DragonBall Evolution para PSP: un despropósito todavía más superficial que la película

DragonBall Evolution para PSP: un despropósito todavía más superficial que la película

10 comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail
Dragonball Evolution 2009

En VidaExtra nos hemos acostumbrado a hablar mucho y bien del paso de Dragon Ball por los videojuegos. A fin de cuentas, no solo hemos tenido motivos para ello, sino que también conservamos gratos recuerdos de juegos clásicos. Pero no todos los tiempos pasados fueron mejores y ni siquiera Son Goku tiene un expediente impoluto en las consolas. Uno de los casos más singulares es el del videojuego de DragonBall Evolution.

Vamos a establecer una premisa: pese a que hay notables excepciones, no ha sido frecuente que las películas hayan adaptado bien los videojuegos. Y lo mismo ocurre en el caso contrario. Una maldición que también afecta a la mayoría de intentos por llevar el manganime a la acción real. ¿Qué ocurre cuando combinamos estos estos tres formatos? En el caso que vamos a tratar, ya te adelantamos que nada bueno.

Siendo justos, si la adaptación para PSP de DragonBall Evolution no partiera de obra y el legado de Akira Toriyama, su acogida -con toda probabilidad- hubiese sido bastante más fría. A fin de cuentas, como juego tenía todas las papeletas para pasar sin pena ni gloria por la portátil de Sony y, de lejos, no es el mayor despropósito que fue publicado en formato UMD.

Lo cual no quita que, visto en perspectiva, aquella propuesta de lucha acabó siendo el último clavo en el ataúd del filme dirigido por James Wong y todo lo relacionado con él, pese a que -paradójicamente- su lanzamiento comercial en Japón y Estados Unidos estaba llamado a ser la antesala del propio estreno cinematográfico.

Ni siquiera el poderoso Son Goku tiene un expediente impoluto en las consolas

Pero lo divertido es que, si los 89 minutos DragonBall Evolution ya eran una decepcionante reimaginación de las primeras aventuras de Goku, su videojuego oficial, como verás un poco más abajo, nos da pie a pensar que Bandai Namco ni siquiera se había molestado en ver la película. Quizás hicieron bien.

Un trámite necesario: ¿qué es Dragon Ball Evolution?

DBE

Llegados a este punto es necesario hacer un inciso: llevamos cinco párrafos hablando de DragonBall Evolution y es probable que no hayas visto la película. Incluso, que ni siquiera hayas oído hablar de ella. En lugar de esquivar esa bala, vamos a lanzarnos al barro para desenterrar una trama por la cual el propio guionista pidió perdón al mundo años después.

Lo esencial: DragonBall Evolution no fue el primer filme de acción real basado en la obra de Akira Toriyama, pero sí fue primero que se produjo de manera oficial y con la aprobación de la Toei.

La pre-producción se inició con la adquisición de la licencia por parte de la 20th Century Fox en 2002, y pese a que -en teoría- adaptar el material original no debería ser un obstáculo, conseguir los derechos y permisos fue la única parte fácil: hubo que esperar hasta cinco años para encontrar el director. Algo nada habitual. Aunque, visto en perspectiva, bastante menos que la película de Uncharted.

En ese tiempo, la película fue renombrada a Dragonball (usando una única palabra) y se le dio la silla del director al veterano James Wong, director de Destino Final, uno de los responsables del éxito de The X-Files (Expendiente X) y fan declarado del anime. ¿Y qué pasa con la trama?

Dragon Ball

El guion lleva la firma de Ben Ramsey, quien reconocería años después que se limitó a aceptar el encargo y seguir las pautas dadas por parte de la producción. Básicamente, y asimilando que hizo una basura (palabras textuales), se ciñó a cumplir con su trabajo sin pasión ni apego por la obra original. Wong introdujo cambios -sin acreditar- en el borrador final, aunque visto el libreto de Ramsey (el cual se puede encontrar en internet) el proyecto estaba condenado desde el principio.

Con esa premisa, se fijó el estreno inicial para 2008 y se pusieron sobre la mesa unos 30 millones de dólares de presupuesto para dar vida al manganime de culto en la gran pantalla.

¿El resultado? Un año después,  DragonBall Evolution nos presentó a un nuevo Goku (interpretado por Justin Chatwin) creado para la ocasión. Un joven de 18 años recién cumplidos que compagina los estudios de las artes marciales con la vida de cualquier chico de instituto. Al menos, la retratada en la mayoría de películas producidas en Hollywood. Lo que Goku no sabe es que es especial.

DragonBall Evolution falla estrepitosamente con una visión excesivamente superficial del manga y una innecesaria saturación de clichés

Puestos a tirar de estereotipos, el chico que se mofa de nuestro protagonista junto a su pandilla de matones sale con Chi Chi (Jamie Chung), el amor de instituto de Goku y su interés romántico durante el filme. Un problema que pasará a ser menor pocos minutos después: la pérdida de su abuelo Gohan (Randall Duk Kim) a manos de un misterioso villano supondrán el verdadero detonante de los acontecimientos del filme.

Sí, Ramsey básicamente tomó el inicio del Spider-Man (2002) de Sam Raimi, hizo ajustes por aquí y por allá y firmó con su nombre.

Antes de partir, Goku conoce a Bulma (Emmy Rossum), una aventurera sobrada de tiempo libre y vehículos de -al menos- dos plazas; y juntos se lanzan a buscar las esferas capaces de cumplir cualquier deseo, haciendo una parada en la casa de un maestro Roshi (Chow Yun-Fat) cuyo único parecido con el del manga reside en su gusto por las camisetas hawaianas y algún que otro espontáneo acto de comedida perversión.

Roshi
Tampoco costaba tanto ponerle unas gafas y una barba a Roshi

Sin querer ahondar más en la trama, y llegados a este punto, DragonBall Evolution comienza a desviarse de manera todavía más drástica del manga y el anime, intentando abarcar en hora y media los sucesos comprendidos entre el inicio de la aventura del pequeño Goku y el enfrentamiento contra el rey Piccolo. Pero también fallando estrepitosamente a través de una visión excesivamente superficial del manga, un desconocimiento total de los personajes y una grotesca e innecesaria saturación de clichés.

Podía haberse quedado la cosa ahí. De hecho, su estreno se aplazó casi un año para rodar nuevas tomas y añadir más efectos. Pero los planes de la Fox y Toei iban más allá de las salas: DragonBall Evolution vendría arropado por merchandising, novelizaciones y hasta un videojuego oficial. Y ahí es donde entra Bandai Namco.

¿Que fue peor? ¿El juego o la película?

DBE

Todavía recuerdo mi primera partida a DragonBall Evolution en PSP. La historia arranca a través de diálogos en cajetines con el abuelo Gohan entrenando Goku. El alumno le saca, al menos, dos cabezas de alto al maestro. Tras un breve intercambio de palabras, el anciano establece dos pautas: la primera es que “la primera regla es que no hay reglas” y la segunda, contradiciendo la anterior, es que el primero en tocar el suelo pierde.

Aquella frase es una referencia directa a la escena de partida de la película, donde se produce ese mismo diálogo mientras ambos se disponen a combatir, manteniendo el equilibrio cual funambulista sobre una cuerda tendida cierta distancia del suelo. ¿Adivinas qué? Tras los diálogos, justo después de mostrarse el escenario y la interfaz, los dos luchadores aparecen con los dos pies tocando en el suelo, frente a frente en el patio de su hogar.

DBE

Muy poco después lo comprendí: el que había perdido era quien sostenía la consola. O eso, o directamente la trama argumental del juego iba por un lado y los encargados de diseñar el resto del modo historia iban por el otro.

El combate enfrentaba a Goku con el aspecto que luce al final de la película, (con unos exagerados pantalones de campana azules) con el diminuto abuelo Gohan, o más bien me invitaba a probar los controles hasta pulverizar a un pobre señor mayor que -para su desgracia- no se defendía lo suficiente.

El modo historia del juego de DragonBall Evolution es una mala adaptación de otra mala adaptación

Ese tipo de cosas no te hacen sentir bien, pero lo peor de todo es que aquella fue la primera de muchas peleas en las que da igual que ganes o cómo ganes,  de ser necesario, con una cinemática final se anula tu victoria para que la trama avance a conveniencia.

Y la segunda pelea era todavía peor: los retratos de nuestro protagonista y uno de los matones de su instituto se chocaban en pantalla mientras brotaban los diálogos en la caja inferior, siendo solo el preludio de una interminable sucesión de acontecimientos en paralelo a la película que, para más inri, no llevaban a nada en lo jugable.

El modo historia del juego de DragonBall Evolution es una mala adaptación de otra mala adaptación, y eso no lo convierte en bueno sino todo lo contrario, pero ¿qué tal como juego de lucha? A fin de cuentas, Bandai Namco ya estaba bastante aclimatada a lanzar títulos de uno contra uno en escenarios poligonales. La conclusión rápida es que, al menos busca, ser accesible si lo que deseas es limitarte a machacar botones. Eso y, como veremos, un punto de originalidad.

DBE
Pobre Gohan

El sistema de combate consiste, básicamente, en golpear sin pensar demasiado. Y eso venía de perlas para el modo Supervivencia, todo sea dicho. Te puedes molestar en averiguar los movimientos especiales y los definitivos, pero aquello no tiene ni pies ni cabeza: en la mayoría de los casos, Bandai Namco mezcló animaciones de los Dragon Ball Z Budokai (a los que quitó los remates) con ataques completamente genéricos de otros juegos de lucha.

Otros personajes, por contra, usaban armas de fuego, jetpacks o ataques cinemáticos definitivos tan “espectaculares” como atropellar con un coche al rival en mitad de la partida. Y las sensaciones de juego no iban más allá: había personajes, como Chi Chi, que se podrían salvar de la purga, pero en general daba la impresión de que no se habían molestado mucho en probar que ese caótico contraste de estilos funcionase. Y eso hacía todavía más absurda la inclusión de un versus online.

La selección de luchadores, por otro lado, está limitada a lo que había en la gran pantalla. Dicho de otro modo, las ausencias son tan sonoras como dolorosas. A los habituales Goku y Yamcha se les suman los no tan frecuentes de ver Roshi y el abuelo Gohan en calidad de iniciales. Visto en perspectiva, tiene cierto sentido: desbloquear personajes es lo único que realmente aporta el modo principal al jugador.

Screenshot 726

Posteriormente, a base de jugar, se unirán Chi-Chi, dos variantes de Piccolo, un Goku transformado en un simio solo un poquito más alto que el inicial (o más bien una alternativa hipermusculada, peluda y con cara de mono), un esbirro demoníaco llamado Fu-Lum creado para hacer relleno, una Bulma que salta al ring con montones de armas pero, por lo general, usa puñetazos y patadas y, finalmente, la Mai cinematográfica: esa persona que hace casi todo el trabajo sucio, tanto en la película como en el juego, sin cobrar lo suficiente.

Indiscutiblemente, estamos ante el panel de luchadores menos atractivo dentro de la muy dilatada trayectoria de Dragon Ball en los videojuegos.

No todo era una locura, claro. los acabados de los personajes eran bastante correctos y, sin asombrar, se sacaba un provecho interesante de las texturas para dar cierta solidez y detalle a cada luchador, aligerando la cantidad esquinas de los modelos para añadir un punto extra de fluidez en los combates. Lo cual, claro, hace más difícil de justificar sus animaciones y el sistema de control. Los escenarios, en esencia, eran una de cal y otra de arena.

Desde la primera partida queda patente que el juego de DragonBall Evolution era un subproducto derivado de la película

Podría entender lo del juego Dragonball Evolution si los desarrolladores o los responsables estuvieran tan poco puestos en el universo Dragon Ball como el guionista del filme, pero es que tras el logo de Bandai Namco encontramos el de Dimps, quien había dado vida a algunas de las entregas más potentes de Dragon Ball en consolas desde el cambio de milenio, incluyendo los dos títulos de Dragon Ball Z Shin Budokai para la propia PSP. Por suerte se despidieron de la portátil con un DBZ: Tenkaichi Tag Team.

Screenshot 727

Desde la primera partida quedaba realmente patente que el juego de DragonBall Evolution era un subproducto derivado de la película. No es que al juego le faltasen elementos o se hubiera ido a lo fácil. De hecho, había -en mayor o menor grado- una voluntad por ofrecer diferentes experiencias al jugador. Incluso hay un modo misiones que le da un punto de variedad al conjunto través de 50 desafíos.

Pero, claro, al final el juego queda reducido ser una visión superficial y desangelada de una mala adaptación. Y eso no es bueno.

Todo tiene un lado positivo, ¿incluso DragonBall Evolution ?

DBE

Dentro de todo lo malo del juego de DragonBall Evolution hay algo que conviene tener en cuenta: en un tiempo en que todos los juegos de Dragon Ball Z ofrecían las mismas historias, retenían los mismos personajes y lucían demasiado parecidos los unos a los otros, esta disparatada adaptación supuso una alternativa.

Una decepción, desde luego, totalmente a rebufo de la película. Pero también dio a todo el que lo quiso probar un punto de variedad.

La PSP tuvo un catálogo de lucha brutal: versiones a medida de Tekken 6 y las entregas de sobremesa de Mortal Kombat, un muy digno Soul Calibur: Broken Destiny en el que hasta se había apuntado Kratos, la revisión más completa de Street Fighter Alpha 3 y el homenaje definitivo de DarkStalkers, los clásicos en 2D de Arc System Works y SNK… En 2009 poco podía rascar a nivel comercial un DragonBall Evolution elaborado desde los frágiles cimientos de la película.

Screenshot 725

Está claro que estamos ante una mancha en el historial de Dimps, pero también de un juego que, como las malas películas que acabas viendo hasta que saltan los créditos, al final se queda en algún rinconcito de tus recuerdos. Como solía decir un conocido, no se es un completo inútil si por lo menos se sirve de mal ejemplo.

DragonBall Evolution no es un buen juego. Ni te lo voy a recomendar. Pero se atrevió a ser diferente

Dicho esto, en su día fui plenamente consciente de lo que compraba y te garantizo que no pague por él ni la mitad de su precio de lanzamiento. Ya estaba más que contento con el recién estrenado Street Fighter IV. Aquello fue una ganga y pensé más en tenerlo en una estantería que en abrirlo. Pero claro, prefiero jugar a coleccionar, así que me armé de valor y vi mis expectativas cumplidas: era tan malo como sospechaba.

Ahora bien, tras las dos horas que pasé en el modo historia (si es que llegaron a eso) llegué a otra conclusión. No es un buen juego ni te lo voy a recomendar, pero, al menos, se atreve a ser diferente.

Kamehameha

¿Se podía haber hecho mejor? Desde luego. Dimps podía haberse atrevido a más. A diseñar un sistema de lucha más competitivo y agradecido. Y, siendo sinceros, los montones de extras de la galería basados en una película que realmente no me gustó no son -ni de lejos- un atractivo. Pero, visto en perspectiva, ni siquiera llegué a jugar contra otra persona que tuviese su propia copia.

En esos días decía que los juegos malos se vendían a mayor velocidad que se compraban y este podría ser uno de esos casos. Quizás, y solo quizás, era mejor aplicar nuevas ideas en otros proyectos. En otras ocasiones.

Y, sin embargo, me di cuenta de una cosa: cada vez que, por casualidad, alguien pasaba por delante de esa estantería de UMDs, leyendo los lomos de las cajas, había un juego que robaba las miradas, era separado del resto de juegos de Dragon Ball Z y, finalmente, hacía brotar la pregunta de marras: ¿qué tal es este juego?¿Es tan malo? Ese juego es DragonBall Evolution.

Comentarios cerrados
Inicio