Decía mi compañero Rubén hace unos años, tras el boom de Xbox Game Pass, lo curiosa que resulta la paradoja de la elección. Cuanto más tenemos, menos lo valoramos y tras perder un valioso tiempo decidiendo a qué jugar, al final solemos optar por algo conocido. Y esto también se aplica a servicios como Netflix, claro.
En un mercado tan saturado como el de los videojuegos, no es solamente que resulte difícil sacar tiempo para jugar a todo lo que sale a la semana (tarea técnicamente imposible, que hay juegos que no se ventilan en una tarde, precisamente... ni en un mes), sino decidir con cuál queremos invertir nuestro tiempo sin distracciones. Algo que me resulta cada vez más complicado.
"Esto en mi época no pasaba"
Recuerdo aquella época con la Mega Drive o el Amiga 500, donde a pesar de tener muchos juegos al año, tenía tiempo suficiente para pasármelos todos. Incluso en los tiempos de la primera PlayStation, en etapa de instituto. Y eso que hubo juegos con más de 100 horas, como Final Fantasy VII o la mágica secuela de Suikoden.
Ahora tengo la excusa del trabajo, pero también es cierto que agradezco cuando me toca analizar un juego cortito en vez de dedicarle tropecientas horas al nuevo RPG de turno. Aunque si es el remake de un viejo conocido como Demon's Souls, tampoco voy a ponerle pega alguna. De hecho por culpa de esta puesta al día en PS5 he vuelto a engancharme al Demon's Souls de PS3 e iniciar otra partida al Dark Souls, en este caso en Xbox 360. Incluso de rebote al Dark Souls III en One.
Me encanta perderme por esos universos, por muchas veces que los haya jugado (y sufrido), algo que para mí era impensable en los noventa. De aquellas los que rejugaba eran los habituales de fútbol (Sensible Soccer) o de peleas, como Street Fighter II, sin faltar, por supuesto, las juntanzas con los Bomberman, Worms y cía.
Con tanto juego disponible ahora en sistemas como PS4, Nintendo Switch, Xbox One o Steam, sin contar las nuevas consolas u otras que se resignan a morir y que aún revisito, me he dado cuenta que todas las semanas acabo reservando un hueco especial para mis juegos comodín, esos ante los que puedo "desconectar" de otro modo distinto al estar ante un entorno familiar que nunca decepciona.
Los juegos a los que recurro automáticamente
No es una lista abundante y tampoco tiene que ser compartida por vosotros, al fin y al cabo los gustos son muy dispares, pero sí que es una muestra de lo que me va más en la actualidad: mecánicas de antaño pasadas de rosca o en las que puedo disfrutar sin preocuparme, por el simple placer de pasar un buen rato jugando.
Spelunky + Spelunky 2
Spelunky 2, uno de mis GOTY 2020 personales, ha tenido la culpa de que me haya enganchado a este nuevo trabajo de Derek Yu... y haya vuelto de nuevo al primer Spelunky. Es curioso, porque el remake de 2012 sigue siendo muy duro y cruel por el comportamiento de los objetos, siendo más asequible la secuela... hasta cierto punto. Porque sigo siendo un negado que no ha logrado pasárselos, maldita sea.
Siempre la cago al final, siempre. No la pifio con las trampas, irónicamente, sino más bien con algunos enemigos que me la acaban jugando de forma muy vil. Y estos meses, aparte de dedicarles muchas horas, también he invertido un tiempo bastante importante en ver vídeos de expertos que se lo pasan en tres minutos, que logran otras hazañas imposibles (como no coger dinero) y cosas por el estilo. Fantaseo con lograr algún día una partida así de perfecta. No pierdo la esperanza.
Sky Force Anniversary + Sky Force Reloaded
HUMAN RESCUED. WEAPON UPGRADE. HUMAN RESCUED. HUMAN RESCUED. Es imposible no dejar de oir lo que dicen tanto Sky Force Anniversary como Sky Force Reloaded, dos shoot 'em up que me han enganchado cosa fina desde el año 2018.
Siempre los había visto como un 1943 de Capcom descafeinado... hasta que los probé y descubrí que esa aparente simpleza era tan solo una capa de algo mucho más complejo, exigente y profundo, con unas cotas rejugables demenciales. Con decir que me los pasé en Xbox One y acabé comprando de nuevo en PS4 para seguir explotando el vicio por los retos y sus marcadores online, está todo dicho.
Borderlands + Borderlands 2 + The Pre-Sequel + Borderlands 3
Con la saga Borderlands la explicación es bien sencilla: es de mis favoritas y con tanta reedición que ha recibido, he tenido que rejugar sus múltiples entregas en reiteradas ocasiones, también con motivo de cada expansión, como las que se han publicado este último año en Borderlands 3 o su modo a lo Battle Royale.
Pero también es cierto que he rejugado todos los capítulos (al menos) un par de veces, con más de 1.500 G en el primer Borderlands en Xbox 360, dos Platinos en Borderlands 2 y la última entrega en PS4, y teniendo muy a tiro el de Borderlands: The Pre-Sequel. Algunos me los pasé en su día en Xbox, otros en PlayStation... y me gustaría tenerlos al 100% en los que jugué menos. Además, para colmo, este año se lanzó Borderlands: Legendary Collection en Nintendo Switch. La locura.
Plants vs. Zombies: Garden Warfare + Battle for Neighborville
Un shooter que no me cansaré de reivindicar por su originalidad, sentido del humor y lo divertida que resulta su propuesta, es Plants vs. Zombies: Garden Warfare. Sobre todo, Plants vs. Zombies: Garden Warfare 2, que potenció todo a lo grande, siendo prácticamente perfecto. Tan solo Plants vs. Zombies: Battle for Neighborville se quedó lejos de esa progresión ascendente al no ser mejor.
Los tres son, además, juegos que tengo (o tuve) por duplicado, quedándome a un logro de los 1.000 G en el primero de Xbox One (con 50 horas), para conseguir después el Platino en PS4 (con 80 horas), o dedicando casi a partes iguales el vicio en la secuela en ambas consolas. Porque me lo paso genial hasta "perdiendo" el tiempo en el Campo. Y como cada planta y cada zombi son un mundo, siempre resulta fresca la experiencia y me motiva a hacer que todos suban de nivel para desbloquear más elementos estéticos de lo más absurdos.
The Settlers II
Mi mayor droga, con diferencia. Desde que probé el primer The Settlers en Amiga 500 en el año 1993, me enamoró por completo esta obra de Blue Byte, alcanzando su cénit con una secuela que fue prácticamente perfecta hasta que un grupo de fans corrigió sus escasas limitaciones en The Settlers II: Return to the Roots.
Estrategia de la que me gusta, de la de saber cuándo empiezas pero nunca cuándo acabas. La de jugar una partida más y lo dejo. El juego que saca mi vena procrastinadora como ningún otro. Con decir que aún me sigue pasando lo de ver algún paisaje por el monte y pensar en llamar a alguien del castillo para que vaya a nivelar el terreno para pulsar después la barra de espacio y ver qué se puede construir después... Pero el tratamiento lo llevo bien. Lo dejo cuando quiera.
Ahora es vuestro turno. ¿A qué juegos comodín recurrís cuando no sabéis a qué jugar? Contadnos sin que os dé corte, que así también surgen más alternativas.
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