Análisis de MediEvil: un regreso que necesitaba algo más que nostalgia

Análisis de MediEvil: un regreso que necesitaba algo más que nostalgia

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Llevábamos más de 20 años esperándolo. Convertido en una de las aventuras de culto de la primera PlayStation, MediEvil siempre se ha mantenido en ese saco de juegos por el que ansiábamos una recuperación de la franquicia al igual que otros como Ape Escape, Tombi o Klonoa.

El esqueleto aspirante a héroe ha sido, finalmente, el que más suerte ha tenido, pero puede que la frase no sea la más acertada para iniciar este texto. Más cercano a la idea de la remasterización con grandes retoques que a la de un remake con cara y ojos, el juego se encarga de recoger todo lo bueno de la aventura original, pero queriendo ser demasiado fiel a lo presentado en 1998 acaba arrastrando también todos sus problemas.

El héroe que muchos recordamos

Empezando por lo básico, vamos a refrescar la memoria al viejo fan de Sir Daniel Fortesque y poner las bases para el jugador que entra aquí como nuevo. Nuestro huesudo amigo es el hazmerreír de los héroes del pasado porque las leyendas cuentan de él una historia que dista mucho de lo que ocurrió en realidad.

Habiendo pasado a la historia como el héroe que salvó al pueblo de Gallowmere en su batalla contra un poderoso mago, lo que lamentablemente ocurrió es que fue el primero en caer en aquella contienda tras recibir una flecha en el ojo.

Años después el mago ha vuelto a la vida creando un ejército de muertos y, cosas de la magia negra, eso también ha supuesto que Fortesque despierte en su tumba, esta vez con la intención de ganarse su título de héroe.

A través de distintos niveles nuestro papel será, en la mayoría de ocasiones, llegar del punto A al B a base de acabar con enemigos,  explorar el entorno en busca de llaves que nos permitan avanzar y resolver algún que otro puzle de la vieja escuela.

Con una historia que se va desgranando a base de cinemáticas, conversaciones y la posibilidad de leer libros colocados a través de los niveles, aún recuerdo cómo comentaba con amigos todo lo relatado en MediEvil como si fuese la gran obra maestra de la literatura.

Nada más lejos de la realidad, claro, pero se agradecía entonces, y vuelve a agradecerse ahora, que sea algo más que una historia del bueno contra el malo.

Por lo demás, muchas ideas de una época de tanteo del desarrollo 3D que incluye los típicos laberintos, el obligarte a ir de una punta a la otra del mapa para recoger algo o las típicas misiones de conseguir ocho cacharros que alguien ha dejado tirados por ahí. Nada que molestase en unos tiempos en los que tampoco había margen para mucho más, pero desde luego no un trago fácil de digerir hoy en día.

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El futuro que imaginábamos de niños

Recuerdo como si fuera ayer el momento en el que presencié la cinemática del asalto a la boda de Final Fantasy X. Probablemente ya había pensado en ello en alguna otra ocasión, pero por alguna razón esa es la que recuerdo con más claridad. Mi cabeza no paraba de repetir “no puedo esperar a que los juegos sean así de espectaculares”.

Bienvenido al futuro, yo del pasado. Pero lamento decirte que los gráficos no suelen serlo todo y, aunque hay ciertos juegos que con un mero lavado de cara podrían pasar por nuevos, hay otros a los que el paso del tiempo les ha sentado regular. Las buenas ideas que hicieron triunfar a MediEvil están evidentemente ahí, pero son fruto de una época que dejamos atrás hace ya mucho tiempo.

Con un renovado apartado visual que tampoco parece para tirar cohetes, MediEvil para PS4 se ve bien e incluso tiene algunos momentos con los que brillar tímidamente, pero muchas veces está no sólo muy por debajo del nivel que hoy se espera de una compañía como Sony -una fábrica de juegos tan espectaculares como recomendables-, también de lo que se espera de un juego de la actual generación.

Las texturas de niveles como la fase del hormiguero en La Tierra Encantada sólo se salvan por los coloridos cristales que de vez en cuando aparecen por ahí. Los petardazos que pega la imagen en algún que otro punto de curación son aún más preocupantes.

Como apunte comentar que he jugado en la PS4 de toda la vida, pero habiendo rejugado hace poco sin problemas la remasterización de The Last of Us, no creo que la culpa sea de la vida de un cacharro que sigue aguantando como un jabato.

Sencillamente no es el nivel de calidad que esperaba de un juego de Sony en pleno 2019. Menos aún el aspecto y enfoque que deseaba de un remake de MediEvil desde hace años. Esa segunda parte, mucho más allá de los gráficos, me parece bastante más importante.

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Cambios que se agradecen, pero no siempre funcionan

Empezando por lo bueno, que también lo tiene, el trabajo con la evolución del gestión del inventario es fantástico. No se me ocurre una forma más ordenada de organizar el sindiós de armas, escudos y variantes de unos y otros con el que te plantas ya a mitad de la aventura.

Matar a un número de enemigos en cada nivel -diría que todos pero mentiría, no es estrictamente necesario- abre el acceso a un cáliz que, una vez superada la fase, nos permitirá ir a un mausoleo de héroes en los que otros caballeros del pasado nos regalarán mejores armas y accesorios.

Con más de 20 niveles disponibles, puedes imaginar el pollo que se acaba montando entre ballestas, arcos, arcos de fuego, arcos mágicos y toda la retahíla de cacharros que pueda venirte a la cabeza.

Bien por ellos, además, por el hecho de incluir la posibilidad de cargar con dos armas a la vez y poder intercambiarlas en todo momento pulsando el botón triángulo. Parece básico y bastante anecdótico, pero es algo que se agradece enormemente.

Otro de los cambios principales, sin embargo, no arroja tantos aplausos. La cámara era un dolor de muelas en su día y, pese a que ofrece algo más de maniobrabilidad en este remake, sigue siendo algo muy por debajo de lo estándar. Estamos en una industria que hace mucho que pasó página con lo de perder de vista al avatar y permitir que la cámara quede entorpecida por un objeto o, peor aún, dentro de él.

No hay explicación para las limitaciones en ciertos puntos en los que la falta de visibilidad pueden suponer la diferencia entre la vida y la muerte -monjes del asilo, os miro a vosotros-, que la cámara haga giros extraños cuando toca dar un salto con un sistema de plataformeo arcaico e impreciso y, menos aún, que incluso consiga ofrecer una mejor cara de la que tenía el juego original.

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Para muestra un ejemplo. La pelea contra los dos demonios alados, dos bichos que se pasean sobrevolando una pasarela y desestabilizan la plataforma aleatoria en la que estás, es un paso atrás que impide ver con claridad los límites cuando el suelo se bambolea.

Lo que antaño se veía desde arriba ofreciendo una mejor visión de lo que ocurre, ahora se visualiza desde un lateral, entorpeciendo la acción en un cambio que, por otro lado, tampoco aporta nada.

A todos esos problemas de base hay que sumar la decisión de querer mantener un juego excesivamente similar, por no decir calcado, a lo que era en su día.

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Sus laberintos insufribles, sus idas y venidas para buscar un objeto cuando tampoco hay reto porque el nivel está completamente limpio de enemigos, la imprecisión de los ataques, el ver cómo un enemigo te acorrala contra una pared y no hay salto que te permita escapar de la muerte…

Lejos, muy lejos, de lo que uno podía esperar de la palabra remake. La esencia de sus puzles, de apuntar con papel y lápiz una secuencia de botones, de trastear con opciones del escenario hasta dar con la clave para continuar, la necesidad de enfocar de forma distinta los combates contra uno u otro enemigo. Había hueco para hacer un juego con aroma clásico esquivando sus problemas. Una excusa para decir, eh, que MediEvil puede tener un futuro hoy en día.

Lo que se entrega, en cambio, es uno de esos casos de nostalgia con olor a naftalina que, si bien puede traerte gratos recuerdos, va a ser difícil que consiga crear nuevos.

La opinión de VidaExtra

Es cierto que puedes mirarlo desde la óptica de una lección de historia del videojuego adaptado a los gráficos de hoy en día, pero no es difícil tomar el camino de verlo como una oportunidad perdida por culpa de un juego que se limita a calcar el pasado demostrando una enorme falta de ambición que ni la saga ni el personaje merecen.

Probablemente la situación sería muy distinta de no venir de ejemplos magistrales como la recuperación de Crash Bandicoot, Spyro the Dragon o Crash Team Racing. Juegos que sin olvidar de dónde vienen han sabido adaptarse a los tiempos que corren para que la fricción sea la mínima posible.

Es justo decir que ellos lo tenían más fácil, pero también que los paseos de Sony por el escenario con la camiseta del héroe invitaban a tener más esperanza. Al final lo que nos queda es un retorno que sólo se preocupa por cumplir e intentar ganarse al niño que llevamos dentro todos los que jugamos en su día a MediEvil.

MediEvil

MediEvil

Plataformas PS4
Multijugador No
Desarrollador Other Ocean
Compañía Sony
Lanzamiento 25 de octubre
Precio 29,90 euros

Lo mejor

  • Una aventura clásica con gráficos renovados
  • Historia y protagonista están cargados de carisma
  • La suma de factor nostálgico y completista

Lo peor

  • El paso del tiempo le ha sentado regular
  • A nivel visual se queda en lo justo
  • Falta de ambición a la hora de actualizar su jugabilidad

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