Activision Blizzard ya forma parte de Microsoft, pero a efectos prácticos Activision, Blizzard y King son compañías diferentes y con juegos, culturas y comunidades distintas. Esto último no es una opinión, que conste, sino las palabras de Johanna Faries, quien a partir del 5 de febrero liderará a los equipos responsables de Warcraft, Overwatch y Diablo. Una gran responsabilidad para una rama clave de la gran familia de Xbox Game Studios.
La sucesora de Mike Ybarra no llega de nuevas, y su asignación como parte de la nueva etapa de Blizzard también es una declaración de intenciones: desde 2018 y hasta el año pasado Faries ha sido una figura clave para la división de eSports de Call of Duty, siendo Manager General del exitoso shooter desde 2021 hasta su nueva responsabilidad. Y no lo vamos a negar, no ha pasado inadvertido que una ejecutiva de Activision ahora esté a cargo de Blizzard.
Una nueva presidenta para un momento de transición
En cualquier caso, su nombramiento llega en un momento delicado para Activision, Blizzard y Xbox. Desde esta misma semana, y de manera progresiva, se están anunciado casi 2.000 despidos y cancelaciones de cara a una reestructura mastodóntica.
Algo que de lo que la propia Johanna Faries es plenamente consciente en su comunicado oficial donde, pese a venir de Call of Duty y los eSports, se presenta como fan incondicional de Diablo:
"Aunque mi primer día con vosotros será el 5 de febrero, no puedo esperar para decir que es un honor unirme a [Blizzard] bajo esta nueva responsabilidad. Lo hago con humildad y asombrada por todo lo que Blizzard ha defendido y brindado al mundo durante más de treinta años.
"El día de hoy llega con emociones encontradas. Es difícil compaginar la pérdida de compañeros de equipo talentosos en los últimos días con la inmensa emoción que siento por unirme a Blizzard y aprovechar el impulso que habéis creado para el próximo capítulo de Blizzard."
Faries es consciente de que su nombramiento se presta a generar una variedad de reacciones, preguntas e incluso inquietudes y establece que las tres compañías de Activision Blizzard parten de culturas distintas y se dirigen a públicos específicos, comprometiéndose a respetar las dinámicas y el legado de Blizzard, así como cimentar los valores y la visión de futuro de la compañía.
"Me comprometo a hacer todo lo que pueda para ayudar a Blizzard a prosperar, con cuidado y consideración hacia vosotros y hacia nuestros juegos, cada uno de ellos único y especial por derecho propio.
Soy optimista sobre nuestra capacidad para servir a nuestras comunidades de jugadores actuales y futuras, y para amplificar aún más la pasión compartida por la grandeza, el pulido y el dominio creativo que es un sello distintivo del enfoque de Blizzard en la creación de juegos."
Con todo, no basta con intenciones y promesas. La parte positiva es que Faries cuenta con experiencia y tablas en áreas clave para el crecimiento de Blizzard, y también llega en un momento trascendental para la saga estrella de la compañía.
La trayectoria anterior de Johanna Faries y cómo eso forma parte de la hoja de ruta de Blizzard
Antes de sumarse a Activision Blizzard, Johanna Faries trabajó en la NFL (la liga de fútbol americano profesional de Estados Unidos) y ya a cargo de la saga Call of Duty obtuvo reconocimientos a tener muy en cuenta, posicionándose en el listado de las 40 personas personas más destacadas de menos de 40 años por FORBES en 2019 y, un año después, el reconocimiento de Sports Illustrated a una de las mujeres más influyentes del panorama deportivo por su trabajo con los eSports.
Sin embargo, también es esencial tener en cuenta que su nombramiento ha sido continuado por una reestructuración del ala de eSports de Activision. No está claro todavía si esta reducción se encuadra dentro de los despidos ya anunciados o es independiente, pero, con eso por delante, sobra decir que la actual Blizzard es una de las compañías que fomenta más y mejor los aspectos competitivos dentro de los juegos. En el caso de Starcraft, incluso desde antes de que se compitiese de manera profesional.
El elemento competitivo ha sido uno de los pilares fundamentales para Overwatch, HearthStone o el éxito de un Starcraft que lleva pidiendo una tercera entrega desde hace unos años. También está presente en WOW a través de la Arena World Championship, y no nos podemos olvidar del recién estrenado Warcraft Rumble que acaba de empezar su tercera hornada de contenidos.
Lo que podemos esperar del futuro de Blizzard
En cualquier caso, la primera prueba de fuego para Faries será cómo festeja el legado de la franquicia estrella de Blizzard: en 2024 se celebrarán los 30 años desde el estreno de Warcraft en PC, así como las dos décadas de World of Warcraft, que apostará por un nuevo modelo de expansión a través de grandes sagas, más o menos parecido al de Marvel Studios.
Por lo pronto, los dos primeros pasos por parte de la compañía, poco antes de la entrada de Faries, han sido claves:
- Recuperar para Battle.net los Warcraft clásicos y el Diablo original. Reuniendo y reavivando todo el legado de Blizzard en una misma plataforma unificada.
- Dar los pasos necesarios para que Blizzard regrese al mercado chino. Es más, Overwatch 2 se encuentra festejando el Nuevo año Lunar.
Por último, pero no menos importante, Johanna Faries será la encargada de realizar un movimiento muy esperado por parte de la comunidad de Xbox: es cuestión de tiempo que los juegos de Blizzard lleguen al Game Pass, y el cómo será determinante: ¿veremos la suscripción de WOW incluida de algun modo en la membresía del servicio? Por lo pronto, contamos con que los próximos juegos de la compañía lleguen de lanzamiento. Y eso expandirá el valor del gran proyecto de Microsoft.
El futuro de las sagas de Blizzard, las futuras y las que están en constante crecimiento, está en manos de Johanna Faries. Todavía no ha ocupado la silla presidencial y ya se le ha empezado a acumular el trabajo (la tercera temporada de Diablo 4 ha arrancado) y posiblemente no veamos los resultados hasta la próxima Blizzcon. Sin embargo, es incuestionable que hay mimbres y un legado que se presta a grandes sorpresas y alegrías.
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