarda mucho en mostrar uno de los grandes peligros de alta mar, aunque sin el impacto del maravilloso The Legend of Zelda: The Wind Waker o de la recreativa Deadstorm Pirates. Sí, hablamos de criaturas con tentáculos...

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King of Seas

A medida que vayamos navegando por sus mares, iremos divisando distintos tipos de embarcaciones (galeón, fragata, filibote, bergantín...), indicando a su vez qué tipo de tripulación la controla y de qué nivel, para saber de antemano si es enemigo o si tendríamos alguna posibilidad de hundirlo con nuestros cañones.

Uno de los aspectos que más me han gustado de King of Seas radica en ver la evolución de nuestra propia embarcación y su capitán (o capitana), al gozar de botín de distinta rareza y múltiples propiedades que lo alejan del clásico juego de piratas, al apostar por mayor énfasis en la fantasía rolera. De hecho, contamos con un árbol de habilidades a mayores, con tres ramas a potenciar con infinidad de beneficios pasivos, tanto en combate como para la navegación o el comercio.

Sí, también toca el palo del comercio. Ya en los primeros compases del juego se nos indica la importancia de no dejarse embaucar por los mercaderes de cada puerto que descubramos, porque los precios fluctúan en base a sus necesidades y ciertos productos nos pueden salir caros. Lo bueno es que esto se refleja de modo cristalino, para que no tengamos que comernos el tarro con muchos cálculos.

King of Seas

No falta, por supuesto, la hipnótica estrategia de los combates en barco, al depender de la dirección del navío, por mucho que contemos con la ayuda de ciertas habilidades activas. Además, se nota la diferencia si el enemigo es de nivel superior, aunque tan solo sean un par de niveles. Si nos exponemos demasiado, la muerte será inevitable, porque para reparar el barco tendremos que estar quietos.

Por suerte, no estaremos tan expuestos desde el inicio al no levantar sospechas con nuestra nueva embarcación tras darnos por muertos. Y pica lo suyo ir buscando botín (aparte de tesoros como tal) por cada nueva región que vamos descubriendo, llegando a rescatar náufragos en el periplo para aumentar la tripulación... siempre y cuando las mejoras del barco lo permitan, claro está.

El próximo 25 de mayo veremos si King of Seas se mantiene a flote con sus ideas en Steam, PS4, Nintendo Switch y Xbox One, pero lo cierto es que (de entrada) me ha gustado lo que he jugado de la demo, por mucho que haya echado en falta un multijugador como Overboard!. Aquellas partidas entre cinco personas... ¡ARRR!

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