Samuráis y videojuegos: una combinación brutal

Samuráis y videojuegos: una combinación brutal

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Ghost of Tsushima

Siempre he sentido una fascinación especial por el Japón feudal y los samuráis, y no he sido el único: alrededor de estos excepcionales guerreros guiados por el camino del guerrero se han creado soberbias obras literarias, filmes de culto y experiencias jugables que, a través de sus propias herramientas narrativas, han ambicionado reflejar y transmitir sus costumbres, su filosofía y sus códigos de honor y lealtad. Y, cómo no, sus sensacionales duelos con katanas.

Desde El libro de los cinco anillos de Miyamoto Musashi a Los siete samuráis de Akira Kurosawa, pasando por Star Wars -al menos, las clásicas- y videojuegos que van desde el clásico Sword of the Samurai al reciente Katana ZERO.

Incluso la propia Nintendo se inspiró en los duelos de samuráis para afianzar los transgresores combates de espadas de The Legend of Zelda: Ocarina of Time. A fin de cuentas, los estudios temáticos de la Toei, con zonas inspiradas en el Japón medieval, estaban a tiro de piedra de sus oficinas.

Porque la esencia de los combates de espada al estilo de los samuráis queda manifestada a su modo en juegos tan variados como No More Heroes, los duelos con cierto carácter histórico de For Honor o a través del legado reciente de From Software, quedando siempre diluidos en influencias modernas que ayudan a darle una capa de romanticismo idealizado a etapas de la historia de Japón que llegaron a ser azotadas por la crueldad.

Eras en las que el honor y la lealtad lo eran todo.

En VidaExtra te hemos hablado sobre la era de los vikingos, del fascinante Lejano Oeste, la rica mitología nórdica y hasta el legado del que beben los videojuegos de Marvel y Star Wars. Ahora queremos abordar un tema tan fascinante como todos los anteriores: el legado de los samuráis en los videojuegos.

Los samuráis del Período Sengoku y la Restauración Meiji

Samurái

Como comentaba al principio, el Japón Feudal es un marco espectacular para desarrollar historias tan poderosas en temáticas como cautivadoras en lo ambiental. Lo suficiente como para igualar grandes gestas que hemos vivido en consolas y PCs y, a su vez, transmitir sensaciones únicas al jugador.

De hecho, cuenta con un folclore tan amplio y unas leyendas tan arraigadas que incluso es posible competir con las mitologías más fascinantes y dejar una huella especial. Por ejemplo, el fantástico Okami. Aunque, claro, en el tema que nos atañe nos vamos a centrar en la que, probablemente, sea la figura más fascinante y asociada al periodo medieval nipón: los leales samuráis.

El origen de los samuráis como clase social y militar obedece a diferentes causas. Posiblemente, la más acentuada de todas ellas sea la centralización del poder del archipiélago en Heian-kyō (actual Kioto) en torno al año 794, generando en el proceso una suerte de caos a nivel nacional y, en consecuencia, toda clase de agitaciones, malestares y alteraciones del orden público.

Así, como mediadores y autoridad visible, aparecería la figura del samurái, una clase noble al servicio absoluto del daimyo (los grandes terratenientes feudales) cuya lealtad era tan férrea como el alto prestigio que ostentaba entre el pueblo. A cambio de su reputación, que debía ser intachable, eran especialmente bien pagados e incluso contaban con privilegios especiales, como el poder portar dos katanas.

Aproximadamente tres siglos después, Minamoto no Yoritomo, quien descendía del linaje de los emperadores, acabaría siendo la suprema autoridad de todas las fuerzas militares del Japón Feudal, instaurando el primero de los tres shogunatos (bakufu), es decir, el modelo de gobierno militar de Japón que se mantendría durante los 700 años siguientes.

Lo cual nos deja con un amplísimo periodo de actividad en el que estos guerreros de honor al servicio del shogunato fueron el máximo exponente y autoridad del Japón durante los tiempos de bonanza y paz, así como los auténticos protagonistas de las etapas más oscuras. Y de éstas últimas hubo una barbaridad.

Por contra, sus errores o la caída de sus señores se traducía en el máximo deshonor y el precio a pagar era su propia vida.

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Con lo anterior por delante establecido cabe resaltar dos épocas excepcionales que han sido las más recurrentes y retratadas a la hora de recrear los tiempos de los samuráis: el período Sengoku y la Restauración Meiji.

La rebelión de Ōnin, iniciada en la segunda mitad del siglo XIV a raíz de la elección del siguiente shogún, acabó derivando en un conflicto entre el shogunato Ashikaga y los daimyos más poderosos, lo cual fue sucedido por un muy prolongado periodo bélico conocido como Sengoku jidai -es decir, la era de los estados combatientes- en la que varios clanes lucharon por la dominación de Japón durante más de cien años.

Ya entrados en el Siglo XVII, el salvaje período Sengoku y su larga sucesión de guerras civiles darían paso al período Edo, un tiempo más reposado en el que Japón se podría permitir mirar más allá de sus costas (o, al menos, más allá de China, Corea y Rusia) para descubrir que el mundo era un lugar muy diferente. Tanto como para entender que era necesario adoptar una serie de cambios radicales a nivel estructural dentro de la sociedad, el Bakumatsu, lo cual -lógicamente- no convenció por igual a todas las clases privilegiadas.

Así, tras una serie guerras, Japón iniciará un proceso de modernización conocido como la Restauración Meiji, acabando con el sistema feudal del país y, por extensión, con los samuráis y sus privilegios excepcionales. A cambio, Japón no solo se integraría en el mundo moderno, sino que pasará a jugar un papel mayor. Reteniendo, entonces y ahora, un peso especial para las tradiciones y su rico legado.

El legado del samurái errante

Samurái

Por todo lo anterior, la mayoría de juegos de Samuráis nos transportan al Sengoku, el Bakumatsu o la Restauración Meiji, aunque sería injusto decir que solo se nos han presentado esos escenarios: además de la rica historia de Japón, siempre ha habido para imaginar entornos futuristas o de fantasía en los que estos nobles guerreros tienen la oportunidad de demostrar su técnica y la firme convicción en el camino del samurái.

Entonces, ¿existe un denominador común? Existen una barbaridad, pero uno de ellos tiene un peso especial: los flamantes combates de chambara, los duelos con espadas en los que la técnica, los reflejos y la determinación sumados a la calidad del metal que se porta entre las manos determina la resolución de cada combate.

Por regla general, resultando en un único espadachín en pie y otro a punto de doblar las rodillas por última vez.

Merece la pena que consideremos que no solo englobamos en este apartado a los samuráis, sino también a los ronin, una suerte de guerreros errantes sin señor al que servir que, por regla general no solían ser bien vistos por la sociedad. A veces por tratarse de meros vagabundos, incluso malhechores o mercenarios que desenfundaban su arma por un precio. Lo cual no quita que muchos de ellos buscasen la redención o ansiaran ponerse al servicio de un daimyo (algo muy excepcional).

La razón de lo anterior es bastante simple: como queda implícito en su propio nombre, el motivo de la existencia de los samuráis es el de servir a sus señores feudales. Con todo, también eran referidos entre sí como bushi (guerreros) ya que eran instruidos y preparados para la guerra y el Bushido: el conjunto de ideales, valores morales y filosofías asociados al propio camino del guerrero.

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Y no es para menos, las actuales artes marciales japonesas que hoy se practican con carácter deportivo o competitivo tienen su origen en el Bushido. Y, a su vez, la equitación o el manejo del arco y otras armas está muy estrechamente relacionado con este. Pero hay muy pocas cosas que reflejan tan bien la esencia del samurái como el propio dominio de la espada.

A fin de cuentas, Miyamoto Musashi, el Samurai zurdo, posiblemente sea el espadachín más conocido de Japón (y más allá del país nipón) y el que mejor personifica los ideales y las leyendas que emanan los samuráis, inició su mito al vencer en duelo -hiriendo de muerte- a otro veterano samurái con tan solo 13 años y alcanzando el estatus de leyenda a raíz de su peregrinaje, durante el cual recorrió todo el país en busca de su camino del guerrero y la destreza absoluta con la espada.

Porque la visión idealizada de la vida de Miyamoto Musashi ha inspirado y servido de molde para la mayoría de videojuegos de samuráis e incluso protagonistas de juegos de lucha. ¿Cuántas historias creadas en Japón nos presentan a un guerrero errante que dedica su vida a viajar en busca de oponentes dignos y poderosos rivales?

Así, la clave está en cómo plasmar la intensidad y la sensación de destreza y maestría de los combates de espadas a los videojuegos. Y, claro, mucho ha llovido desde el clásico Samurái que llegamos a ver en recreativas allá por 1980.

Desde la acción a la estrategia, pasando por la lucha: la evolución de los juegos de Samuráis

Uno de los primeros juegos basados en los samuráis fue el referido Samurai de SEGA para recreativas, y lo cierto es que poco se le podía pedir a aquel juego: encontraríamos a un espadachín que deberá despachar infinidad de enemigos atravesandolos con el filo de su espada, esquivando trampas y, finalmente, enfrentándonos a otros samurái en igualdad de condiciones.

Más ambicioso en todos los aspectos fue el Nobunaga's Ambition original de Koei para múltiples plataformas, ofreciendo a los jugadores la posibilidad de abordar el periodo Sengoku en clave de estrategia. Y no fue el único: Shingen the Ruler de Another Ltd. también acomodaba las batallas de estos guerreros a la fórmula de los tactics.

Tras varios títulos de acción clásica en scroll lateral como Getsu Fuuma Den o Samurai Warrior: The battles of Usagi Yojimbo encontraríamos en 1989 una aproximación más ambiciosa al concepto de duelos de espadas y batallas históricas con Sword of the Samurai, de MicroProse.

Era cuestión de tiempo que los combates reclama en todo el protagonismo de la experiencia de juego, y SNK y su Samurai Shodown tomaran una iniciativa espectacular que supo desmarcarse muy bien del rebufo de Street Fighter II, afianzando el ritmo y la intensidad de los combates de chambara -incluso los desarmes- sin renunciar a los movimientos de fantasía, ganando cada vez más carácter con cada nueva entrega.

Poco a poco, los combates de chambara fueron ganando interés. Bushido Blade o Soul Blade y sus secuelas encontrarán la manera de darles profundidad a través de luchadores realizados a través de modelos poligonales, pero también añadiendo elementos tácticos como los pasos laterales o los contraataques tácticos.

Lanzado para PlayStation en 1999, Soul of the Samurai supuso un paso más a la hora de permitirnos revivir la intensidad de los periodos más delicados del Japón Feudal en clave de acción, siendo superado en su propio terreno, ya tras el cambio de milenio y en los sistemas de 128 bits por Way of the Samurai.

En el año 2000 recibimos una enorme sorpresa: Creative Assembly se coronaba con Shogun: Total War, permitiéndonos abordar el Periodo Sengoku de la historia japonesa a través de un título de estrategia magistral, iniciando el prolífico y excelente sello Total War. Un hito que, por cierto, sería repetido 11 años después con el imprescindible Total War: Shogun 2.

Por supuesto, el legado de los samuráis en los videojuegos de estrategia ha sido especialmente variado: pudimos ejercer de señores feudales y grandes generales en juegos como Battle Realms a través de la estrategia en tiempo real, Age of Empires II: The Age of Kings también consiguió un peso especial para los apasionados por el género y, más recientemente, Shadow Tactics: Blade of Shogun demostró que los combates por turnos también les sientan de maravilla al Japón feudal.

Pero antes de avanzar tanto en el tiempo es necesario hacer una mención muy especial: en PS2 vería la luz la saga Onimusha de Capcom, una aventura con tintes de Survival horror y énfasis en la fantasía cuyas mecánicas de juego y tramas argumentales reflejaban la época de los samuráis con la tecnología de vanguardia.

Y no fueron los únicos: Kengo: The Legend of the 9 y Genji: Days of the Blade también quisieron transmitir el encanto y la crueldad de esa época. Sin embargo, el formato más aclamado sería el adoptado por las series Samurai Warriors y Sengoku Basara de Koei y Capcom respectivamente, permitiéndonos combatir contra legiones de enemigos al ritmo del hack’n slash. En ambos casos, sagas consideradas de culto en Japón.

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Nos aproximamos a nuestros días y, si bien estamos de acuerdo en que la fórmula de los Soulsborne de From Software casa de maravilla con la experiencia de samuráis, su aproximación a las guerras del Japón medieval -con toques de fantasía- través de Sekiro: Shadows Die Twice casa mucho más con el concepto de ninjas (shinobis) que el de samuráis. Con todo, el Team Ninja encontró un exquisito punto intermedio con Nioh y su secuela, colmando nuestros deseos de luchar con katana, lanza y armadura.

Nuestro repaso a la evolución de los samuráis en los videojuegos estaría incompleto si no resaltasemos al menos un par de experiencias indie, y si One Strike refleja la crudeza de los duelos que se resuelven con un tajo -o dos- lo cierto es que el atractivo de Katana ZERO hace que le perdonemos todas las licencias tomadas en favor de esa acción en scroll lateral tan letal y divertida.

El futuro de los juegos de samuráis ¿Es posible alcanzar la experiencia samurái definitiva?

Doy por sentado que seguiremos viendo en el futuro juegos protagonizados por samuráis o ambientados en el Sengoku o los periodos más turbulentos del Japón feudal. A fin de cuentas, es una temática recurrente que, de vez en cuando aflora como un personaje menor en un juego de RPG, un apasionado personaje que se siente especialmente vinculado a japón en los juegos de lucha o como ejemplo de general en los juegos de estrategia, como la saga Civilization.

Que no se me malinterprete: disfruto de todas las experiencias en las que se me obliga a usar la espada con precisión y técnica, pero también de los juegos de estrategia en los que se saca partido a la ambientación para aportar verdaderas novedades al jugador.

Al final, si los ponemos en conjunto estamos próximos a obtener una experiencia completa basada en los tiempos de los samuráis. ¿Al nivel de Red Dead Redemption con el Lejano Oeste o A plague Tale: Innocence y Kingdom Come: Deliverance con el medievo? Bueno, en lo personal tengo un fuertes esperanzas depositadas en los nuevo de Sucker Punch.

Ghost of Tsushima no es, ni mucho menos, el juego que más expectación ha levantado en 2020, pero al menos promete ofrecer una experiencia fiel a esa época que tan bien ha sabido enraizar en consolas y PCs y, a la vez, apostar por ahondar en una historia no tan conocida para el público occidental. Una prometedora manera de abordar el Bushido.

Queda por ver si cumplirá con las expectativas, e ir a rebufo de The Last of Us II no es fácil, pero al menos queda patente que existe una ambición y un interés por trasladar el periodo que inspiró a Akira Kurosawa, George Lucas o Sergio Leone a nuestros días.

La fantasía definitiva de quienes hemos leído al menos una vez El Libro de los Cinco Anillos y de todos aquellos que, en mayor o menor medida, creen que el legado de Miyamoto Musashi merece ser retratado por todo lo alto en los videojuegos. Sobre todo, aquello que rodea y da sentido a los duelos con espadas.

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