Análisis de The Last Faith, la genuina fantasía oscura de los souls llevada al pixel art

Análisis de The Last Faith, la genuina fantasía oscura de los souls llevada al pixel art

Tras arrasar en Kickstarter, Kumi Souls Games firma un metroidvania que busca llegar a los enamorados de Bloodborne

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The Last Faith

Desafiante y cruel, como las pesadillas de FromSoftware. Adictivo como los metroidvanias de Konami y con un pixel art que embruja y casi, casi eclipsa su experiencia jugable. The Last Faith reivindica la acción en scroll lateral, esa que jamás pasa de moda, con pequeños tintes de ARPG. Llevándonos a través de una purga que en la que se pondrá a prueba la fe de nuestro protagonista y, en el proceso, nuestra destreza y perseverancia. ¿Un soulsborne en 2D? Sí, pero no.

Desde el primer minuto The Last Faith quiere que el jugador tienda lazos con Bloodborne y Castlevania: Symphony of the Night. Fomenta esas comparaciones de manera progresiva al avanzar y adentrarnos en su mundo. Hay mucho, muchísimo de ellos. Pero a su vez no depende de los símiles, sino que toma prestado lo que le interesa. En la mayoría de los casos, lo más reconocible de ambos.

El peaje por aproximarse tanto a estos focos, al de FromSoftware y la mejor Konami, es ese estrecho margen que le acaba quedando a Kumi Souls Games a la hora de dejar una impronta propia. Aunque, por otro lado, esto no juega en su contra, sino a su favor. Todas las ideas prestadas se han combinado con acierto.

Esto no quiere decir que tengamos una constante sensación de déjà vu al jugar. De estar ante una experiencia genérica. En absoluto. Kumi Souls Games ha puesto un empeño especial a la hora de forjar The Last Faith. Y pese a que, en el proceso, su narrativa (que la hay) no para de tropezarse con el propio avance del juego, como título de acción y metroidvania atrapa de principio a fin. Tanto en lo jugable y lo artístico como cuando pone a prueba nuestra perseverancia.

The Last Faith, un metroidvania para los enamorados de Bloodborne

En un mundo marchito y dominado por las sombras, un prisionero a la fuga ansía algo más complejo que la libertad: aligerar el peso de su alma. Su nombre es Eryk y, pese a haber traspasado los barrotes de su celda, algo a comenzado a apoderarse de él. ¿Se trata de una lenta maldición que le consume o es su destino?

El camino que Eryk tiene por delante está infestado de criaturas de la noche y seres atormentados. ¿El plan? primero habrá que salvar el cuerpo y, a partir de ahí, sobre la marcha, se irá viendo qué pasa con el resto de nuestro ser. Pero una cosa está clara: llegado el momento tocará elegir entre abrazar la oscuridad o luchar contra ella. Y en caso de que nos inclinemos hacia lo segundo, más nos vale estar preparados.

Visto con cierta perspectiva, The Last Faith plantea algo interesante: cómo habría sido el viaje a otra Yharnam desde los sistemas de 16 y 32 bits. No a modo superficial o de cualquier manera, que conste, sino acertando en aspectos esenciales: no se trata de replicar la estética, sino lograr esa misma ambientación con píxeles. No se trata de darle a nuestro protagonista habilidades parecidas a las de Alucard, por ejemplo, sino que las emplee con un propósito.

The Last Faith

En el camino seremos testigos de que el alma de Eryk se consume con cada hito. Ya bien sea con cada jefazo final derribado o intercambiando palabras con esas almas atormentadas con la que nos cruzaremos. Algunas de ellas, de hecho, estarán encantadas de hacer negocios con nosotros. Aunque, por otro lado, en el proceso la fuerza de nuestro héroe, su arsenal disponible y las habilidades se vuelven cada vez más interesantes.

The Last Faith toma la exploración de los metroidvanias de Konami y les añade una estética, un sistema de progresión y un estilo combates muy inspirado en Bloodborne, de modo que se trata de avanzar en niveles no lineales que recorremos en scroll vertical, pero a su vez los enemigos y los grandes jefazos exigirán cada vez más destreza mientras nos adentramos, poco a poco, hacia una retorcida oscuridad. Así.

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  • Al principio lo único que tendremos es un sistema de esquivas pero, poco a poco, desbloquearemos habilidades que nos habilitarán nuevas rutas y ampliarán nuestra movilidad, incluyendo los dobles saltos o los rebotes en las paredes. En este apartado, pocas sorpresas.
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  • Pero, por otro lado, tendremos un sistema de combate en el que los elementos de los ARPGs siempre predominan. Desde la dinámica de los enfrentamientos al modo en el que cada diferente arma o hechizo nos da una estrategia en los encuentros más complicados.

Sin embargo, es en el apartado ofensivo dónde The Last Faith más y mejor se luce con armas que buscan introducir emoción a combates plataformeros y que se apoyan por completo en la mejora de nuestro personaje. Logrando que celebremos cada nuevo descubrimiento pasándole la factura a las bestias que nos salgan al paso mientras nos familiarizamos con el daño, el alcance o el ritmo al que se ejecuta el combo.

Por delante, un camino no lineal plagado de enemigos y monstruos de pesadilla que no tendrán piedad. Perfectos para poner a prueba nuestra cada vez mayor capacidad ofensiva y de desplazamiento. Eso sí, hay que reconocer que pese a que el mundo de The Last Faith es poco acogedor, cuesta muy poquito perderse por él. Tanto en el buen sentido, como en el no tan bueno.

Un pixel art que embruja. Una narrativa que despista

The Last Faith sabe exactamente qué se espera de él a nivel jugable y, conforme avanzamos y nos adentramos en el universo del juego, más matices y posibilidades ofrece. De hecho, el sistema de inventario aúna lo mejor de sus dos mayores influencias, permitiéndonos alternar rápidamente entre hechizos y armas blancas o de fuego o gestionar las ayudas. Con todo, no esperes que esa sala de guardado u hoguera se solucione una mala partida.

La manera de guardar o acceder a los viajes rápidos en The Last Faith pasa por una especie de escritorios o pequeñas bibliotecas que repondrán nuestra salud, pero no nuestros artículos que la restablecen. En este sentido, y de cara a los enfrentamientos con los jefazos finales, Kumi Souls Games deja estratégicamente algunas cajas con algunas balas e inyecciones sanadoras. ¿Suficientes? Si todavía no le has pillado la rutina al enemigo en cuestión, ya te adelanto que no.

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El eje central del sistema de progresos arranca con el nycrux, y en esencia no es muy diferente a lo que uno espera de los juegos de FromSoftware o metroidvanias como Hollow Knight: la experiencia acumulada nos estará esperando allí donde fiemos vencidos, salgo que caigamos de nuevo antes de regresar a ese punto. Con todo, somos nosotros quienes elegimos a qué asignamos las mejoras al subir de nivel con menús sencillos que contrastan con sus detalladísimos escenarios.

El pixel art de The Last Faith es sombrío y siniestro, pero también cautivador: hay un encanto artesanal muy especial en él, y esto se extiende desde los escenarios a los enemigos y, por supuesto, las animaciones de Eryk. Incluso es capaz de realizar remates personalizados para cada criatura al presionar un botón.

Sin embargo, si siquiera ese mimo por el píxel que se extiende a sus secuencias cinemáticas logra que enderezar una narrativa que extrae su lore de manera tan tímida que, llegado el momento, acaba siendo algo casi secundario para el jugador. Algo que no sería tan llamativo si no fuese porque este juego está creado para contentar a los fans de FromSoftware y Castlevania.

Jugadores a los que, por lo general, sí les importan las historias del mundo en el que se sumergen.

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El lore se manifiesta con ideas vagas de cara al viaje de Erik y frases que plantean más preguntas que respuestas. Con diálogos largos que, en la mayoría de los casos, te dejan como al principio. Y en pistas vagas sobre a dónde dirigirte que podían haberse planteado bastante mejor.

No es que no haya una trama de trasfondo, porque la hay, sino que en ningún momento The Last Faith consigue que nos importe. Los hilos que deja repartidos en forma de notas sueltas o diálogos con otros personajes no se han gestionado lo suficientemente bien como para ser llevados durante el desarrollo de la aventura junto con nuestro propio inventario.

Me explico: FromSoftware logró que introducir personajes y mundos misteriosos sea parte de la experiencia, y lo hace acomodándose a cada tipo de juego -de Elden Ring a Armored Core- de diferentes maneras, pero con sus propios atractivos. The Last Faith flaquea en ese campo y, en consecuencia, la narrativa de la aventura pasa a ser algo casi secundario frente a su exploración, la ambientación o el combate.

The Last Faith convence y engancha. ¿Hasta qué punto impresiona?

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Kumi Souls Games sabe muy bien a quién va dirigido la mezcla de metroidvania y soulslike de The Last Faith. Es más, es plenamente consciente de qué porcentaje aplicar de cada concepto para que la experiencia sea sólida. Sin embargo, se topa con un desafío: ser bueno en todos los aspectos jugables está muy bien, pero no ser excepcional en ninguno no tanto.

Que no se me malinterprete: artísticamente es una pasada. En lo musical, en su presentación y en el mimo que se ha puesto a la hora de diseñar el mundo. Y ya bien sea por su naturaleza desafiante o por su manera de expandirse al estilo Castlevania, The Last Faith acaba siendo una verdadera obsesión para el jugador.

Sin embargo, a diferencia de los juegos en los que se inspiran y otras alternativas pixeladas de fantasía oscura, poco a poco lleva al jugado hacia un delicado paradigma: su calado como videojuego es de mecha corta. La ambientación es exquisita, pero jamás tenemos la sensación de estar en un lugar que no hayamos visto en otros juegos. Los enemigos pueden o no ser intimidantes, pero recuerdan demasiado a los vistos en otros juegos de fantasía oscura.

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Y, no lo vamos a negar, las comparaciones estéticas con Blasphemous y su secuela siempre van a estar ahí. Porque, pese a que las diferencias con su jugabilidad se acaban notando a los mandos, determinados tramos de sus ambientaciones son casi intercambiables.

Dicho de otro modo: las enormes influencias están ahí, y son palpables a lo largo de las 15 o 20 horas que dura la aventura, pero al final son solo la mitad de lo que ofrece The Last Faith como obra. Factores sueltos que le dan una consistencia especial al resultado. Dónde especial no quiere decir novedosa, original o sorprendente; sino bien planteada.

En ningún momento The Last Faith evita las comparaciones con aquellos juegos de los que bebe, sino que las abraza gustoso. Aprovechando ese impulso, The Last Faith lleva al jugador a través de un desesperado viaje por la salvación en el que tocará sufrir con cada gran jefe hasta encontrarle las flaquezas.

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Ahora bien, The Last Faith recompensa merecidamente nuestra destreza o perseverancia con cada nueva arma o habilidad encontrada. Sabe convertir su planteamiento jugable y lo que toma prestado de Bloodborne (que no es poco) a su favor. Logrando aunar lo mejor de dos maneras de abordar la fantasía oscura a través de los videojuegos.

Las comparaciones de The Last Faith no solo son con Castlevania o Bloodborne, sino también con el referido Blasphemous, o Hollow Knight y, hasta cierto punto, con Bloodstained. La diferencia con estos últimos es se repare a lo largo del juego pero, al final, Kumi Souls Games no logra despertar una fascinación realmente especial por el mundo en el que Eryk se debe desenvolver. No como en los ejemplos anteriores.

Llegado el momento, cuando toca elegir entre los diferentes finales, lo que estás decidiendo es si enfrentarte al gran jefazo final o no. Si estás preparado para ello. La voluntad del protagonista es algo que, de un modo u otro, se diluyó por el camino. Y que conste que esto no lastra los hitos de The Last Faith: lejos de ser un mal juego, supera las expectativas que se puedan tener en él. Combina dos experiencias en una que se siente de maravilla al jugar. Y eso no es poca cosa.

La opinión de VidaExtra

A

The Last Faith hereda esa fórmula que tan bien acuñó la saga Castlevania y sabe muy bien cómo meterse en el bolsillo a los enamorados de la fantasía oscura de FromSoftware. Siendo una mezcla tan curiosa como acertada de principio a fin. Logrando que si no caes presa de su pixel art, lo hagas por su manera de invitarte a explorar cada rincón de su mapeado tras desbloquear esa nueva habilidad. O, quizás, para probar esa nueva arma en aquella zona en la que duraste un suspiro.

Su apartado artístico merece una mención especial: su pixel art entremezcla el estilo victoriano y el neogótico logrando una ambientación que invita a que nos perdamos con la mirada. Las animaciones no siempre son fluidas, notándose especialmente en los monstruos más grandes, pero éstas siempre están al completo servicio de la jugabilidad. Una dinamica en la que la movilidad y las armas brillan con luz propia.

Y pese a que casi todos los escenarios de The Last Faith son sombríos y su ambientación brilla, aunque arriesga lo justo y necesario, se logra a través del nivel de detalle que recorrerlos sea parte de la experiencia. Puede que la variedad cromática de poco margen, pero descubrir cómo llegar a sitios inaccesibles es parte del encanto de todo buen metroidvania. Y el de Kumi Souls Games no es la excepción.

A

La atmósfera de The Last Faith es parte del conjunto de la experiencia. Se logra empapar al protagonista de ella y, por extensión, al jugador. Arrastrando a ambos a una pesadilla desafiante que pondrá a prueba nuestros reflejos, nuestros pulgares y nuestra perseverancia.

Atrapándonos, poquito a poco, con cada logro. Con cada jefazo vencido por la mínima y con cada nueva acción desbloqueada. Incluso a sabiendas de que cada descubrimiento es un paso más hacia la boca del lobo. Preparándonos, en última instancia, para cuando nos topemos con él.

¿Un juego redondo? El lore que nos pone por delante Kumi Souls Games despega tarde y lo hace de manera demasiado tímida. Pero no lo suficiente como para que The Last Faith pase de manera discreta por nuestra biblioteca de juegos. Sin pretender llevar el género del metroidvania a nuevas direcciones, pero cumpliendo otro gran objetivo en el proceso: llevar la genuina fantasía oscura de los soulsborne al pixel art.

Precio de The Last Faith

The Last Faith está disponible en digital en PC, Xbox Series, Xbox One, PS5, PS4 y Nintendo Switch. En todos los sistemas su precio es de 26,99 euros, y en las consolas de Microsoft y PlayStation se incluyen las copias de octava y novena generación, incluyendo el Smart Delvery en el caso de Xbox.

Por otro lado, ni hay DLCs ni ediciones especiales de The Last Faith. En lo que respecta a las versiones físicas del juego, estas se ofrecieron como parte de la campaña de Kickstarter para Switch, PS4 o Xbox One.

Duración de The Last Faith

Tardé algo menos de 20 horas en llegar al final de The Last Faith. Hay diferentes clases que solo afectan a las estadísticas, con lo que puedes acomodar al personaje a tu estilo según avances sin tener que empezar otra partida desde cero. Por otro lado, el juego ofrece diferentes finales, pero si vas al grano y no te despistas por el mapeado puedes llegar por primera vez a los créditos en algo más de 17 horas y necesitarás menos de diez más para ver todo lo que tiene que ofrecerte.

The Last Faith

The Last Faith

Plataformas PC (versión analizada), PlayStation, Xbox y Switch
Multijugador No
Desarrollador Kumi Souls Games
Compañía Playstack
Lanzamiento 15 de noviembre de 2023

Lo mejor

  • Un metroidvania que se empapa de la esencia de Bloodborne
  • Sabe atrapar al jugador tanto en lo jugable como en lo artístico
  • Su apartado artístico tiene un mimo realmente especial, pese a que algunas animaciones cojean

Lo peor

  • Se echa en falta un mayor atractivo a la hora de desplegar su lore
  • No evita las comparaciones con aquellos juegos de los que bebe, sino que las abraza gustoso. Y eso es un arma de doble filo

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