Crítica de The Cuphead Show: los Enfant Terribles de MDHR Studio llegan a Netflix conservando su disparatado ritmo

Crítica de The Cuphead Show: los Enfant Terribles de MDHR Studio llegan a Netflix conservando su disparatado ritmo

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Cuphead Show

El intrépido Cuphead y su inseparable hermano Mugman dan el salto a las pequeñas pantallas conservando el espíritu de los videojuegos: ¡La serie de Cuphead! es una constante sucesión de aventuras surrealistas que beben con descaro y acierto de la animación clásica pero, a su vez, se acomodan a lo que espera el público actual. A los fans de Cuphead, cómo no, y también a los más pequeños de la casa.

Una serie cuya docena de episodios tienen muy presente el run and gun de Jared Moldenhauer más allá de lo artístico, a base de pequeños guiños y grandes referencias, pero que también se ha producido para fascinar a los espectadores de Bob Esponja, El Maravilloso Mundo de Mickey Mouse o El asombroso mundo de Gumball. Exprimiendo los 10 minutos que dura cada capítulo para ofrecer puro entretenimiento visual.

Y es que que Cuphead tuviese su propia serie animada era un trámite menor. Mera cuestión de tiempo. MDHR Studio se inspiró en el estilo de animación de Fleischer Studios y los primeros trabajos animados de Walt Disney o los Warner Bros. para aportar identidad visual a un juego de acción clásico y desafiante. King Features Syndicate y Netflix Animation recogen ese testigo, dan nuevas dimensiones a sus personajes y lo llevan todo a su terreno.

Como resultado, ¡La serie de Cuphead! funciona de maravilla como serie. Aportando humor surrealista y la clásica fórmula de dos Enfant Terribles (como Daniel el Travieso o nuestros queridos Zipi y Zape) que, a base de travesuras, acaban metidos en toda clase de líos sin llegar a ofrecer lecciones  de moralidad. De hecho, y por suerte para todos, ¡La serie de Cuphead! tampoco las necesita.

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Lógicamente, encontrar el tono acertado para todos los públicos -más concretamente para los más pequeños de la casa- tiene sus consecuencias: si bien, la animación es fluida y soberbia, no esperes encontrar en ¡La serie de Cuphead! tramas que se salgan de lo convencional.

De hecho, la gran mayoría de sus premisas argumentales y sus gags son un constante déjà vu para los que nos hemos criado viendo las Fantasías animadas de ayer y hoy o las Silly Symphonies de Disney. Cuphead, el videojuego, bebía de ellos y ¡La serie de Cuphead! todavía más. Aunque el resultado, como veremos, está más próximo a los actuales dibujos de Cartoon Network y Nickelodeon que a los clásicos de la animación.

Cuphead y Mugman, los Zipi y Zape de Netflix con dos tazas extra de surrealismo

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Como cualquier niño de su edad, los traviesos hermanos Cuphead y Mugman tienen una predisposición especial a meterse en problemas. Cuphead es impulsivo y temerario. Actúa sin pensar demasiado en las consecuencias. Mugman, no obstante, es más precavido y responsable, aunque no lo suficiente para tener a sus espaldas un historial de fechorías y gamberradas cuanto menos, preocupante.

Los hermanos viven al cuidado del Anciano Tetera en una casa relativamente apartada de la ciudad y su mayor preocupación en la vida es cómo restarle tiempo a sus tareas domésticas para dedicárselo íntegramente a divertirse. Sin embargo, su última escapada al parque de atracciones ha puesto a las tazas en un verdadero problema.

Cuphead acabó perdiendo su propia alma ante el mismísimo Diablo al probar suerte en una de las atracciones del parque. Teniendo en cuenta que en este universo las tazas antropomórficas conviven con dragones de tres cabezas, fantasmas con ganas de guasa y ranas boxeadoras, no es lo más extraño que se muestra en pantalla.

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Por desgracia para el príncipe de las tinieblas, Cuphead y Mugman se las ingenian para acabar posponiendo su deuda mortal antes del final de cada episodio. Y eso generará una dinámica entre los hermanos y el Diablo que en ocasiones recuerda a los dibujos de Tom y Jerry y en otras a los planes del Coyote para atrapar al Correcaminos.

¡La serie de Cuphead! se compone de doce episodios auto conclusivos de aproximadamente diez minutos. Algo menos si les retiramos la entradilla y los créditos. Todos ellos siguen las travesuras de los hermanos logrando colocar y dar protagonismo, con bastante acierto, a los jefazos y escenarios del videojuego. Eso sí, la mayor diferencia con el juego es que ni Cuphead ni Mugman resuelven sus líos a base de saltar, rodar o disparar con el dedo, sino a base de ingenio y muy poquita vergüenza.

El tono de ¡La serie de Cuphead! hereda el estilo de los clásicos animados, entremezclando comedia y elementos paranormales. redondeándolo todo con una animación muy cuidada y recurriendo frecuentemente a las payasadas y el humor de golpe y porrazo. Combinando con acierto el espíritu de Fleischer Studios con el humor surrealista de Ren y Stimpy o Bob Esponja. Y lo cierto es que la manera de mezclar ambos estilos funciona de maravilla.

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Y pese a que ¡La serie de Cuphead! es muy entretenida, también tiene su propio talón de Aquiles si la vemos a través de los ojos de un espectador adulto: todos y cada uno de sus chistes, tramas y gracietas ya han aparecido en aquellas series y cortos animados a los que rinden homenaje. Hay margen para las nuevas ideas, desde luego, pero apenas se les dan metraje en pantalla entre los muy medidos diez minutos de cada episodio.

Que no se me malinterprete: ¡La serie de Cuphead! funciona y se hace gustar más allá de su cuidada animación y a través de la química de sus personajes, sus delirantes reacciones y el tremendo juego que da su mundo animado, pero también sus capítulos son una sucesión de ideas, escenas y gags que, a estas alturas de la partida, es bastante probable que ya hayas visto una docena de veces en otro lado.

Y pese a ello, ¡La serie de Cuphead! logra que la prometida segunda hornada de aventuras de Cuphead y Mugman que nos adelanta su episodio final genere resulte muy atractiva. No solo para los fans de los videojuegos o los pequeños devoradores de series animadas, sino para los que echaban de menos el entretenimiento y la diversión de ese concepto abstracto y no muy definido conocido como los dibujos animados de toda la vida.

La opinión de VidaExtra

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¡La serie de Cuphead! es el ejemplo perfecto de que para adaptar como es debido un videojuego a la pequeña o gran pantalla éste y sus contenidos deben acomodarse al nuevo medio. Netflix no da la espalda al enorme trabajo de MDHR Studio, sino que lo usa de base para crear su propio proyecto animado siendo fieles a su estilo y su tono. Y eso, se mire como se mire, es un acierto total.

Porque Cuphead y Mugman son personajes relativamente recientes, pero tienen un calado muy especial y muy excepcional que va más allá del videojuego. Lo suficiente como para tener su propia línea de merchandising con  Funkos, cereales, libros de arte y, por supuesto, tazas. Como para decir presente en Super Smash Bros. Ultimate a través de los trajes para los Luchadores Mii. Tanto, como para tener su propia serie de animación.

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Por su parte, ¡La serie de Cuphead! supone un impulso muy fuerte para la marca que va muy bien encauzado: Un encanto arrollador, el episodio que pone broche a esta primera hornada de episodios, tiende lazos con Cuphead: The Delicious Last Course, el muy esperado y largamente anunciado DLC que dará continuidad a la obra de MDHR Studio.

Y, en el proceso, el episodio final de ¡La serie de Cuphead! nos presenta a su nueva estrella: Ms. Chalice, un personaje que no solo es capaz de seguirle el ritmo a Cuphead y Mugman, sino que tiene lo necesario para ganarse al espectador y meter en nuevos y mayores líos a los traviesos hermanos. De nuevo, un acierto total de cara a esta adaptación que, con mucho tino, nos deja con ganas de más travesuras.

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¡La serie de Cuphead! continúa la tradición de niños revoltosos del cómic iniciada mucho antes de que comenzase a proyectarse la animación a la que homenajea el videojuegos; heredando y llevando a su terreno las historietas de Max und Moritz o The Katzenjammer Kids o los propios Zipi y Zape. Y pese a que nada de eso se ha llegado a ver en el videojuego, encaja como un guante con la propia serie como con los personajes creados para el juego.

Y, en el proceso, Netflix se consagra al revalidar su acierto a la hora de llevar los videojuegos a su plataforma teniendo en cuenta tanto los videojuegos como a la audiencia a la que éstos pueden llegar. Ya lo hizo con Castlevania, volvió a sorprendernos con Arcane y, para alegría de todos, ¡La serie de Cuphead! también ha sido un grato acierto.

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