Análisis de Warcraft III Reforged: nueva vida (aunque no tanta gloria) para el incombustible clásico de Blizzard

Análisis de Warcraft III Reforged: nueva vida (aunque no tanta gloria) para el incombustible clásico de Blizzard

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Warcraft III Reforged

Warcraft III es exquisitamente atemporal, pero no en todos sus aspectos. Es de lógica. A fin de cuentas, su aclamada propuesta de estrategia y fantasía es hija de su tiempo en aspectos no tan superficiales como los acabados de sus modelos o su resolución original. Por suerte, la actual Blizzard se siente especialmente nostálgica: 17 años después de su lanzamiento, el clásico de la estrategia en PC dejará de afilar su propuesta de juego a base de parches y la trae de vuelta, junto con la expansión y lo aprendido, desde la propia forja.

Desde los primeros compases del juego uno se da cuenta que Warcraft III Reforged es un título que le queda que ni pintado. No es una reedición ni un remake. Y, desde luego, no es una remasterización. Dicho de otro modo: no se ha seguido la estela de StarCraft Remastered. Es más, esta versión se ha creado (según la propia Blizzard) usando el mismo motor actualizado. Y lo cierto es que el nuevo acabado de las unidades habla por sí mismo: el nivel de detalle que presenta cada unidad al aproximar la cámara es sencillamente brutal.

Una puesta al día integral con la que la compañía de California renueva un par de décadas más (cómo mínimo) su propia fórmula al tiempo que la afianza para una nueva generación de jugadores. Por no mencionar que, en un mismo movimiento, también sirve como excusa para integrar convenientemente uno de sus títulos esenciales en el ecosistema de Battle.net. Sobre el papel todo pinta de maravilla y todos salimos ganando. Pero, ¿y en la práctica?

La otra realidad, por mucho que nos pese, es que Blizzard (y Activision en general) siguen sin estar finos a la hora de planificar sus propios lanzamientos. A veces por saturación (llámalo morir de éxito) y otras por problemas de diversas índoles. Solo que en esta ocasión da la impresión de que han sido muy conscientes de los puntos flacos antes de poner el juego a la venta. Y eso que acabó poniéndole fecha durante los últimos días del prometido 2019.

Con Warcraft III Reforged Blizzard nos da una de cal y otra de arena, y de los aciertos y los puntos flacos hablaremos un poquito más abajo. Pero ¿son suficientes motivos para estropear la experiencia?

Siendo justos, la sensación general es que si eres un veterano de Warcraft III te sentirás en casa desde el minuto uno, y si no le habías dado una oportunidad, lo vas a disfrutar todavía más. Por desgracia, esta versión Reforged deja escapar la oportunidad de ser esa carta de amor a los fans que la ocasión merecía (pese a ser un caramelito para la vista) y a su online le faltan elementos sociales que, lógicamente, no han pasado desapercibidos.

El delicado arte de reforjar un clásico como Warcraft III

Warcraftiii Human Wallpaper

Tras remasterizar StarCraft, Blizzard da nueva vida a un clásico lanzado en tiempos pretéritos. Un título, por cierto, con un nivel de actividad que ya quisieran los juegos de estrategia actuales. Y no es para menos, Warcraft III fue -literalmente- la cuna de DOTA, una de las licencias más potentes de Valve. Pero también, el punto más alto de un titán de la estrategia en tiempo real.

Si bien Warcraft II y su expansión nos volaron merecidamente la cabeza, la tercera entrega plasmó de maravilla ese torrente de ideas de la etapa más creativa de Blizzard, fusionando géneros como son la estrategia y el RPG y atreviéndose a ir más allá. Incluso duplicando la cantidad de facciones disponibles para, en lugar de compensar dos frentes hacer que cada partida se tornase en una alucinante versión del piedra papel y tijeras.

A menos, claro, que se opte por estrategias como Rush, Hero rush o Tower rush. Es decir, aprovechar los segundos iniciales de la partida para jugársela a cara o cruz en un asalto que dejaría al enemigo indefenso o -en el peor de los escenarios- a nosotros sin recursos para ganar. Jugadas clásicas que he vuelto a vivir (y experimentar) en esta reforja.

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Warcraft III Reforged nos ofrece una puesta al día de los pies a la cabeza de la experiencia. No es una actualización de los modelos de las unidades y escenarios, que también, sino que se ha buscado ofrecer una interfaz más intuitiva en los menús, se ha acomodado debidamente para disfrutarse en las pantallas panorámicas y se disfruta en gloriosa ultra alta definición. Todo, como decimos, partiendo de una versión mejorada del motor original. Y eso es importante.

Las partidas personalizadas siguen estando presentes desde el día uno, y Blizzard ha hecho hincapié en que eso siga estando ahí. Con todo, también se ha hecho un muy cuestionable movimiento para que se le escape otra idea millonaria: si nos fijamos en la letra pequeña las creaciones de la comunidad están atadas a la propiedad de Activision Blizzard. Una decisión polémica conviene matizar, pese a que el debate sobre esta se desvía demasiado de nuestro análisis.

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Sin embargo, la verdadera novedad estrella es el reforjado aspecto del juego. Una puesta a punto sencillamente magistral que evoca las ilustraciones más rompedoras y épicas de Blizzard, haciendo que cada una de las unidades y héroes luzca sencillamente gloriosa y actualizando con un gusto soberbio las construcciones, los entornos y los escenarios del modo campaña. Algo que, por cierto, se palpa mucho más una vez llegamos a los contenidos de The Frozen Throne.

El trabajo de Blizzard no se limita a pulir la presentación y acomodarla, sino que se ha elaborado un nuevo balance general de todas las unidades y, de paso, se ha dado nueva voz a sus protagonistas: Warcraft III Reforged cuenta con nuevos actores de voz, incluyendo la versión española. Y en este punto, en lo personal, admito que echo de menos la mayoría de voces clásicas; pese a ser consciente de que es una cuestión de gustos.

Grunt

No obstante, este redoblaje también tiene un segundo propósito: se ha acomodado el lore y los nombres a World of Warcraft. Blizzard es totalmente consciente de que muchos jugadores que se quedaron en el camino se integraron en la Azeroth online y otros vendrán directamente desde el exitoso MMORPG, así que ha apostado por castellanizar los nombres y apellidos y, de paso, unificar conceptos de manera sutil pero palpable. A efectos prácticos que el Trono de Hielo pase a llamarse el Trono Helado.

Un conjunto de elementos que nos invitarán a redescubrir, por cierto, su sobresaliente campaña. O, más bien, todas las campañas que se incluyen en la reforja.

El día que llovió fuego en Azeroth (o cómo Arthas se sentó en el Trono Helado)

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Blizzard ha dominado el no tan sencillo arte de crear grandes historias y contarlas con maestría. En este aspecto, las campañas de Warcraft III (y, por extensión, Reforged) son una cita obligada para los fans del universo Warcraft. Pero lo mejor es que no necesitarás saber ni un solo nombre propio de su lore para disfrutar plenamente del juego.

Desde los primeros compases Warcraft III da la bienvenida a cualquier jugador -incluyendo los no habituales a los juegos de estrategia- para que todo el mundo pueda disfrutar plenamente de los acontecimientos que transformaron Azeroth para siempre. Eso, y el hecho de que a diferencia de las dos entregas anteriores, la narrativa está centrada en los héroes, personajes que moldean el destino del mundo de Warcraft y que integran fuertes elementos de RPG al conjunto.

Así, Warcraft III Reforged retoma ese concepto del role-playing strategy (RPS) que Blizzard anunció al mundo durante el cambio de milenio y establece una sucesión de historias en cada tramo de cada campaña exquisitamente hiladas con las mismas cinemáticas que nos encandilaron allá por 2002. La mala noticia, por otro lado, es que las soberbias escenas generadas con el motor del juego y mostradas en la BlizzCon de 2018 brillan por su ausencia.

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Centrándonos en la trama, tras los sucesos de Warcraft II y la derrota de la Horda se nos presenta una Azeroth completamente fragmentada. Durante generaciones, los orcos y los humanos se han visto envueltos en unas encarnizadas luchas, sin embargo, un nuevo peligro está a punto de llegar con el propósito de someter y destruir toda forma de vida. Incluso, arrastrarlos hasta la propia muerte.

Tras el triunfo final de la Alianza, los humanos están tan confiados en sí mismos que se han visto desorientados frente a los acontecimientos venideros, con lo que el profeta que augura este nuevo mal deberá encontrar un nuevo líder capaz de oponerse a esta amenaza y congregar todas las fuerzas vivas del mundo.

Lo que nadie sospechaba es que ese héroe sería Thrall, un clarividente orco envuelto en una tarea no menos delicada: volver a unificar a su pueblo.

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Si bien la campaña nos ofrece varios capítulos que se desarrollan en escenarios preestablecidos (que deberemos descubrir y conquistar), lo cierto es que el nexo argumental solidifica estupendamente bien la experiencia en su conjunto. Por no mencionar el hecho de que la propia trama se extiende más allá de la alianza definitiva entre fuerzas de Azeroth, incluyendo los contenidos de la expansión de The Frozen Throne a la vez que se nos hace testigos y partícipes del ascenso de Arthas hacia el trono del Rey Exánime.

Ahora bien, si bien la campaña de Reforged reclamará aproximadamente unas 50 horas (tirando al alza) en dificultad normal, al final todo sirve a modo de preámbulo para la verdadera experiencia de Warcraft III: los modos Versus y Partida Personalizada. Los cuales son, por otro lado, el punto a debatir de esta edición.

Luces y sombras del multijugador de Warcraft III Reforged

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El aspecto de Warcraft III Reforged es sencillamente sobresaliente y eso hace que el online se disfrute más. No solo por la escalada de resolución y el poder disfrutar de las partidas a campaña completa, sino por el acabado de los modelos, los nuevos iconos o un conjunto de pequeños detalles que lo hacen sencillamente irresistible. Pero su mayor logro es que empezar una nueva partida online es lo más parecido a retomar las de aquel título que nos fascinó hace casi dos décadas.

Es más, si por pura nostalgia deseas regresar al aspecto clásico lo tienes fácil: basta con pasarse por las opciones de juego y verás siempre la opción de recuperar los modelos, iconos, ajustes y -en general- todos los aspectos clásicos. Incluso la parte inferior de la pantalla quedará totalmente cubierta en lugar de mostrar los correspondientes espacios que no abarca la interfaz. En este aspecto, Blizzard lo ha hecho de maravilla.

War 3 reforged
Con un par de ajustes podemos recuperar el aspecto clásico

En lo personal, los fallos, las sacadas de juego y los bugs que he venido experimentando en la beta se han reducido casi al mínimo. Me ha ocurrido que en ocasiones el juego encuentra una partida y nunca llega a arrancar, obligándome a cerrar el programa. Pero tras varios días jugando a distintas horas, las sensaciones son positivas y, por lo general, la espera a la hora de encontrar partida es mínima.

Por otro lado, también he tenido la oportunidad de poner a prueba el juego en tres equipos diferentes, incluyendo un modesto i-5 4440 de 3.10 GHZ poco o nada preparado para los juegos actuales y el resultado con los gráficos “reforjados” ha sido mejor del esperado. Una afortunada sorpresa, desde luego.

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Así luce la versión reforged en un equipo modesto.

Lo que no ha sido tan celebrado es que el juego haya sido lanzado sin elementos esenciales. Dicho de otro modo, no existe una tabla de clasificación y los clanes se han (literalmente) deshabilitado, prometiendo a través de un cuadro de texto que volverán en una actualización futura. Se mire como se mire, lanzar el juego así no es de buen recibo.

Eso no quiere decir que los veteranos partan de cero. Ni mucho menos. También desde opciones podemos importar nuestro perfil de la versión clásica con un par de pasos. Sin embargo, son decisiones como las anteriores las que nos plantean si, pese a haberse retrasado su lanzamiento, Warcraft III reforged ha llegado demasiado temprano o si estas ausencias forman parte de un plan para añadir contenidos de manera escalonada.

En cualquier caso, se trata de un feo a la comunidad más fiel de jugadores.

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Igualmente, existe un modo de entrever el nivel de nuestro oponente: como en los juegos clásicos, la imagen de perfil (la cual obtendremos a modo de trofeo) refleja los logros obtenidos en el juego como la cantidad de victorias obtenidas con una facción. Algo muy conveniente ya que si vemos que nuestros adversarios están bastante curtidos con los elfos nocturnos, quizás nos convenga comenzar a establecer una estrategia antiaérea.

No todo son elementos negativos, claro. La integración en Battle.net hace más sencillo y directo poder jugar con nuestros contactos habituales y beneficiarnos de todo lo que conlleva estar en ese ecosistema, incluyendo la lista de amigos. Y lo cierto es que los menús son mucho más agradecidos que los originales, dando más peso (merecidamente) a las partidas personalizadas e invitándonos a alternar de raza. Eso está muy bien.

La opinión de VidaExtra

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Warcraft III Reforged me ha devuelto las sobresalientes sensaciones del juego que me enamoró en 2002 y solo con eso me doy por satisfecho. No es que me conforme con poco, es que es exactamente lo que buscaba. A través de este paso por la forja de Blizzard deja constancia de lo soberbio que era entonces el juego y que, como buen clásico, el tiempo no se ha portada nada mal con él.

Lo cual no quita que se haya dejado pasar la oportunidad de añadir extras y contenidos que acaben por redondear el conjunto. No me refiero a una campaña creada para la ocasión, como fue el caso de Age of Empires II Definitive Edition, sino de incidir en aspectos unos sociales o fomentar más y mejor el uso de su sobresaliente editor de mapas.

Puntos flacos que no desmerecen el conjunto o la propia intención de limar el lore para que cuadre con World of Warcraft. Sin embargo, el hecho de que se sienta tan en sintonía con la experiencia original, pese a los ajustes, acaba provocando una sensación equívoca de que es lo mismo pero más bonito, cuando no lo es.

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Con eso por delante, y la promesa pendiente de reforzar sus debilidades, en especial las de carácter social, la realidad es que Warcraft III sigue siendo una compra obligada para los apasionados por la estrategia y los fans de la fantasía épica. Un trocito de la historia del género y un episodio clave e ineludible para los fans de Warcraft.

Una apuesta sólida por la estrategia que retiene lo mejor del legado clásico de Warcraft mientras lleva la épica y la fantasía más allá de lo temático. Pero, sobre todo, que te conquista en lo jugable. Invitando al jugador a encadenar una partida con la siguiente y a aprender progresivamente, sin frustraciones, de tus aciertos y errores.  Warcraft III sigue teniendo esa facilidad para atraparte.

Un juego esencial que ha sido merecidamente reforjado para que el ascenso de Thrall, el destino de Arthas y esa transgresora y magistral apuesta por el role-playing strategy competitivo de Blizzard el sigan resonando merecidamente durante, al menos, dos décadas más.

Warcraft III Reforged

Warcraft III Reforged

Plataformas PC (Windows y Mac)
Multijugador
Desarrollador Blizzard
Compañía Blizzard
Lanzamiento 29 de enero de 2020
Precio 29,99 euros

Lo mejor

  • Estrategia con tintes épicos a través de una fórmula atemporal
  • El renovado aspecto visual es una delicia
  • Su campaña es cita obligada para los fans de Warcraft
  • Un multijugador que te tendrá enganchado y se corona con su editor de mapas

Lo peor

  • La sonora ausencia de funciones sociales de lanzamiento
  • La falta de novedades rotundas que consigan darle un valor extra al trabajo que hay detrás
  • Que finalmente se hayan descartado las escenas cinemáticas in-game para la campaña

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