Crítica de Injustice, la película: una tragedia superheroica a la sombra de su propio videojuego

Crítica de Injustice, la película: una tragedia superheroica a la sombra de su propio videojuego

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Se dice que cuando una persona pierde todo lo que tiene en la vida su situación solo puede ir a mejor, pero Superman no es cualquiera. Tras un maquiavélico plan del Joker, el Hombre de Acero se ve desprovisto de lazos afectivos y perspectiva, resurgiendo como una figura autoritaria a escala mundial. Algunos compañeros de la Liga de la Justicia comparten su visión. Otros, como Batman, se opondrán frontalmente.

Reunir a la plana mayor de Liga de la Justicia -y, por extensión, DC Comics- en un mismo largometraje ya no es algo que podamos considerar excepcional, pero siempre debería ser una apuesta ganadora. Combinar el enorme tirón que poseen Superman, Batman, Wonder Woman o el Joker es un reclamo muy poderoso; y cómo Injustice: Gods Among Us los lleva a terreno desconocido es, además, un gancho todavía mayor para el fan de los superhéroes y, en este caso concreto, también de los videojuegos.

A fin de cuentas, que los creadores del brutal Mortal Kombat estuviesen implicados en su creación es algo que establece muy bien lo que se espera de él y el tono de sus acontecimientos: Injustice no es una historia para todos los públicos ni abraza esa oscuridad demasiado intencionada del cine de Zack Snyder, sino que lleva a los héroes a un estado de shock y, a partir de ahí, los transforma desde dentro o los hace reaccionar -a destiempo- y según evolucionan las circunstancias.

A partir de ahí, y con el recién estrenado largometraje, nos encontramos con dos adaptaciones diferentes de esta premisa: por un lado, el universo Injustice mostrado originalmente en videojuegos y cómics fue atrevidamente diferente a todo lo visto en DC hasta entonces. De hecho a nivel de iniciativa estamos hablando de uno de los grandes caballos de batalla de Elseworlds, el sello de DC Comics dedicado a explorar realidades alternativas de sus licencias.

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Sin embargo, el nuevo universo Injustice, su muy tardía adaptación animada de 2021, se queda muy por detrás de ambos en los aspectos esenciales. Perdiendo gradualmente la enorme fuerza y el espíritu transgresor de la iniciativa original hasta reducir el conjunto de premisas hasta lo más superficial.

Sí, en todas las adaptaciones de Injustice, incluida la animada, volvemos a ver una historia conducida por los roces y conflictos de intereses entre el Hombre de Acero y el Caballero Oscuro de Gotham. Ambos vuelven a ser las caras opuestas de una misma moneda. Un concepto que hoy, quizás, parezca demasiado explotado pero que en su día se abordó con una profundidad y a una escala realmente fascinante.

Sin embargo, en la nueva adaptación animada de Injustice, la de 2021, nos topamos con una sucesión de problemas: el tono, la visceralidad y la ambición de la trama original ya no están ahí. El modo en el que los acontecimientos acaban poniendo contra las cuerdas a sus protagonistas y los destrozan por dentro, de manera física y emocional, se muestra de manera más tímida, comedida o de muy de pasada en la pequeña pantalla. Y eso es un error fatal.

Cuando la mayor "injusticia" del filme es hacia la obra original

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Desafortunadamente, la adaptación de Injustice: Gods Among Us que firma Warner Animation se resuelve dejando una sensación no tan rompedora para el gran público que ya ha visto series como The Boys o Invencible y, todavía peor, de haber sido una oportunidad perdida en aquellos que vienen de los juegos y la muy prolífica serie impresa en grapa y varios volúmenes recopilatorios siempre recomendables.

¿El motivo? Una adaptación no tiene que seguir al pie de la letra la obra original, desde luego, pero el caso de Injustice es muy concreto: se trata de una versión demasiado acomodada al formato audiovisual que tropieza y se desploma en aspectos esenciales. Y eso tiene un doble delito cuando la premisa de la que parte, como veremos, es tan potente y lo verdaderamente delicado, que es la construcción del universo y sus máximos detonantes, ya estaba hecho.

En el Injustice de Warner Animation los temas abordados y los acontecimientos iniciales son, en esencia, los mismos. La base argumental del videojuego de 2013 y la serie de cómics creada para la ocasión está ahí, desde luego, pero más allá de dar la réplica -con mayor o menor acierto- a las escenas clave con una animación que merecía ser mucho mejor, todos aquellos elementos que lo distinguían de las historias ordinarias de la Liga de la Justicia quedan tristemente diluidos por un guión al que le faltan minutos y carece de algo esencial: la capacidad de descolocar constantemente al espectador.

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Porque Injustice: Gods Among Us no es la típica trama en la que los metahumanos deben afrontar una amenaza mayor sin arriesgarse a romper sus propios códigos morales, sino todo lo contrario: tomando descaradas inspiraciones del Superman: Hijo Rojo de Mark Millar, se nos traslada a uno de universos alternativos más interesantes de la editorial de Burbank para plantear al espectador dos sencillas preguntas:

  • ¿Qué consecuencias tendría que el Joker se pasase de la raya con la persona equivocada?
  • ¿Qué pasaría si un día a Superman se le cruzaran los cables?

Con respecto a la parte del Joker, el cual aparecerá lo justo y necesario en pantalla, no me estoy refiriendo a la típica broma asesina con la firma del príncipe payaso del crimen, sino a una masacre a una escala no tan recurrente en los cómics cuyas consecuencias logran que la propia humanidad se tambalee. Una atrocidad capaz de cambiar la perspectiva de la justicia del mayor Boy Scout del universo DC: el propio Superman.

El proyecto Injustice original busca dar respuestas a todas esas preguntas, y el resultado final es un universo alternativo crudo y visceral que, poco a poco, va ganando una escala mucho mayor hasta que los acontecimientos se vuelven insostenibles. Una visión del universo DC cuya escala trasciende el espacio y el tiempo en el que las aristas oscuras opacan constantemente las luminosas y cuya réplica animada, en los compases finales del filme, tiran por tierra cualquier esperanza puesta en una remontada.

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La mala noticia es que ni la enorme escala de los acontecimientos ni la epicidad del juego o los comics acaban mostrándose en el filme de 2021. ¿La buena? Si no conocías este universo, seguro que lo que se muestra a través de este largometraje de casi 80 minutos no te deja indiferente: personajes clave y muy conocidos son fulminados sin concesiones, mientras que alianzas insólitas nacen de las situaciones más desesperadas. Y sí, algunas de las líneas de diálogo más agudas han sido llevadas a la película.

Y es que, como ocurre con los proyectos relacionados con Netherrealm Studios, esta poco convencional historia en torno a la ruptura definitiva de la Liga de la Justicia busca poner patas arriba lo ya conocido y, en el proceso, que el contador de muertes y asesinatos en pantalla sea, cómo mínimo, llamativo. Lo cual implica que incluso en los minutos iniciales veremos cómo son despachados personajes que en las adaptaciones originales luego tendrán un papel mayor y otros, como Aquaman o Shazam, apenas reciben dos tristes frases y una escena.

Una oportunidad perdida para que Warner Animation se luciese en la pequeña pantalla

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Desde el minuto uno queda patente que la película de Injustice se ha producido para ser distribuida en formato doméstico. Lo cual no es malo. De hecho, tanto los diseños de personajes como la producción y la animación están absolutamente alineados con lo ya visto en Mortal Kombat Legends: Scorpion's Revenge y su secuela.

Dicho lo cual, hay que reconocer que el resultado final se queda muy por detrás de los estándares de largometrajes de animación actuales y está más en sintonía con las series animadas. Para quien eche de menos el estilo de animación de la década de los 90 quizás sea un reclamo añadido, pero no está de más recordar que, a diferencia de Mortal Kombat, la iniciativa transmedia de Injustice nació bien entrados en el nuevo milenio y con los New 52 de DC llegando a los quioscos.

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El estilo visual tiene su punto, todo sea dicho. Los diseños de los personajes favorecen las poses superheróicas y beben de manera descarada de la influencia de Mike Mignola (Hellboy) y Bruce Timm (Batman: La Serie Animada) sin llegar a la maestría de ambos. El modo en el que se han acomodado éstos a lo mostrado en los videojuegos y los cómics no es el problema.

Es más, podemos ver secuencias de animación y hasta ataques especiales que han sido directamente extraídos de los videojuegos de Netherrealm Studios. Algunos con bastante descaro. Un agradecido guiño que, desafortunadamente, no eclipsa los otros tropiezos que tiene esta adaptación.

Dejando zanjado el tema de las enormes licencias y cambios que se le ha dado a la Injustice animada, nos topamos con un ritmo irregular que, si bien es bastante entendible -y está bien manejado- en los primeros 15 minutos de metraje, se tropieza constantemente con el mismo problema: el grueso de los personajes son desaprovechados en pantalla y el clímax final, que rescata elementos muy posteriores, desinfla el conjunto. Primero con un amago de Deus ex machina y posteriormente con un momento de completa ruptura emocional que, ni de lejos, iguala al del Hijo Rojo de Millar.

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Al menos, no nos encontramos de nuevo con un momento Martha como el visto en Batman V. Superman. Aunque eso no es precisamente un consuelo.

Ahora bien, la adaptación de Injustice llega muy tarde, pero lo hace en un momento muy interesante.

Desafortunadamente, el resultado no está a la altura de todo lo anterior. Siendo justos, hay elementos que funcionan mucho mejor en un videojuego o como guiño en una viñeta de un cómic que en un largometraje animado: ¿un bar en el que están todos los villanos? Seguro que había una solución mejor.

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Pero el gran problema de Injustice es condensar en una hora y dieciocho minutos una serie de historias elaboradas para fomentar la discusión y el diálogo entre los fans. Retener el interés y la fascinación generada entre la publicación de cada grapa o con el propósito de ponernos en contexto entre combate y combate en un juego de lucha que, sin necesitar un gran contexto argumental, deja en pañales en sus dos entregas lo visto en este filme. Porque Netherrealm hace buenas historias, y las cuenta de maravilla.

Cada medio tiene recursos diferentes y adaptarlos a uno nuevo sin perder la esencia es el gran desafío de cualquier historia. Y en este aspecto, la película sobre una de las mayores tragedias superheroicas se queda a la sombra de su propio videojuego.

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